Detrás de Moyano y sus peleas

El anuncio de un proyecto de participación obrera en las ganancias empresarias subió la tensión entre los popes de la Unión Industrial, por un lado, y la CGT por el otro. Al mismo tiempo, el sindicato de camioneros amenazaba con retomar los bloqueos contra Techint. La sangre, ¿va a llegar al río?

“Participación” sí; salario y jubilaciones, no

La participación en las ganancias es un viejo recurso de los capitalistas para asociar una parte del salario a la marcha de  sus beneficios. El patrón cuenta con un poderoso acicate para forzar a los obreros a aumentar el rendimiento del trabajo e integrar a los sindicatos a políticas de superexplotación obrera. De todos modos, los ingresos obreros no dependerían siquiera de esa mayor explotación, sino de las condiciones generales del mercado capitalista.

Después de anunciar su proyecto, Moyano y Recalde han buscado tranquilizar a los patrones, explicando que las ganancias serán distribuidas una vez descontadas las futuras inversiones.

Pero esa contabilidad seguirá en manos de la gestión capitalista, que redoblará la falsificación de sus balances para disimular beneficios. Por otra parte, el proyecto prevé destinar una parte de las utilidades a un “fondo de asistencia a los desocupados”. O sea, otra caja para el propio Moyano, que servirá de pretexto para tolerar despidos o desistir de la lucha por un seguro al parado.

La “participación” de Moyano-Recalde tiene un antecedente local en el sindicato del neumático. Allí, fue impuesta en el pulpo imperialista Firestone, con el aval de Pedro Waseijko, actual candidato de la CTA en la lista de Yasky. El acuerdo, que desde hace varios años sólo deja chirolas a los obreros, lo impuso la patronal bajo la crisis de 2001, como parte de una extorsión que incluyó la amenaza de cierre e impuso condiciones laborales a la baja, que subsisten hasta hoy.

Mientras agita la “participación”, una inflación que amenaza superar el 30% se devora los topes salariales pactados por Moyano. Se trata, por eso, de una cortina de humo para encubrir que la “participación” del salario en la riqueza social está siendo severamente golpeada.

Moyano y la “paz social”

Aunque el capo de la UIA salió a acusar a Moyano por querer “transformar a la Argentina en Cuba”, sus pares salieron a bajar la pelota. Por un lado, saben que el proyecto Moyano-Recalde ha sido varias veces meneado y luego cajoneado, en función de las pujas parlamentarias del kirchnerismo con la oposición. En este caso, la extorsión podría tener como moneda de cambio ¡al 82% móvil! que los K están tratando de bombear por todos los medios posibles. Por otra parte, mientras se peleaba con la UIA, Moyano firmaba la “paz social” con el directorio de Aerolíneas, en nombre de la casi totalidad de los sindicatos aeronáuticos. Al mismo tiempo, mantenía su completa ausencia del conflicto de Paraná Metal. De ese modo, salió a recordarle a toda la clase capitalista su papel de contención de las luchas obreras.

La burguesía, sin embargo, desconfía de esa capacidad, y tiene razones para ello. No hace mucho que los piquetes de la alimentación de Córdoba desafiaron los topes salariales que la burocracia aseguró a los capitalistas y al gobierno. La tensión en torno de la reapertura de las paritarias, en gremios privados o estatales, marcha a contrapelo de los compromisos de “paz social” suscriptos por Moyano, en el primer caso, o por las burocracias de Yasky o De Gennaro, en el otro. En medio de una manifiesta inflación en dólares, el jefe de Fiat y otros patrones exigen que los precios y beneficios se dolaricen, pero los salarios no. Esta música –y no otra– es la que los capitalistas quieren oír por parte de Kirchner y Moyano.

Quién sirve a quién

Moyano ha formado un verdadero emporio empresario, con intereses en el transporte (seguros y fiscalización de cargas, recolección de basura). La Justicia investiga en qué medida la obra social de su gremio y otras cajas estatales contribuyeron a ese conglomerado patronal.

Respecto de este enriquecimiento, la clase capitalista miró para otro lado, cuando Moyano mantenía a raya las luchas obreras sin mayores sobresaltos. Ahora, ante los ojos de los capitalistas, el hombre está en capilla.

En vistas de esa desconfianza, Moyano le ha arrancado un reaseguro a los K con la entrega del PJ bonaerense y futuras candidaturas en sus listas. Pero más que un “reforzamiento” de Moyano, ello delata la debilidad de la camarilla oficial. A falta de otros recursos políticos, los K se han entregado a la suerte de una burocracia desprestigiada. Por esa tercerización, Moyano espera un salvoconducto para sus causas judiciales. Pero la mayor parte de la burocracia judicial –incluyendo a la mayoría de la Corte– ha tomado distancia del gobierno, o sea que los Kirchner ya no pueden garantizarle esa impunidad. El eje Kirchner-Moyano es, por encima de todo, la conjunción de dos declinaciones políticas.

Las tendencias de fondo

Con Moyano y Yasky subidos al carro kirchnerista, el gobierno quiere mostrarle a los capitalistas que preserva la facultad de regimentar a los sindicatos, en el cuadro de los desequilibrios y contradicciones impuestos por la crisis mundial. Pero el bonapartismo oficial está en decadencia. Lo demuestra la tensión por el salario; la enorme lucha de Paraná Metal, después de un año de degradación impuesta por el vaciador oficial Cristóbal López –y tolerada por la degennarista UOM de Villa Constitución. Lo expresa, a su modo, la rebelión secundaria en la Ciudad, la única lucha ¡en serio! contra Macri y la derecha frente a la demagogia impotente que suelen exhibir los K.

En sus pujas con grupos capitalistas o con la oposición derechista, el gobierno nunca superó el marco de una reasignación de negocios entre pulpos. Pero pretende, a cambio de ello, alinear a los trabajadores con él. Las bravuconadas de Moyano apuntan en el mismo sentido. Sin embargo, los “nacionales y populares” no tienen para ofrecernos más que el deterioro del salario, la flexibilidad laboral o la miseria jubilatoria. La decadencia de los Moyano y sus mandantes políticos tiene que ser aprovechada, no para reforzar otros remedos burocráticos, sino para que vayamos hasta el final: desarrollemos agrupaciones clasistas en todos lados, votemos a la Lista 3 de Unidad Clasista en la CTA, construyamos una alternativa política de los trabajadores.