Políticas

22/7/2004|860

Después del 9 de Julio

La crisis provincial está al rojo vivo. Si antes del 9 de Julio la crisis del PJ había obligado a postergar en tres oportunidades el Congreso justicialista y era un revulsivo para que gremios afines al mirandismo aparecieran motorizando los reclamos, luego del 9, puso al gobierno bajo estado de sitio.


Alperovich perdió el control de la Legislatura. El jefe del bloque del PJ, el alperovichista Adla, pide la cabeza del ministro de Gobierno.


La iniciativa de la reforma constitucional duerme el sueño de los justos; ahora su verdadera preocupación es completar el mandato.


Las versiones de remociones en el gabinete son la comidilla de los medios.


Alperovich intentó dar una imagen de fortaleza, apenas transcurrida la jornada del 9, denunciando a la dirigencia sindical e inclusive a algunas organizaciones piqueteras. Pero le va a salir el tiro por la culata: llueven denuncias por malversación de fondos y sobre su relación con el vaciamiento del Banco Mayo.


El arco sindical burocrático ha decidido realizar un “acto de desagravio” de la dirigencia acusada, que tendría como orador al propio Miranda, y que serviría de escenario para impulsar en Tucumán una sucursal de la CGT unificada.


Con este escenario, Alperovich “huyó” a España, de donde regresaría recién el 2 de agosto.


Quiebra de las finanzas públicas


La crisis del PJ y la división del frente político gubernamental abrieron las brechas para que irrumpieran los reclamos de los trabajadores. El trasfondo de la crisis es la quiebra general del país y, en particular, de la provincia.


En el 2005, los vencimientos de la deuda provincial llegarán a 300 millones de pesos. En el 2003, la provincia tuvo un superávit de 139 millones de pesos (La Gaceta, 11/7); por lo tanto, deberá más que duplicar el superávit de este año para pagar la deuda. La bancarrota de las finanzas públicas explica el rechazo oficial a cualquier aumento salarial y su ofensiva impositiva, que puso a los colegios profesionales y a la propia Federación Económica (FET) en un cuadro de rebelión fiscal. De estas quejas se ha hecho eco la propia Legislatura: los mirandistas, los juristas y todo el arco opositor (republicanos, centroizquierdistas, etc.) rechazaron modificar el Código Tributario. O sea que Tucumán va a un seguro “defol” de su deuda pública.


Rebelión de los trabajadores


Luego de la jornada del 9, la percepción de los trabajadores en lucha es que hay que ir hasta el final para arrancar los reclamos.


Durante la semana se realizaron varios plenarios para ajustar la continuidad del Plan de Lucha. Se resolvió que los martes y jueves se harán jornadas de cortes en toda la provincia y piquetes móviles en la capital. Para el 3 de agosto se ha convocado a un paro activo provincial con concentración en la Plaza Independencia. Se instalaría una Carpa Negra por tiempo indefinido. A Alperovich lo espera un pueblo movilizado.


La jornada del 9 causó una verdadera conmoción en los sindicatos provinciales. Nuevos activistas aparecen destacándose, y en muchos casos se abren paso frente a la dirigencia carnera o vacilante. Esto ocurre en el sindicato municipal de la capital, donde la lucha ha pasado a estar bajo control de los delegados de base; o en el caso de UPCN y Atep, donde delegados y agrupaciones se han integrado al frente de lucha pasando por encima de la dirigencia.


Vialidad, en una asamblea general, aceptó el aumento del básico salarial a 170 pesos pero, simultáneamente, los trabajadores resolvieron continuar la unidad con los sectores en lucha por el reclamo de un salario básico de 350 pesos.


En el último plenario se debatió llevar adelante el planteo formulado en el Llamamiento al Pueblo Argentino: convocar a un plenario de base de los gremios y organizaciones en lucha. Sin embargo, no se llegó a una resolución. Aparecen cuestionamientos a resolver con la presencia de las bases (éstas deberían acatar lo que resuelven los dirigentes); otros sostienen que sería simplemente una ampliación de la discusión que ya se hace en los plenarios habituales de coordinación. No se percibe que la convocatoria de un congreso de bases es la oportunidad para que la base de numerosos gremios (desde ya los de la CTA, pero también los de los trabajadores privados) pueda intervenir, al igual que los miles de trabajadores sin representación sindical. Cuando la lucha no está bajo control de las bases trabajadoras, la dirigencia tiene las manos libres para maniobrar e inclusive para traicionar, como ocurrió con la dirigencia de la CTA, sin que los trabajadores pudieran impedirlo.


Por eso, en un amplio sector existe la firme convicción de que es necesario convocar para antes del 3 de agosto al plenario de base.