El desafío del Partido Obrero

Los 1.700 votos en la capital (2,7%) –que duplicaron los 800 de junio pasado que, a su vez, más que triplicaron la elección de 2007– se inscriben en la tendencia que se reflejó en junio de 2009 en numerosos distritos del país, como Salta, Catamarca, Santa Cruz, Río Negro y otras localidades, en las que la votación del PO expresó una porción significativa de la población que busca una salida obrera a la crisis.

No es casual entonces el silencio absoluto que los medios de comunicación provinciales han hecho al respecto, en contraste con la alegría que mostraron por la elección del partido socialista, que metió un concejal con un 10% prestado en gran parte por los sectores de la UCR enfrentados al intendente fascistoide Fayad.

Esta intentona de crear artificialmente una centroizquierda en la provincia con el Partido Socialista indica la preocupación de la burguesía y sus medios por el crecimiento de la izquierda. Teniendo en cuenta los votos del MST (1,2) y del PTS (1,1), el total de la izquierda en la conservadora capital mendocina es de un más que interesante 5%.

Fue, sin dudas, un mérito de la campaña electoral del Partido Obrero poner de relieve la calamitosa situación social de la mayoría de la población en la capital, que sufre la desocupación, el trabajo en negro y la miseria salarial, así como los abusos represivos del régimen de Fayad, mientras todos los partidos patronales reivindicaban en mayor o menor medida su gestión, en la que favoreció el turismo, el juego, las megatorres, la especulación inmobiliaria y la “limpieza racial” que conlleva (todos ellos comparten su orientación social). El kirchnerismo “de izquierda” (Encuentro por la Ciudad) tomó en parte alguna de nuestras denuncias pretendiendo ponerlas al servicio del apoyo al gobierno “nacional y popular”. El resultado de ese frente que reunió cinco partidos (Polo Social, PC, PH, Solidario, Compromiso Popular) y una abundante cantidad de dinero fue un fiasco: 3,1%, apenas unos 300 votos por sobre la lista del PO.

Otro dato significativo de las elecciones mendocinas fue la enorme porción del electorado que se abstuvo: sólo fue a votar el 63% del padrón. Esta abstención récord indica que el triunfo de Fayad no fue tan aplastante como se señaló en los medios: un 40 del 63% es algo más de la cuarta parte del padrón. Y, por otro lado, la abstención masiva indica un rechazo distorsionado y pasivo a la política dominante.

Sobre la base de haber ganado una autoridad política en esta elección, el Partido Obrero de Mendoza aborda el desafío de desarrollar una intensa agitación para ayudar a que se abra un curso político independiente para la clase obrera, que en estos momentos está librando importantes batallas contra los despidos (comercio, bancarios) y por aumentos salariales (estatales, municipales, judiciales).