El acto de Moyano

Ante un palco más estatal que obrero, con el gabinete presidencial en pleno, al lado del empresarial gobernador bonaerense, Moyano se dirigió a no más de cien mil personas. El grueso del acto fueron columnas camioneras de todo, todo el país. Con trabajadores con el día pago, a los cuales los delegados les tomaban lista al terminar la jornada para que se haga efectivo el cobro. El mismo método, del día pago, corrió para el Smata, es decir que allí pesó la colaboración de las patronales más poderosas del país y del mundo. Se gastó varias veces más plata en este acto que lo que dispondrá el Frente de Izquierda para toda su campaña, hasta octubre. No obstante, el Smata sólo movió unas 4 mil personas. Lo de la UOM no fue mucho más grande. Los aparatos más notables después de camioneros fueron eso, aparatos: la Uocra y UPCN. No estuvieron los gordos, tampoco los duhaldistas de Barrionuevo y Venegas. De destacar la presencia de una columna de la Unión Ferroviaria de unas mil personas, pocas, del aparato del jefe de la patota presa, lo cual pinta el acto. Efectivamente, Moyano no dijo una palabra del crimen de Mariano, lo convalidó aceptando la columna de sus asesinos. Pronunció un largo y conceptuoso discurso que no tuvo una sola referencia a los enormes reclamos salariales, al 82% móvil, a los tercerizados, al naftazo ni al galope inflacionario. Tampoco una palabra sobre la huelga petrolera que conmovió al país. No fue un discurso de la clase obrera ni para la clase obrera. Fue en defensa propia, de la casta que usurpa los sindicatos, acosada de causas delictuales y de luchas por abajo, buscando cargos que le den impunidad y fuerza contra el clasismo. Le entregó el acto del 1º de Mayo a la Presidenta que estos días se pasa atacando las huelgas.