Políticas

28/8/2003|815

El “default” de las Afjp

La jubilación privada sigue mareando a los centroizquierdistas y a los seguidores del Plan Fénix. El mismo día, el domingo 17, Página/12 publicó dos artículos contrapuestos con relación a la decisión del gobierno de reemplazar los Préstamos Garantizados (pesificados) en poder de las Afjp, por los bonos originales en dólares, que se encuentran “en default”.


La pesificación había reducido el valor de los fondos de los afiliados a las Afjp en un 30%; estaban en dólares (a 3 pesos), y pasaron a 1,40 más CER (2 pesos). En realidad, ni los Préstamos Garantizados valían, en el mercado, dos pesos, ni los bonos en dólares 3 pesos, esto porque el Estado argentino sigue “en default”. Para colmo, luego del cambio, el gobierno decidió que las Afjp siguieran contabilizando esos bonos a 2 pesos como si tuviesen Préstamos Garantizados en pesos, porque de otro modo los habrían tenido que dar de baja.


Para el periodista Julio Nudler “no es fácil determinar quién tiene razón”, si el gobierno o las Afjp. Pero afirma que las Afjp (y por lo tanto sus aportistas) dejaron de ser “acreedores privilegiados, acreedores de bonos que Hacienda nunca dejó de servir, para verse arrejuntados con los bonistas defolteados, sean éstos italianos, alemanes o japoneses”.


El periodista Alfredo Zaiat, en cambio, toma fervoroso partido por el gobierno. Denuncia a las Afjp por haber rechazado la pesificación de los Préstamos Garantizados, establecida por Duhalde, y por haber reclamado el cobro inmediato, en dólares, de los bonos. Zaiat dice que la pesificación de los fondos (de los afiliados) había sido “una operación beneficiosa para los afiliados”, sin importarle que significaba un recorte del 30% de su valor. Para Zaiat la “redolarización no aseguraría beneficios para el aportante puesto que adelanta una futura cesación de pagos ante el voluminoso pasivo en moneda dura que acumularía el Estado”. En cambio, dice, “los Préstamos Garantizados pesificados están indexados por la inflación, lo que implica una cobertura a la depreciación del patrimonio por aumentos de precios”.


El dilema que los periodistas de Página/12 no logran resolver se debe a que: 1) como afiliados a las Afjp son acreedores del Estado; 2) como ciudadanos y trabajadores son deudores de los acreedores internacionales. Es decir que si defienden el valor de sus aportes, crece lo que pagan como contribuyentes y trabajadores debido al aumento de la deuda del Estado. Esta contradicción lleva a Nudler a decir que no es fácil determinar quién tiene razón. Pero, en realidad, el trabajador sale perjudicado en los dos casos y los acreedores beneficiados en ambos; las Afjp cobraron sus comisiones al momento del aporte. Por la pesificación de los aportes, los afiliados a las Afjp sufren una confiscación como mínimo del 30% en dólares; y si se mantienen en dólares el gobierno necesitará incrementar aun más el superávit fiscal y aplicar un fuerte ajuste sobre los trabajadores y los jubilados (más impuestos y baja de sueldos y jubilaciones). El mayor valor de las futuras jubilaciones quedaría triturado por el impuestazo y el achique salarial.


En esto consiste, entre otras cosas, la trampa de la jubilación privada.


Eso se resuelve reestatizando el sistema previsional, con aportes obligatorios de los patrones, y con la garantía de un haber mínimo de 500 pesos mensuales y el 82% móvil. Para esto hay que desconocer la deuda externa.


Ahora bien. Si la pesificación es tan beneficiosa, como dice Zaiat, ¿por qué entonces el FMI, el Banco Mundial, el BID, los bancos y los acreedores del exterior la rechazan y quieren que la deuda se mantenga en dólares? Zaiat dice que las Afjp deberían aprender “de sus padres, los bancos”, pero parece que ignora que los banqueros fueron los primeros que mantuvieron y cobraron los Préstamos Garantizados en dólares, al reemplazarlos por los Boden en dólares que les dieron a los ahorristas. Hasta el presidente de ABA, Mario Vicens, admitió que esa operación fue “una redolarización de una parte de la deuda previamente pesificada, ya que se suscriben bonos en dólares con bonos en pesos a 1,40 por dólar” (Informe consultora MVA). Con un agregado: con el dinero de los ahorristas, los bancos cobraron esa deuda redolarizada. En cambio, los ahorristas recibieron un bono que a valor presente vale la mitad. El secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, reconoció todo esto abiertamente. “Hablando del monto de la deuda, Nielsen aclaró… (que) es deuda no voluntaria imprescindible para recomponer patrimonialmente el sistema financiero… O hacíamos y hacemos eso o la Argentina no sale adelante” (Clarín, 9/3).


La deuda argentina en poder del FMI, el Banco Mundial y el BID sigue en dólares; desde la devaluación el gobierno les pagó 5.000 millones de dólares por intereses y capital. Los bonistas italianos, japoneses o alemanes ya dijeron que no aceptarán quitas de capital y mantendrán sus bonos en dólares. Como se ve, la pesificación recayó por entero sobre los asalariados, los jubilados y los pequeños ahorristas, y no sobre los grandes acreedores.


¿Y las Afjp, por qué rechazan la pesificación? Según Zaiat, “porque es beneficiosa para los afiliados”. En cambio, para Nudler, “para aparecer defendiendo a sus afiliados, los mismos a los que desplumaron vía comisiones”. Lo cierto es que las Afjp defienden el negocio en su conjunto. Pretenden lo que consiguieron imponerle al kirchnerista Ibarra con el bono Tango: una refinanciación en dólares a un 7% promedio de intereses y el ajuste para arriba de la deuda en pesos en la proporciónen que aumenta la recaudación tributaria.