Políticas

16/5/2019|1548

[Editorial] Ante el alto voltaje de la crisis

Más que nunca, la clase obrera debe intervenir

El FIT debe intervenir con una política de clarificación programática en la línea de los 10 puntos de los trabajadores. Foto: Iván Carnevale

El voltaje de la entrelazada crisis política y económica escala a niveles sin precedentes cuando falta menos de un mes para el cierre de alianzas y unos días más para la inscripción de listas electorales. La propia sobrevivencia del gobierno Macri para entregar la banda presidencial en diciembre está cuestionada.


Cuando llegaba otra intervención de Donald Trump violentando los reglamentos del FMI para que los fondos del FMI afronten la fuga de capitales, el propio Trump decidió aranceles a las importaciones chinas por 200 mil millones de dólares, lo que abrió otra ola de devaluaciones de los emergentes con el yuan a la cabeza, amenazando transformar la guerra comercial en guerra de monedas. Por otro lado, el energúmeno yanqui, al desarmar los acuerdos de desnuclearización con Irán, disparó al alza el precio internacional del petróleo.

Los efectos en la crisis capitalista criolla llevada al paroxismo por Mauricio Macri no se hicieron esperar. Se retomó la tendencia alcista del dólar y se incrementó la fuga de capitales al punto que el 90% de los envíos del FMI se han ido por el sumidero. Cayó el precio internacional de la soja por debajo de los 300 dólares, detonando una pérdida de unos 3.000 millones de dólares en las exportaciones y una fuerte presión contra las cruciales retenciones para el fracasado plan de déficit primario cero. Los combustibles aumentaron, poniendo leña al fuego inflacionario, aunque las petroleras indican que por la evolución del dólar y el precio internacional al mismo tiempo, hay un “retraso” de entre el 7 y el 20%. Esto último habla de un comienzo de “inflación reprimida”, cuando los índices de costo de vida vuelan al 4% mensual.


Entre las medidas de emergencia ante semejante cuadro, Nicolás Dujovne y Guido Sandleris, del Banco Central, buscan superar a sus antecesores en la carga explosiva del endeudamiento. Han inventado las Lelink. Son letras de plazo electoral con vencimiento entre septiembre y diciembre, es decir para ser pagadas antes del presunto default, pero atadas al dólar. Esto para evitar que un vencimiento de 98.000 millones de pesos de Letes el 21 de junio -un día antes de la inscripción de listas- pasen al dólar sin anestesia.


A la luz de esto se entiende por qué está en cuestión que Macri mantenga sus pretensiones reeleccionistas e incluso que pueda cumplir la totalidad de su mandato. La burguesía tiene una carrera contra el reloj por delante. Para que la salida de Macri no profundice la crisis, debe lograr armar un recambio político en pocas semanas y asegurarse que las masas no intervengan en pos de sus propias reivindicaciones.


Evaporación


El voltaje de la crisis condiciona cada una de las movidas políticas de las fuerzas en disputa. La escalada del dólar y los combustibles hicieron pasar al olvido en cuestión de horas el emprendimiento de los “precios esenciales”. Diluida esta maniobra, Macri quiso evitar que avance la ruptura de la clase capitalista con su gobierno, y lanzó los 10 puntos del FMI resumiendo el programa de la UIA, la Rural, los bancos y la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came). El apoyo de estas centrales empresariales a la iniciativa equivale a un condicionamiento a todas las fuerzas políticas. El planteo de “unidad nacional” no fue pensado para arribar a un acuerdo sino para ganar tiempo hasta las elecciones. Pero la derrota brutal de Cambiemos por 35 puntos en el distrito clave de las victorias macristas ante Juan Schiaretti ha dejado devaluadas las forzadas reuniones de Rogelio Frigerio con algunos gobernadores para “conversar” de unos puntos que nadie parece suscribir a estas alturas, aunque nadie los cuestiona para no pelearse con el amo del norte.


A Macri le esperan horas aciagas hasta el cierre de listas, caminando en la cornisa de la crisis radical después de la división cordobesa, del operativo Lousteau y los pataleos de Ricardo Alfonsín para cerrar con Roberto Lavagna, aunque todo parece indicar que la convención radical no romperá Cambiemos para evitar una caída anticipada sin red.


El anticordobazo de Schiaretti tuvo un indiscutido impacto político. Pero cuando corren 72 horas, su falta de definiciones que puedan ordenar al peronismo no kirchnerista tiene raíces muy profundas. La idea de convocar una liga de gobernadores para sustentar la “avenida del medio” no levanta. Tipos como Juan Manzur u Omar Perotti con elecciones por delante, y con el kirchnerismo metido en sus filas y en sus votos, difícilmente opten por alguien. Al contrario, todos se suman a la ola “provincializadora” que tuvo en el propio Schiaretti a un exponente máximo prohibiendo compartir con nadie el escenario de la victoria.


Cristina llamó la atención del país -y alegró a la fundida industria editorial- a pesar del doble crimen de la Plaza Congreso y la lluvia intensa del día de su “Sinceramente”. Pero la elección cordobesa le demostró que su capitulación ante el ex hombre de Cavallo y fiel gobernador peronista promacrista, tuvo por resultado fortalecer un adversario de peso. Presta, antes que se evapore el efecto Feria del Libro, acudió a la sede pejotista de Matheu después de 15 años, a “ponerse a disposición del lugar (candidatura) que haga falta”.


Cristina con los pies en el plato


Ella tampoco logró una liga de gobernadores, aunque reunió a Lucía Corpacci, de Catamarca, el inefable Gildo Insfrán y Rosana Bertone, de Tierra del Fuego (Alicia se descuenta y Rodríguez Saá podría estar) y el no menor peronismo de la provincia de Buenos Aires, con el 40% del electorado. En medio de la extrema debilidad, Macri logra que el peronismo se divida sin remedio. La burguesía, en cambio, no logra que esa división evite la presentación y el eventual regreso al poder de Cristina. Para evitar que se desate una fuga de capitales Cristina y Axel Kicillof multiplican sus señales favorables a pagar la deuda y respetar el tutelaje del FMI. La Cristina herbívora ha evitado toda denuncia contra la intervención norteamericana en América Latina, al contrario elogió a Trump en la Rural.


Para los trabajadores es una constatación fundamental. Todos y también Cristina promueven un recambio en orden en la ruta del FMI. Ella insistió ante la Mesa del PJ con el “contrato social”, la versión siglo XXI del Pacto Social con el que Perón vino a enfrentar a la clase obrera después del Cordobazo. Todos están en el anticordobazo, no sólo Macri y Schiaretti. La decisión de la Corte de aceptar las chicanas dilatorias en el juicio contra Cristina que la sentaría el 21 de mayo junto a Julio De Vido y Lázaro Baéz en el banquillo de los acusados, parece indicar que un sector del establishment prefiere preparar las cosas por si acaso. Al igual que Roberto Cardarelli, del FMI, quien dijo “cualquiera sea el gobierno, lo importante es que paguen”, algo que el kirchnerismo promete a cuatro vientos.


Más que nunca, los trabajadores tenemos que intervenir


La CGT colaboracionista no ha podido evitar convocar un paro general para el 29 de mayo. Sin embargo, a 50 años del Cordobazo, una de las mayores gestas de la clase obrera, este paro tiene el objetivo de desembocar en el voto al recambio peronista en agosto y octubre. La burocracia sindical que entrega al movimiento obrero fábrica por fábrica, convoca un paro de 24 horas, sin movilización.

De paso, los burócratas muestran los dientes con dos objetivos: presionar por las homeopáticas cuotas de los fondos de obras sociales, que el ajuste fondomonetarista no suelta y, por otro andarivel, reforzar el alicaído protagonismo sindical en las listas pejotistas. Un operativo político electoral que expresa distorsionadamente la necesidad de que la clase obrera intervenga en la crisis.


El Frente de Izquierda y el clasismo no pueden errar ni demorar. Si no enfrentamos como clase la ofensiva capitalista, los trabajadores seguiremos enfrentando diluidos las elecciones. Y viceversa. Los resultados cordobeses, después de una soberbia campaña revolucionaria y militante del Partido Obrero indicando que “si votás a Schiaretti, te sale un Macri”, porque la alternativa es “El FIT o los candidatos del FMI” para “Que la crisis la paguen los capitalistas”, demuestran que los trabajadores apelan al voto a cualquier peronismo para sacarse a Macri de encima. Lo mismo, el imponente movimiento de la mujer cordobés por el aborto legal, que votó listas reaccionarias.


Un voto de este tipo, que ha caracterizado los ocho turnos electorales adelantados, será un episodio en una crisis mayor. El proletariado mecánico cordobés, los obreros de Luz y Fuerza atacados en su convenio y por la privatización de Epec -como antes la masa de los petroleros neuquinos o chubutenses- han votado un privatizador y flexibilizador contra otro. Pero deberán chocar con sus verdugos.


El FIT debe entender este cuadro para intervenir con una política urgente de clarificación programática en la línea de los 10 puntos de los trabajadores ya acordados y en el manifiesto programático que está en discusión tras la presentación del XXVI Congreso del PO y los textos de los demás integrantes. La dilación electorera es mortal. El vasto reagrupamiento del PO cordobés, que superó los mil fiscales, demuestra el potencial de una campaña militante.


Nuestra propuesta de un inmediato congreso de la izquierda con el método del frente único, tiene el objetivo de agrupar a la vanguardia de las luchas obreras, del movimiento de la mujer, de las barriadas piqueteras, de las huestes juveniles y contra la represión. Se trata de una cruzada política para preparar una lucha de clases llamada a agudizarse y que tiene por única referencia política y de clase al FIT. La propuesta al resto de la izquierda de una lista común también requiere actuar de inmediato en este sentido. El paro del 29 será otra oportunidad para el Plenario Sindical Combativo para intervenir con la perspectiva del paro activo nacional de 36 horas, para que la clase obrera se ponga en movimiento para terminar con Macri y el régimen del FMI.