Políticas

13/1/2005|884

El canje, antes que la vida


Ibarra , nada menos que un ex fiscal, fue incapaz de presentarse a dar explicaciones incluso ante un tribunal tan poco desafiante como la Legislatura.


 


Tampoco la Legislatura quería que lo hiciera; los macristas que votaron por la realización de la interpelación se habían asegurado, antes, que la Legislatura no reuniría los votos necesarios.


 


Antes que poner la cara ante una tragedia de la que se declaró, él mismo, responsable político, Ibarra prefirió entregar el poder a un reconocido ‘padrino’, Duhalde, y al aspirante de pollo del duhaldismo, Macri.


 


Los que acusaban a los luchadores de ‘politizar el dolor’ usaron el dolor para una operación política.


 


Al nuevo secretario de Seguridad, Alvarez, lo puso Duhalde.


 


El segundo de Alvarez, Daniel Gorgal, es el asesor de Seguridad de Macri.


 


Ibarra, de cualquier modo, no habría podido actuar como lo hizo sino por indicación de Kirchner.


 


Ibarra y Kirchner, los ‘progres’ de última generación, entregaron el poder de la Ciudad a quienes la ciudadanía porteña ha rechazado sistemáticamente.


 


Pero Alvarez y Gorgal no vienen a controlar cromañones, porque los cromañones, además, están registrados en el ‘paraíso’ fiscal y bancario de Montevideo.


 


Los cromañones tampoco son moco de pavo, como lo demuestran los socios de La Trastienda, el boliche del vicejefe de Gobierno, Telerman, y del jefe de medios de Kirchner, Albistur.


 


A esta gente, el confort y la seguridad del pueblo le importa un rábano.


 


Alvarez ya dijo que no quiere ser secretario de la Seguridad de los cromañones sino de una verdadera fuerza policial, que patrulle toda el área metropolitana.


 


El hombre quiere acabar con la tarea que pretendió iniciar en el Puente Pueyrredón, un 26 de junio de 2002.


 


En definitiva, los hombres del poder quieren imponer una salida integral a la crisis del poder que provocó la tragedia de fin de año y la rebelión popular que la siguió.


 


Ibarra y Kirchner prefirieron entregarse a Duhalde en lugar de dar la cara, para evitar una fractura del poder.


 


No iban a permitir que la muerte de 200 chicos argentinos y las secuelas que dejará la tragedia para decenas de otros fueran a arruinar el canje de la deuda que Lavagna tenía previsto anunciar dos semanas más tarde.


 


El canje de la deuda, ese gran negociado de banqueros y AFJPs, está antes que la vida.