Políticas

10/4/2003|796

Después del rescate, los bancos siguen en quiebra

El aumento de la deuda publica no salva al sistema bancario

El gobierno ya les entregó a los bancos bonos por casi 10.000 millones de dólares, en concepto de seguro de cambio de sus deudas en dólares con el exterior (“cobertura”) y para compensar la pesificación asimétrica entre depósitos y créditos. Además, les redolarizó los Préstamos Garantizados, por unos 6.000 millones de dólares, en un canje de depósitos de ahorristas por los Bonos del Estado (Boden).


La semana pasada, Duhalde autorizó a los bancos por decreto a cancelar los redescuentos de 20.000 millones de pesos otorgados por el Banco Central durante el 2002 en 70 cuotas, a partir de marzo de 2004, con Préstamos Garantizados que no hubieran sido usados en el canje de depósitos por Boden, o con los bonos Boden que les fueron entregados por la cobertura o compensación por deudas con el exterior.


Por otro lado, Duhalde envió al Congreso un proyecto de ley para compensar con más bonos a los bancos, esta vez por los amparos y la indexación asimétrica entre deudas y depósitos (CER/CVS), lo que sumaría unos 3.000 millones de dólares.


Como resultado de todo esto, la deuda pública aumentó en 22.000 millones de dólares y llegaría a 25.000 millones de dólares si el Congreso aprueba las nuevas “compensaciones”.


Pero la cosa no termina aquí. Ocurre que, incluso luego de la redolarización y de la cancelación anticipada de los Préstamos Garantizados y los nuevos bonos, el sistema bancario sigue con patrimonio neto negativo. Esto se debe a que esos bonos valen en el mercado la mitad de su valor nominal (por ejemplo, el Boden 2012 en dólares cotiza al 50%). Para disimular la quiebra patrimonial, el Banco Central ha aprobado una norma por la que “los bancos tendrán hasta 5 años para ajustar la valuación de los títulos públicos que tienen en sus carteras de inversión a los precios que rijan en los mercados”, y que los Boden 2012 “podrán ser contabilizados a valor técnico” (La Nación, 3/4), lo que representa un 30% más que el valor de mercado.


Pero incluso esto no alcanza, porque “el monto de la cartera irregular (de los créditos bancarios pesificados) sigue siendo muy alto, casi el 30%”, reconoció el ex titular del Banco Central Javier González Fraga (La Nación, 6/4).


En resumen: después de la pesificación de las deudas bancarias – que benefició a los grandes grupos económicos – y del auxilio y el salvataje de la banca, el sistema financiero sigue quebrado porque tiene una cartera 30% morosa y bonos que valen la mitad. Esto explica que la cartera de préstamos siga cayendo, porque los bancos utilizan los fondos que ingresan por nuevos depósitos o por los pagos de préstamos para recomponer sus “cajas” y hacer frente, de esta manera, a la salida del corralón y a la nueva bicicleta financiera que se está armando.


La nueva bicicleta financiera tiene dos ingredientes:


• Hoy, los bancos ofrecen una tasa de interés muy alta para los depósitos en pesos mientras la cotización del dólar sigue retrocediendo. Pero apenas el dólar deje de caer y empiece a subir, esos pesos acrecentados por la tasa de interés saldrán de los bancos e irán a parar a la compra de dólares.


• Las normas de salida del corralón establecen que los depositantes de más de 30.000 dólares tienen que hacer un plazo fijo de 90 ó 120 días y recién entonces podrán recuperar sus ahorros. Ante esta circunstancia, y como desconfían del nivel en que estará el dólar en ese momento, se observa un crecimiento de la compra de dólares a futuro, para junio y julio, que es cuando vencen los plazos fijos del corralón. Por esa razón “se cuadruplicaron los contratos de dólar futuro”, informó El Cronista (2/4).


Todo esto está indicando la fragilidad del proceso de salvataje de la banca y la traba que implica para la recomposición del proceso capitalista en su conjunto. La fragilidad es tal que, por ejemplo, un ex banquero, el lópezmurphista Mario Teijeiro, sostiene que “no es posible rehacer un sistema bancario con bancos quebrados” (¡!); plantea, entonces, que el auxilio a la banca vaya condicionado al compromiso de los bancos de “recapitalización adicional para cumplir con los capitales mínimos deteriorados por la desvalorización de su cartera pública y privada”.


Pero los bancos sólo pondrán capitales nuevos si se les asegura una depuración del sistema financiero, con el achique y privatización de la banca pública y la absorción de los bancos más débiles.


Esto figura en la carta de intención firmada por Lavagna con el Fondo Monetario como una tarea que deberá encarar el próximo gobierno. Por eso, ya hay una lucha encarnizada en la burguesía, una de cuyas manifestaciones es la división de los banqueros en tres cámaras patronales y en dos de la Unión Industrial, con Techint liderando uno de los bandos.


Todo esto marca una profundización de la crisis política y la inminencia de nuevos choques, que estarán determinados por el resultado de las elecciones y la renegociación del acuerdo con el Fondo que empieza en junio.