Diego Bossio, sin vergüenza

Diego Bossio, sin vergüenza

El 17,21% que recibirán de aumento los jubilados en septiembre para los siguientes seis meses no compensa la inflación pasada, que ascendió al 22%: representa una pérdida de 5 puntos. Con los nuevos haberes los jubilados deberán hacer frente a la inflación y devaluación del peso hasta marzo de 2015.

Ya en marzo pasado, con el 11,31%, habían tenido otra pérdida no menor a 6 puntos. Los dos aumentos del año a los jubilados representan un aumento del 30,5%. O sea, un 25% menos que el alza promedio de los precios -del 40%.

Ocurre que “la aceleración de la inflación lleva a que esos reajustes se licuen rápidamente porque se calculan sobre cifras de recaudación y salarios del semestre anterior. Así, en marzo, la suba fue calculada sobre variables de julio a diciembre de 2013, que quedaron muy rezagadas por la brusca devaluación del peso de enero y la inflación de los meses siguientes. Los más golpeados son los que ganan el haber mínimo o menos porque se amplió la brecha con la canasta básica” (Clarín, 14/7). Por ejemplo, antes de cobrar el aumento en septiembre próximo, solamente la esperada inflación de julio y agosto absorberá entre 5 y 6 puntos del 17,21%.
Esos simples números desmienten a Diego Bossio quien, sin vergüenza, declaró en Página/12 (3/8) que “en términos reales, los jubilados ganan mejor que nunca”.

Para decir esto, Bossio esgrime el fuerte aumento que habría tenido la jubilación mínima con relación a 2001. La falacia aquí es que en 2001 sólo el 15% de los jubilados y pensionados cobraba el haber mínimo, cuando ahora lo percibe el 55%. Esto significa que sólo una porción reducida tuvo una mejora y el grueso un fuerte deterioro. Esto es lo que explica la gran cantidad de juicios que tuvo que pagar la Anses y que aún tenga más de 300.000 juicios pendientes.

Bossio dice que la ley de movilidad reforzó la mejora de las jubilaciones. No dijo que el gobierno vetó la ley que fijaba el 82% y tampoco que los jubilados que ganan los juicios, además de la retroactividad, obtienen un reajuste de sus haberes del 70%.
La realidad es que la fórmula de movilidad eliminó el ajuste de las jubilaciones por la inflación o los salarios, medidos en forma independiente del Indec. Puso, en cambio, un techo a los aumentos y además aseguró que los jubilados absorban la recesión (menor recaudación) y la caída de los salarios reales. Eso explica los miserables 11,31% en marzo y ahora el 17,21% en septiembre. El diseño del régimen previsional apunta a aislar al Fondo de Sustentabilidad de la remuneración jubilatoria, con la finalidad de usarlo como banco de préstamos subsidiados a los capitalistas.

La fórmula de movilidad, que determina aumentos jubilatorios dos veces por año, toma, por un lado, la mitad del incremento de la recaudación de impuestos con destino a la Anses y, por el otro, la mitad de la variación porcentual de los salarios semestrales, según el Indec o el índice Ripte que elabora el Ministerio de Trabajo. Ese resultado se compara con la recaudación total anual de la Anses por aportes, contribuciones e impuestos. De ambos se aplica el índice menor.

Con esta metodología, el ajuste salarial negativo, las suspensiones y los despidos determinan que la Anses recaude menos. Al recaudar menos, el índice de movilidad es más bajo.

A esto hay que sumar que “la fórmula de movilidad se calcula por semestres y se aplica tres meses después, en marzo o septiembre de cada año. En épocas de nula o baja inflación, el impacto de este desfase es mínimo. Pero cuando se acelera la inflación, las cosas cambian y los aumentos salariales o de jubilaciones quedan licuados ya cuando llega el momento del primer cobro. Y luego hay que esperar otros seis meses con el mismo haber hasta percibir el siguiente aumento, que queda nuevamente más que licuado por la inflación” (Clarín, 6/2).


Romina Alvarez