Delaciones mutuas en el oficialismo

En este aeropuerto no pasa nada sin que yo me entere”, solía jactarse Ricardo Palazón, jefe civil de la base aérea de Morón, designado por la Administración Nacional de Aviación Civil (Anac). Ahora, aquella fanfarronada podría tomarse como una confesión de parte, cuando se tiene la certeza de que en esa base se cargaron los 944 kilos de cocaína que los hermanos Juliá llevaron a Barcelona.

Palazón había hecho de ese aeropuerto un coto propio y solía recordar con orgullo estúpido que Juan Perón estuvo ahí en 1974, cuando era Presidente. Le convendría olvidarlo: Perón fue a esa base para entrevistarse en ella con el dictador chileno Augusto Pinochet, con quien coordinó la represión a un lado y a otro de la Cordillera durante los prolegómenos del Plan Cóndor. Pero volvamos al asunto reciente del contrabando de cocaína.

En todo ese entramado, Palazón es una pieza menor, aunque indispensable. La Justicia española determinó con certeza que la droga fue cargada en Morón, con lo cual desarmó el primer intento de disimular el delito por parte de la ministra de Seguridad, Nilda Garré, y del ministro del Interior, Florencio Randazzo, quienes sostenían el absurdo de que el cargamento fue subido en Cabo Verde, donde el avión estuvo apenas cuarenta minutos. En cambio, embutir la droga en ese aparato tiene que haber demandado muchas horas de trabajo, con el despliegue que eso implica.

Ahora es el ministro de Defensa, Arturo Puricelli -quien sin respaldo de investigación alguna- asegura que “la Fuerza Aérea no está involucrada”, aunque un centenar de aviadores militares han sido citados a los tribunales, entre ellos un comodoro y un vicecomodoro. Con esas declaraciones, Puricelli juega su propia pugna interna con su antecesora, dado que Garré había sugerido que la Fuerza Aérea sí “podría” estar involucrada en el asunto.

Delaciones mutuas

El ex jefe de la base militar de Morón (un aeropuerto cuya pista es más grande que la de Ezeiza), el comodoro Jorge Ayerdi, quien fue destituido por el escándalo, se lava las manos y dice que el sector de la plataforma norte, donde el Bombardier Challenger de los Juliá estuvo entre el 6 de noviembre y el 30 de diciembre, es controlado por la Anac y no por la Fuerza Aérea.

En cambio, Palazón, el abriboca que decía que nada podía ocurrir ahí sin que él supiera, asegura que todo el control operacional del aeropuerto era responsabilidad de la Fuerza Aérea y no de la Anac.

Esto es: unos y otros se buchonean mutuamente, como ocurre siempre que queda al descubierto una red mafiosa. Ambos se tiran en los juzgados con carpetas, expedientes y protocolos de seguridad para demostrar que la culpa la tiene el otro.

En la Anac, al mismo tiempo, le apuntan a la Aduana. Lo mismo hace la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). Como se sabe, la PSA presentó una denuncia ante el juzgado de Alejandro Catania sólo cuando supo por la prensa que los Juliá y Matías Miret habían sido detenidos en España. Cuando partió de Ezeiza, la Aduana y la PSA le dieron pase libre al Challenger: “avión limpio”, dijeron.
Dicho sea al pasar, la mujer de Miret, Agustina Conil Paz, figura en el directorio de Medical Jet, la empresa involucrada en una enorme estafa al Pami por cobrar traslados aéreos que nunca se hicieron.

Detrás de toda esa runfla, aparece la mano de Julio de Vido. El ministro de Planificación -y gran cajero K- tiene bajo su órbita y protección al titular de la Anac, Alejandro Granados (hijo), cuyo padre, intendente de Ezeiza, supo ser -como tantos en este gobierno (incluidos NK y CFK)- menemista, duhaldista, kirchnerista y ahora “cristinista”.

Otro ladero de De Vido, el brigadier Horacio Orefice, está a cargo del Organo Regulador del Sistema Nacional Aeroportuario (Orsna). También Jorge Márquez, director nacional de Transporte Aerocomercial, es un protegido del ministro. He ahí los “agujeros” en el control de los aeropuertos a los que se ha referido Garré.

Por lo demás, los Juliá, Miret y todos sus protectores oficiales son sólo peones de un ajedrez gigantesco. El narcotráfico, que mueve en el mundo unos 2 billones de dólares anualmente y no ha jugado un papel menor en la gestación de la crisis financiera internacional, ha penetrado profundamente en el Estado argentino. Los Juliá y compañía son simples transportistas, “mulas” de lujo.

Mientras tanto, los grandes carteles de la droga se han instalado aquí hace bastante tiempo. Y se ve que se sienten cómodos.