Políticas

18/9/2003|817

El balance del Partido Obrero

Que al día siguiente de una elección plebiscitaria (supuestamente), Felipe Solá haya planteado la reforma de la Constitución de la provincia para dar paso a una “reforma política”, revela que se ha puesto en marcha la primera crisis de gobierno aun antes de terminar el recuento de votos. El propósito anunciado es eliminar el sistema de las listas sábana y la exclusividad de los partidos políticos en la presentación de candidatos; y, por otro lado, municipalizar los servicios básicos de la población. Pero el propósito no anunciado podría ser incluso el otorgamiento de mayores poderes al Ejecutivo y la reelección indefinida. Felipe Solá necesita salir de su situación de rehén del aparato duhaldista. Como está inhabilitado, en los términos de la actual Constitución, para ser reelecto, los referentes de la patota duhaldista han comenzado a probarse el traje de la sucesión. “Solá empezó a perder poder interno desde el mismo momento en que ganó”; inexorablemente, lo que sigue “es la aparición paulatina de candidatos duhaldistas dispuestos a sucederlo” (Clarín, 16/9).


(Duhalde montó el imperio financiero más poderoso del país en torno al Banco de la Provincia de Buenos Aires. Solá está armando su base social con el núcleo de terratenientes exportadores, los fondos de inversión y sectores del capital financiero norteamericano – Citibank).


La elección en la provincia de Buenos Aires refleja un retroceso de larga data del PJ. Felipe Solá obtiene el porcentaje más bajo obtenido alguna vez por el PJ, aunque ha cosechado más distancia de sus opositores. Recrear, el partido de López Murphy que estuvo tercero en las presidenciales, con casi el 16% de los votos, cae a la cuarta parte; el candidato del Ari, Carlos Raimundi (votante en su momento de la reforma laboral), a la mitad. Rico y Patti tuvieron entre un 10 y 12% cada uno, una votación que no tiene perspectiva. Por otra parte, de los cinco diputados nacionales de Rico, tres son peronistas (La Nueva Provincia, 16/9). La caída de votos de la lista del PJ para diputados (Ruckauf, Barrionuevo, Atanasof) fue mucho mayor a los tres puntos que denuncia el resultado electoral, porque fue compensada por el voto Patti a la lista de diputados del PJ.


En la provincia de Buenos Aires el resultado electoral (como el de la Ciudad de Buenos Aires, Chaco o Santa Cruz) consagra a los representantes de la burguesía devaluacionista, que busca ahora un nuevo entendimiento con el capital financiero internacional.


El gran dato


En la provincia de Buenos Aires, el PJ (Kirchner, Rodríguez Saá, Menem) obtuvo en la presidencial 4,3 millones de votos. Las listas a diputados de Solá, Rico y Patti obtienen ahora 3,2, un millón cien mil votos menos, un dato que nadie se atrevió a recoger. En la provincia de Buenos Aires fue a votar sólo un 68% del padrón, una cifra de abstención que excede en más de diez puntos el promedio histórico; el voto en blanco se convirtió en segunda fuerza, con el 14,5% del total. El 44% de los electores bonaerenses no eligió a nadie. A la luz de estos datos, el arco político que va desde la Casa Rosada hasta el último puntero del PJtiene en realidad el respaldo de sólo un cuarto del electorado, un 25% del padrón. El peso de la abstención y el voto en blanco se hace sentir en Mar del Plata (capital de la desocupación y de los ahorristas estafados), donde el número de “no electores” supera al de electores; lo mismo ocurre en La Plata. El voto “bronca” encubre una protesta sin programa y sin perspectivas, pero aún en forma limitada e insuficiente, traduce la desintegración del régimen capitalista.


En el editorial del Prensa Obrera N° 815, “Salta y Buenos Aires”, decíamos: “El cotejo de lo ocurrido en Salta (PO como segundo partido de la provincia) con los resultados en la ciudad de Buenos Aires (Zamora no quedó primero por la mínima diferencia de 23.000 votos si se considera en forma independiente a las diferentes fuerzas políticas) pone de manifiesto algunas afinidades que habrá que seguir observando como expresión de una tendencia política”. En la provincia de Buenos Aires, esta tendencia podría estar manifestándose en el ascenso del voto “bronca”. Votos que anclaron en el centroizquierda o en el peronismo antimenemista en la anterior elección (en la que fue a votar casi un 80% del electorado y donde el voto en blanco fue del 0,7l%) se han refugiado ahora en la impugnación.


Lo que viene y lo que haremos


Las victorias electorales del PJ no han zanjado las crisis y contradicciones que debe enfrentar la tentativa de reconstrucción política del régimen y del Estado. 19 candidatos a gobernador y más de 1.500 listas a legisladores e intendentes y concejales son una expresión brutal de descomposición. El llamado “resurgimiento” radical no es tal, sino una acción de aparato de los intendentes de este origen (incluso con el visto bueno de Felipe Solá); la Ucr se disfrazó de “vecinalismo” en la mayor parte de los distritos. Dirigentes emblemáticos, como Posse en San Isidro, hicieron su campaña planteando: “vote a cualquiera para gobernador, pero en el distrito a mí”.


El acuerdo con el FMI plantea una nueva ley de coparticipación que va a recortar los giros actuales y el mantenimiento del congelamiento salarial. La renegociación de la deuda provincial se ha llevado el 15% de la coparticipación. Pero queda una deuda pública de 27.000 millones de pesos que representa dos presupuestos y medio de la provincia.


El PO ha tenido un leve progreso en votos a partir de los votantes del segundo cordón del conurbano, o sea de la movilización del Polo Obrero. Esto expresa la maduración política de todo un sector del movimiento de lucha que organizó a los desocupados, ocupó las fábricas, lideró las asambleas populares y recuperó sindicatos. La solidez de este avance está indicado por la delimitación con el gobierno y sus alcahuetes de izquierda.