Políticas

24/3/1994|414

Desfalco en La Plata: otro síntoma de la crisis financiera

Siete de los mayores agentes de la Bolsa de La Plata —entre ellos su presi­dente y sus dos últimos tesoreros— se han declarado “Insolventes”, perjudi­cando en doce millones de dólares a más de 5.000 ahorristas —entre ellos numerosos jubilados.


Crisis


La “operatoria” que produjo la quie­bra consistía en la utilización, por parte de los agentes, de las acciones que compraban a cuenta de sus clientes, para especular en La Bolsa, sin el cono­cimiento, claro, de sus titulares. Según “especialistas” del Mercado de Valo­res de Buenos Aires, los agentes bursátiles platenses se valieron de estas maniobras ilegales para reponerse de las pérdidas sufridas en la baja de la Bolsa de 1992 y de las que no pudieron recu­perarse a pesar del “boom” de 1993.


Todo esto marchó bien mientras la Bolsa subía y los clientes podían cobrar los dividendos por las acciones que su­puestamente tenían. Pero cuando co­menzó la caída de la Bolsa todo el cas­tillo de naipes se vino abajo: los agentes ya no pudieron seguir abonando los divi­dendos ni, mucho menos, cumplir las órdenes de venta de los inversores que pretendían deshacerse de las acciones ante la baja de los precios. “Algunos— dice Clarín, 11/3— recurrieron a la finan­ciación banca ría (para cubrirse ante sus clientes) y eso los terminó de fundir’’.


Pero la “operatoria” que quebró la Bolsa de La Plata no es un “fenómeno local”. El escándalo platense es uno de los causantes de la baja de estos días de la Bolsa de Buenos Aires y esto no sólo porque muchos agentes porteños po­drían contarse entre los damnificados. “Los hechos platenses preocupan en la ´City´ porteña (porque) ahora la CNV se les va a venir encima para prevenir la repetición de hechos similares”… es decir la especulación con acciones de tos clientes. Estas “bicicletas”—y  otras— han comenzado a despertar interrogantes de “si no hay peligro que pase lo mismo en Buenos Ai­res” (Página 12,15/3).


“Lobo suelto. Cordero atado”


Una defraudación de semejantes dimensiones sólo es posible gracias a la complicidad oficial.


Las autoridades de la Comisión Nacional de Valores, encargada de “controlar” las Bolsas de todo el país, son designadas por Menem. El presidente de este organismo es Martín Pérez (Redrado), un hombre de los grandes fondos de inversión norteame­ricanos. Durante dos años, Redrado hizo la vista gorda frente a estas “operatorias” y sólo inició juicio contra apenas dos de los estafadores cuando ya la Bolsa había quebrado, tos agentes bur­sátiles se habían esfumado y tos inver­sores desplumados.


Esta complicidad con tos estafado­res bursátiles explica la cadena de chanchullos que han venido saltando en la Bolsa en los últimos meses. Acindar truchaba sus balances para ocultar las ganancias y así repartir menores divi­dendos; las acciones de Renault y de Sevel fueron compradas y vendidas en grandes bloques, haciendo saltar sus cotizaciones de un día para el otro dejan-. do en el camino numerosos damnifica­dos. En ninguno de estos casos—como tampoco en el de La Plata— hay deteni­dos o enjuiciados ni tos ahorristas esta­fados recuperarán su dinero. El funcio­namiento de las Bolsas es una conspira­ción de tos grandes capitalistas, la banca y el Estado patronal contra los pequeños ahorristas y la sociedad en su conjunto.


En el curso de unas pocas semanas fue asesinado Juan Bader, un financista que fue a la quiebra en operaciones “riesgosas”, se derrumbó la Bolsa de La Plata y la Bolsa de Buenos Aires “pinta para desastre”.


Todos los síntomas apuntan en la misma dirección: ha comenzado la cuenta regresiva del estallido de una colosal crisis financiera.