Políticas

7/6/2007|995

El balance de Marcelo Ramal

Los desafíos que dejo planteada la campaña electoral

—Tu balance de la campaña…


— Fue muy intensa. El PO estuvo presente en todos los lugares donde se desarrolló una agitación popular en torno de las elecciones.


Fue el único partido que desarrolló interpelaciones públicas.


Nuestra campaña se realizó con un programa de crítica socialista del proceso social en la ciudad, que nos dio la posibilidad de debatir todas las cuestiones cotidianas y las inquietudes de la población.


Un ejemplo fue la recorrida a los hospitales. Fueron visitas verdaderamente agotadoras por el nivel de debate con los médicos y los trabajadores. Es indudable que en los lugares donde la crisis social transita con más agudeza —los hospitales, las escuelas, los subtes, las organizaciones que están en la lucha por el suelo o la vivienda— el interés por las posiciones del PO es mayor. Lo de los hospitales fue muy fuerte. Otra característica de la campaña fue la participación en las interpelaciones de muchos candidatos del PO.


Una anécdota que retrata el contenido de nuestra campaña se dio en La Boca. Un sábado al mediodía, estaba desarrollando esta interpelación y había dos mesas de Macri. En una había algunas señoras que posiblemente eran jubiladas del barrio. Cuando comencé a hablar, vi que las dos mesas dejaron de repartir sus plataformas para escucharme con atención. En alguna parte de mi discurso, asentían con la cabeza lo que decía. Cuando terminé de hablar, les agradecí la atención. Me retribuyeron con un gesto y luego vinieron a saludarme. Me dijeron algo así como “sigan adelante, lo que ha dicho es completamente cierto”.


—El PO se presentó reivindicando una trayectoria política, como un partido. ¿Cómo veía la población este aspecto de la campaña del PO?


— Es contradictorio. Por un lado, como nunca antes, en el campo capitalista, la campaña se despartidizó y se personalizó, revelando la disgregación de los partidos burgueses y del régimen político.


Esto también ha pasado con las listas de izquierda o de centroizquierda. A veces, cuando nos mencionaban, decían “Walsh, Lozano y el PO”.


Entre el público de izquierda, progresista e incluso activista, este impacto es contradictorio. Hay un sector, incluso de gente vinculada a los procesos de lucha, que identifica el independientismo, la indefinición partidaria, con su propia indefinición. Este problema debe ser elaborado por el PO. La historia de la izquierda es la historia de elementos “independientes” que no han sido responsables ante nadie y que han hecho del voto la plataforma para su unión posterior con la burguesía, el aventurerismo o la disolución. El ejemplo más cercano es el de Luis Zamora.


—Fue la campaña de un partido en lucha.


—La campaña electoral se desarrolló en el cuadro de tremendas conmociones sociales. El PO las tomó como un eje de campaña. Parte de ese proceso se dio de un modo completamente natural porque nuestros candidatos fueron los líderes de las luchas más importantes que se dieron en la ciudad durante la campaña electoral.


—Esto tuvo consecuencias en la forma en que los medios trataron al PO y a los otros partidos de la izquierda…


— Es indudable que en las últimas dos o tres semanas se desarrolló una descomunal presión mediática, muy bien organizada por el Estado y la burguesía, contra estas luchas y contra el Partido Obrero. Fuimos atacados como parte de este movimiento. Al mismo tiempo, nos negaban el derecho a expresar nuestra posición en esos grandes medios de difusión y explicarle al pueblo qué es lo que estaba en juego.


Solamente la campaña del PO asumió estas características. Por ejemplo, en la tarde de la huelga del Subte, cuando la Infantería amenazaba a sus trabajadores y todos los medios de comunicación arreciaban contra ellos, la presencia de Vanina Biasi y la mía en la estación Constitución, en solidaridad con los trabajadores del subterráneo, fue “solitaria”. No había otros candidatos de izquierda.


El PO asoció su campaña con las luchas; se colocó enteramente en la trinchera de los explotados, asumiendo una brutal presión mediática.


—¿Qué experiencia deja la presencia del PO en los medios?


—La experiencia radial fue un verdadero laboratorio político. Las FM traducen una vida barrial, una serie de redes, culturales, sociales, gremiales en los barrios, que son la punta para un desarrollo del PO. Una radio de Devoto me invitó tres veces en el curso de la campaña. En el último programa, su directora me hizo una crítica sorprendente, que casi traza un programa de trabajo. Me preguntó si volvería a la radio después de las elecciones y de qué modo íbamos a intervenir para recoger lo que había sembrado a través de esos programas. Me preguntó si íbamos a abrir un local en Devoto.


—Esto nos lleva a la acción del PO después de las elecciones.


— Sería presuntuoso decir que la agitación política, las recorridas a hospitales y escuelas, la intervención en las FM, han abierto una nueva realidad del PO en la Ciudad. Más bien, abrieron una mirilla a través de la cual se entrevé qué Partido Obrero podríamos tener en la ciudad. Un partido que extienda su influencia política, que desarrolle una agitación socialista en los barrios, en los grandes centros de trabajo de los barrios, en los centros culturales. Un partido que, desde los lugares donde hoy es más fuerte, ejerza su influencia política sobre todas las clases de la ciudad.


Es indudable que hemos sido ferozmente censurados. Vamos a seguir siéndolo. La burguesía no sólo ha manipulado con los medios la concentración del voto popular en tres candidatos; ha intervenido también al interior de la izquierda para decidir qué candidatos debían ser promovidos. Pero esto, además de verlo como una censura, hay que verlo como un desafío. Vamos a quebrar esta censura mediante una gran acción política, de organización, de desarrollo político, de apertura de locales, de ejercicio de una influencia política pero también cultural e ideológica sobre todos los ámbitos de la Ciudad.


Éste es el gran desafío que deja la campaña electoral. Tenemos que desarrollar con toda consecuencia nuestra agitación e intervención, dándole un carácter sistemático a muchas de las cosas que hicimos en estos tres meses, obligados por la campaña electoral.