Políticas

1/4/1993|386

Del Frente del Sur al Frente Chico

El sábado pasado el Frente del Sur de la Capital se partió en dos. Ello habría ocurrido, según la información de los diarios, cuando una mayoría integrada por el Ptp, el Pin, el Prt y una corriente del PI se negó a firmar una moción de repudio a Rico presentada por el Partido Humanista. Además de este último, quedaron del otro lado de la barricada el Partido Comunista y los grupos que éste subvenciona.


La información periodística, sin ser completamente falsa, es interesada. Lo que estaba en juego era otra cosa. Ocurre que a pesar de toda la jactancia del Frente del Sur acerca del método de las elecciones internas abiertas para designar a sus candidatos, está virtualmente consumado un acuerdo de cúpula, que se pretendió mantener en secreto, entre Solanas, Brunatti y Chacho Alvarez para designar a dedo a este último como primer candidato a diputado por la Capital Federal. La parte que podría tocarle al Partido Comunista en el entuerto sería la designación del ubicuo Vicente como primer candidato a concejal. Vicente es un hombre que cuando habla escupe humildad y ausencia de ambiciones por los cuatro costados, pero siempre se las arregla para conseguir un cargo sin tener ninguna clase de sustento popular propio.


Chacho Alvarez tampoco representa a nadie: es por eso que no está dispuesto a someter su candidatura al voto. Llegó a diputado como menemista y votó luego leyes menemistas reaccionarias fundamentales. Es un hombre de paja de la burocracia de Mary Sánchez, la que se valió de Alvarez para “consensuar” la ley de educación con el clero y la reforma jubilatoria con los radicales, la cual propugna eliminar el 82% y aumentar la edad para jubilarse. Alvarez quiere conservar el puesto, para eso reclama el apoyo del Frente del Sur en una eventual competencia con Graciela Fernández Meijide, candidata al mismo lugar por la Alternativa Popular, de Auyero, en lo que se dio en llamar un Frente Grande. Chacho Alvarez es además un reincidente, puesto que ya fue acusado por la mencionada Fernández Meijide de haber pretendido un acuerdo por arriba con la Alternativa Popular (sin internas abiertas) para conseguir esa ambiciosa candidatura a diputado en el primer lugar. Es altamente probable que al final no haya tampoco internas abiertas para un Frente Grande, ya que todos estos manejos prueban que esas internas se encuentran en avanzado estado de manipulación. El concejal Laporta le ha ofrecido, consecuentemente, a la Fernández Meijide, que encabece la lista de la Unidad Socialista.


Los acuerdos secretos que promueve y sanciona Solanas constituyen una prueba adicional de su condición de Fujimori, una función que en este caso requiere del apoyo financiero del Partido Comunista. Claro que se trata de un árbitro desplumado, que acata más de lo que impone.


El Frente del Sur ha dejado de existir: lo ocurrido en Capital deberá reproducirse con matices muy poco diferentes en la provincia de Buenos Aires. No es seguro que su sacrificio vaya a ser “compensado” por un frente con Auyero. En definitiva, el Frente del Sur se ha cocinado en su propia salsa, al demostrar, precisamente, su incapacidad para actuar en base a los procedimientos democráticos que prometió establecer. Los manejos por arriba son una manifestación de la corrupta politiquería burguesa, a la que no puede quedar ajeno un frente pequeño burgués que pretende, como estrategia, un escaño en el parlamento impotente y ficticio del Estado capitalista.


Como se ve, el tema Rico es una cortina de humo seguramente armada por los stalinistas, viejos duchos en estas faenas. Se trata, además, de una cortina de humo tridimensional, esto porque oculta, además, que el Frente del Sur alberga tendencias riquistas y pro-riquistas desde su fundación, y porque oculta también que la demagogia “nacionalista” del Frente del Sur (no llega a ser un programa) no se diferencia en los principios del programa del riquismo, incluso en su relación con el clero, en especial ahora que Rico fue “reciclado” hacia la democracia y que los stalinistas y ex stalinistas que están en el Frente del Sur o que proponen el Frente Grande, defienden el “socialismo de mercado”, es decir, el capitalismo y la destrucción de las conquistas anticapitalistas realizadas a partir de la revolución rusa de 1917.


La descomposición del Frente del Sur debe servir como lección, pues vuelve a enseñar acerca de los límites insalvables de la politiquería y el electoralismo (más precisamente el arribismo) que se disfrazan de frentismo. La formación de un Frente de Izquierda debe tener por base un programa de movilización de las masas contra el imperialismo y el gran capital, y la intervención consiente de los militantes revolucionarios.