Políticas

30/9/2004|870

El Código Penal de la Ciudad Autónoma

La Legislatura y el gobierno han presen­tado la sanción del Código de Contraven­ción de la Ciudad como una reconquista del “espacio público". En realidad, la per­secución a vendedores ambulantes y me­retrices callejeras es la pantalla el acapa­ramiento de ese mismo espacio para los capitalistas. Los vendedores “autorizados" serán aquellos “arreglados” con la buro­cracia del “sindicato de vendedores”, en acuerdo con los inspectores de habilita­ciones y los monopolios de la industria frigorífica (embutidos). La persecución a las meretrices callejeras apunta a favorecerá la explotación mafiosa de la prostitución de “puertas adentro", anunciada profusamen­te en nuestros dignos ‘diarios de nego­cios’. La norma sancionada prevé, por otra parte, la creación de “espacios públicos autorizados", esto es, una “zona roja” ofi­cial, o sea bajo control policial.


Permiso para luchar


Por fin, el nuevo código incorporó las sanciones por “obstaculizar el paso de ve­hículos", imponiendo multas o “trabajos de utilidad pública” para las marchas, movili­zaciones o piquetes, que deberán anun­ciarse “con razonable antelación” y some­terse a las indicaciones del gobierno en materia de “ordenamiento”. La norma pro­cura transformar a las movilizaciones en poco menos que desfiles. La policía o los fiscales determinarán cuándo se está ejer­ciendo -o no- ese derecho. El Estado re­glamenta la lucha contra el Estado.


Contra el Argentinazo


El nuevo Código está redactado con­tra quienes, en los últimos años, ganaron las calles de la Ciudad: las asambleas po­pulares, los piqueteros, los ahorristas -que serán penados por “merodear ante los bancos"-, los deudores hipotecarios -que no podrán “bloquear subastas"- y el pueblo en general que deberá “pedir per­miso” para movilizarse.


Particularmente en la Capital, la crisis de poder que estalló en diciembre de 2001 se tradujo en una gran lucha de calles y por la ocupación popular del »«pacto pú­blico. Con los desocupados ganando las calles, las asambleas populares en las plazas, sus comedoras y merenderos ocupando predios ociosos, con asamble­as populares transformando baldíos en plazas (Vía Urquiza), el movimiento del Argentinazo le dio un carácter verdadera­mente "público" a muchos de los espacios de la Ciudad. Los Iarra y los Macri pre­tenden resolver esa inmensa crisis de po­der con contravenciones y multas, y Kitchner y Aníbal Fernández con las penas de los delitos federales.


Hace casi una década, el progresis­mo porteño levantó la perspectiva de la “autonomía de la Dudad". Pero la auto­nomía de contenido social capitalista sig­nifica represión para los de abajo y liber­tad para los de arriba.