Políticas

20/3/2003|793

El crimen de la guerra

Los tres mosqueteros del genocidio internacional no pudieron reunirse en un territorio continental por el temor a la ira de los pueblos.


Eligieron entonces una isla, las Azores, a 700 kilómetros de tierra firme. El anfitrión, el gobierno de Portugal, aclaró de todos modos que no compartía las urgencias criminales de los invitados. Es así que en las vísperas de una guerra completamente unilateral, el imperialismo mostraba la envergadura, no ya de su debilidad histórica, sino de su miedo.


Como habría podido decir Borges, los empuja a la guerra su propio espanto.


En su vómito final, Bush puso definitivamente en claro que nunca le importaron la destrucción de las armas de Irak, ni la democracia, ni siquiera el régimen de Saddam Hussein. Cuando reclamó, como condición final, la partida al exilio de su enemigo y de sus hijos y la rendición del ejército iraquí, no ofreció a cambio el retiro de las tropas yanquis sino la ocupación militar de Irak.


De esto se trató el tema Irak todo el tiempo.


Los tres mosqueteros tampoco juntaron sus espadas, como lo hacían los personajes de Alejandro Dumas.


El franquista Aznar ya anunció que no mandaría tropas, quizás porque recuerda lo que le pasó a la Legión Azul en la Unión Soviética en la segunda guerra mundial.


Aunque el primer ministro de la reina de Inglaterra sí despachó 30 mil soldados, la última palabra tampoco está dicha; no por nada el hitleriano Rumsfeld, del Pentágono yanqui, dijo que estaba dispuesto a comprender las dificultades del señorito inglés y dispensar de su participación militar. Es que Blair está afectado por una crisis mortal.


El imperialismo se ha lanzado desesperadamente a imponer por medio de la guerra una salida a su inmensa crisis económica y política.


Por casa, los seis caretas que hacen de candidatos del capitalismo se han declarado, por unanimidad, por la aplicación de las resoluciones del Consejo de Seguridad. Es decir por la guerra a un mes o dos meses vista. También comparten con Duhalde la posición de enviar ayuda militar “humanitaria” a la ocupación militar norteamericana de Irak.


Es decir que están a muerte con el imperialismo yanqui.


¿A que conclusión nos lleva todo esto?


A que para defender su sistema de explotación social y de dominación mundial, el capitalismo está dispuesto a ejecutar la masacre.


Hitler no es historia.


La otra conclusión es que los agentes criollos del imperialismo están más entregados al opresor foráneo que ha saqueado a Argentina, que lo que estaban antes del 19 y 20 de diciembre.


¿Renovación? Las pelotas.


Que se vayan todos. Que no quede ni uno solo.


Por una Asamblea Constituyente con poder.


Por un gobierno de los trabajadores.


Las huelgas generales contra la guerra que se anuncian para las próximas horas en varios países pondrán estas tareas en el candelero.


Manos a la obra. El 24 de marzo, en Plaza de Mayo, tenemos que ser centenares de miles.