Políticas

18/12/2008|1068

Del “dirigismo” al FMI

En la votación sobre el blanqueo de capitales, el gobierno estuvo al borde de una derrota política de las dimensiones de la producida en el Senado con el voto “no positivo” sobre las retenciones. El título referido al blanqueo obtuvo sólo 128 votos y el desgranamiento del bloque K se expresó en el voto negativo de aliados hasta ahora prácticamente incondicionales del oficialismo (Encuentro Popular y Social), que se sumaron a los que se fueron antes (Solá) y a los ausentes del bloque de Santa Fe, dirigido por Obeid, lo que podría haber tenido la inspiración de Reutemann. Antes de esto, el Frente para la Victoria había perdido por primera vez una votación en la Cámara de Diputados, referida en este caso al rechazo al veto presidencial a la Ley de Glaciares -que no alcanzó, de todos modos, para quebrar el veto redactado por las mineras.

Existe, por lo tanto, una tendencia objetiva a la disgregación de la camarilla kirchnerista. De ahí el esfuerzo del matrimonio por dotarse de una “malla de seguridad” con base en el PJ y en la mafia de intendentes del conurbano. El nuevo intento de una nueva concertación es un proyecto “moribundo” (Clarín, 14/12); incluso “los gobernadores que mejor miden (en las encuestas) en sus territorios… han sabido tomar en algún momento distancia del matrimonio presidencial”.

La crisis mundial

En la sesión de la Cámara de Diputados que trató el paquete de medidas ante la crisis, quedaron expuestas las grandes líneas políticas de la burguesía. Aguad, en nombre de la UCR, denunció que “el Estado argentino no tiene recursos económicos para hacer frente a esta crisis solo” y propuso “lograr un acuerdo” con “los sectores que tienen que poner los recursos económicos”, o sea los sojeros y el FMI (con el cual Aguad pretende renegociar la deuda externa).

Detrás de este planteo gira toda la oposición patronal, incluido el “socialismo”, y está en línea con lo planteado por Prat Gay, de la Coalición Cívica, y el peronismo “disidente”. La devaluación “de una vez y profunda” significaría una demolición de los salarios, un negocio redondo para los que protagonizan la fuga de capitales y un golpe a la política intervencionista del gobierno. El ex banquero Roque Fernández advirtió que podría provocar otra hiperinflación (Ambito, 15/12).

Techint puede estar de acuerdo con la devaluación que propone la oposición patronal, pero no con el plan de rescate en manos del FMI, desde el momento que éste significa un derrumbe del mercado interno, que es una pieza clave en el mantenimiento del “cluster” de Pymes que sostiene el pulpo de los Rocca, cuando tienen por delante una caída vertical de las exportaciones. El “capo” de Techint acaba de pedir protección frente a las importaciones de China y Brasil, en oposición a lo que plantearía el FMI, y una “política” para el sector agropecuario que dinamice el mercado de la maquinaria agrícola, del cual Techint es proveedor.

Pero si el gobierno no levanta del 25% en las encuestas, la oposición, por su lado, está atomizada y tampoco atrae el electorado. Margarita Stolbitzer ha anudado pactos con los ex radicales K y ha abierto una negociación con Solá. Sin embargo, fruto de sus “conversaciones habituales con Mauricio Macri”, Solá ha dejado correr la hipótesis de su candidatura en la provincia y la de Michetti en la Capital, como parte de un mismo bloque político (Clarín, 12/12).

¿”Vivir con lo nuestro”?

La intervención de Agustín Rossi, en misma sesión de la Cámara de Diputados, expuso el otro polo de la política patronal: “Si la crisis está en el centro del poder (Estados Unidos), éste tratará de resolver su propia crisis y habrá poca liquidez para los países emergentes, por lo que la alternativa es ‘vivir con lo nuestro'”. ¿Pero el gobierno es capaz de sostener una economía dirigida y reglamentada? No es lo que demuestran los 25.000 millones de dólares que se han ido del país desde septiembre de 2007. El gobierno estaría por lanzar un nuevo canje de bonos de deuda de corto plazo por otro de plazo mayor, que está manejado por el Citibank y el Deutsche Bank -o sea que será un premio a los banqueros y no una medida unilateral para parar la hemorragia de la deuda externa.

El gobierno está llevando a la nación -y a la propia camarilla-, a un callejón sin salida, en la medida que es incapaz de enfrentar la crisis con medidas que ataquen la propiedad privada de banqueros y exportadores. Esta es la base más general de la descomposición política del oficialismo y de la diáspora que va quebrando su base de apoyo.

Pero tampoco tiene excluido su propio acuerdo con el FMI. Mario Brodersohn (UCR) le dijo a Clarín (14/12) que “es posible que el gobierno, con la aparición de Obama, con las nuevas regulaciones del mercado financiero internacional, empiece a decir que vamos a tener un FMI progresista (y) a estar más predispuesto a endeudarnos. Es posible que haya un cambio, un giro de 180 grados”.

El Centroizquierda y el Frenapo

La CTA, que viene de protagonizar una movilización reducida y dividida, se ha declarado fuera de una agenda de intervención en la lucha de clases. Toda su preocupación gira en torno de las combinaciones electorales de 2009, con la pretensión de que “a la izquierda de Kirchner ya no hay una pared. Estamos nosotros” (Clarín, 13/12). Claudio Lozano ha hecho un llamamiento al sector de Diálogo por Buenos Aires (Bonasso, Ibarra, Heller), a diputados de Juez y a Martín Sabatella -intendente de Morón-, para constituir un bloque parlamentario. Solanas ha ido a visitar al propio Juez, un representante de los sojeros y los capitales automotrices, para formar un “frente nacional”.

Claudio Lozano ha denunciado que “se está convalidando un proceso de devaluación progresivo para congraciarse con los exportadores”, pero sus aliados (Buzzi) reclaman una mega-devaluación.

La burguesía, entonces, oscila, ante la crisis, entre el dirigismo para no caer en “default” y seguir pagando la deuda, y la mega-devaluación y un préstamo del FMI. El fracaso del dirigismo lleva a esta segunda variante. Brasil la ha transitado en parte, porque ha hecho una importante devaluación y ha recibido un préstamo enorme de la Reserva Federal. Pero la crisis sigue y todo esto se queda corto. La mega-devaluación y el acuerdo con el FMI será el estallido final del período abierto por el ascenso del kirchnerismo.