[Editorial] Las luchas, las paritarias y el paro activo nacional a la orden del día

El 21F, Moyano y el Frente “antimacrista”

Con la importancia de reunir unas 150 mil personas, el 21F, a diferencia de las jornadas de diciembre, no abrió una nueva situación política. En cambio, apuntó a una política de contención de aquellas movilizaciones formidables contra las reformas previsional y tributaria. Su norte fue el debut de una borrosa alianza opositora entre una parte de la burocracia sindical y el tridente social del Papa, con el objetivo de sumarse a la meneada unidad del pejota. Los punteros del peronismo, sin embargo, le dieron un apoyo retaceado a la marcha.



El despliegue fenomenal del gremio camionero, movilizado desde todo el país, aunque sin paro, no alcanzó a compensar el carácter restringido del número de gremios que se movilizaron. La convocatoria “en apoyo a Moyano” tampoco representó un canal de masas de tipo espontáneo.



La convocatoria no tuvo alcance nacional, con la excepción de Neuquén y Mendoza, con sendas movilizaciones de unas 10 mil personas que constituyen reagrupamientos de importancia. Ello vale también para el paro de Adosac en Santa Cruz, que apuntó al ajuste conjunto de Macri y Alicia Kirchner, lo que equivale a la lucha contra el pacto fiscal de Macri y todos los gobernadores y parlamentarios del PJ.

Nada de esto estuvo presente en el discurso de Moyano. El camionero ni siquiera denunció el ataque al convenio de su propio gremio, dejando margen para negociarlo a la vuelta de la esquina. Una defensa ante el ataque flexibilizador que busca “bajar los costos de logística” a costa de los trabajadores, cuando los combustibles vuelan por la nubes, habría indicado al menos una ruta de resistencia para toda la clase obrera.



Lo más definido que planteó Moyano fue que los trabajadores piensen “democráticamente a quién votamos en la próxima elección”. En buen romance, colocó la convocatoria al servicio de la interna del PJ -y de la CGT- y por fuera de una continuidad que ponga en pie al movimiento obrero contra el plan de guerra en curso. El discurso fue desmoralizador para los compañeros que, desde los ingenios salteños hasta el Río Turbio, luchan contra despidos masivos.



Moyano, con apoyo sindical kirchnerista, ha buscado su lugar en un “frente opositor” centrado en el PJ, con vistas a 2019. Se trata de una estrategia de derrota para la clase obrera que lucha hoy contra los despidos, por las paritarias y contra todo el paquete de guerra contra los trabajadores. Hay que apuntar que gremios convocantes como Sutecba acaban de entregar su paritaria al 12%, o el kirchnerista aceitero de San Lorenzo por el 15%. Tampoco estos sectores juegan rol alguno, más bien todo lo contrario, para llevar a la victoria al Inti o a los mineros del Turbio, por mencionar algunas de las luchas más agudas.



Para la constelación convocante del 21F, se trata de una dudosa estrategia de desgaste político, que apunta al recambio político post ajuste. La enorme contradicción de la estrategia es que si Macri -y los gobernadores- triunfan contra la clase obrera ahora, después estarán en las mejores condiciones para su reelección. Justamente, ésa es la línea que han adoptado Durán Barba y compañía.



Felipe Solá, veterano mudador de camisetas, en la “mesa de unidad del PJ” (en la que por ahora ni pintan los gobernadores) planteó que se abre una “etapa de protestas”, y Kicillof, en una visita al Inti, vociferó que la unidad opositora la tenemos que ver “en las calles”. Es un ala que opera de taparrabos de los gobernadores y del enorme sector colaboracionista de la CGT, mientras hace demagogia ante las luchas obreras y sociales.



Que Marcos Peña acuse a Cristina de “autora intelectual” del (modesto) palco del 21F es una exageración interesada. Cristina no fue ni se pronunció por la movilización y mucho menos por su continuidad: el kirchnerismo es tributario de la gobernabilidad del ajuste desde su política integración al PJ. El que más lejos llegó en el operativo de una unidad opositora fue el gobernador Rodríguez Saá, reciente aliado de Cristina, proponiendo una interna opositora que alcance hasta la izquierda.


Frente antimacrista o paro activo nacional y congreso de bases



Este pretendido “frente antimacrista”, con quienes le votaron un centenar de leyes al gobierno, es una política nefasta para los trabajadores. El desarrollo de la izquierda obrera y socialista depende de abrir una ruta de independencia política sobre la base de liberar las energías de la clase obrera contra el ajuste. El clasismo y la izquierda, que cantaron en soledad por el paro activo nacional desde la columna independiente el 21F, tienen planteada esta batalla conjunta, estrechamente ligada, por las luchas, por el paro activo nacional y el plan de lucha y por la alternativa política de los trabajadores. Es la clase obrera la que puede derrotar el ajuste oficial, y no el recambio que pergeñan, todavía en minoría, la burguesía de los Mendiguren y compañía.



Las “multisectoriales” que impulsa la centroizquierda tributan en la misma perspectiva, buscando sumar una pata “progre” a la unidad opositora. Si la crisis capitalista y las luchas obreras ponen contra las cuerdas a Macri, el frente de colaboración de clases será la tabla de salvación para bloquear una salida de los trabajadores a la crisis.


Tenemos que enfocarnos para llevar a la victoria la huelga y ocupación del Inti que lleva un mes de batalla colectiva de sus trabajadores, como punto fuerte entre las luchas y así contribuir al reforzamiento de las otras batallas contra los despidos, como el Posadas, el Turbio, Fanazul, el Senasa, Cargill o los ingenios azucareros. El Polo Obrero y el movimiento piquetero independiente tienen que intervenir frente al ataque en regla a los planes sociales, mucho más vasto que la quita de las prerrogativas económicas de las “unidades de gestión” otorgadas al trío papal. El frente único de clase de los desocupados y de ellos con los ocupados, está en el orden del día.



El otro punto decisivo de la etapa inmediata son las primeras paritarias de bancarios y docentes, para romper la avalancha de paritarias al 12/15% en cuotas y sin actualización. El gobierno ha indexado los créditos hipotecarios, los combustibles, la deuda (70 mil millones, según índice de costo de vida más el 3,75%) y hasta “indexó” el dólar que saltó hasta 20,50 pesos con sus consecuencias sobre los precios futuros, mientras “desindexa” los salarios mediante cláusulas truchas de “revisión” en setiembre, sobre las cuales tenemos larga experiencia los trabajadores. El gremio bancario ha mostrado su combatividad y poder de fuego, lo mismo que el Banco Provincia. Lo que está en debate es disponer de un plan de lucha progresivo hasta la huelga general, lo que Palazzo acaba de descartar. Lo mismo vale para Ctera y sus gremios provinciales, donde hay que escapar como a la peste a los paros aislados tradicionales, cuando la enorme fuerza conjunta de los 800 mil docentes del país, puede ser un ariete con apoyo de todo el pueblo, para abrir paso a la derrota de los topes paritarios por parte de todo el movimiento obrero.



Los despidos y las paritarias a la baja son la primera línea de batalla de una política que descarga sus contradicciones en una mayor ofensiva sobre los trabajadores. Una situación que presenta ahora el agravamiento de la crisis industrial como consecuencia de las medidas proteccionistas de Trump contra la exportación a Estados Unidos de biodiesel, de acero y de aluminio, todas con consecuencias sobre la Argentina.



La ofensiva contra los trabajadores sigue en los convenios flexibles que acaban de firmar Smata y Ferroviarios, sumando a los de petroleros, leche y UPCN, que constituyen, junto al megadecreto, la aplicación por otras vías de la reforma laboral que no pudieron llevar al Parlamento después del 18D. Ningún convenio debe firmarse sin pasar por asamblea general del gremio, los paritarios deben ser electos en asamblea.



Para retomar el hilo de las jornadas de diciembre, nuestro empeño estará puesto en estos ejes, impulsando el paro activo nacional y el plan de lucha, desde cada lucha y desde cada gremio, para lo cual promovemos asambleas y mandatos, congresos locales de delegados y pronunciamientos por un congreso con mandato de bases de todos los sindicatos, sean de las distintas fracciones de la CGT o de la CTA. La unidad de un gran frente de clase para derrotar el ajuste con los métodos de la huelga general.



En este camino, apostamos a un 8 de marzo de masas, por el derecho al aborto y por todas las reivindicaciones de la mujer.