Políticas

16/12/2019

El ‘dólar turista’ y la senda de la devaluación

Como parte de la ley ómnibus que el gobierno de Alberto Fernández busca sancionar en el Congreso Nacional, se incluye la medida que había sido anticipada por funcionarios oficiales de gravar los gastos con tarjetas en el exterior, sea por viaje o por la compra de servicios o productos a través de internet. Este impuesto del 30% consagrará la vuelta del denominado “dólar turista”, que al día de hoy cotizaría alrededor de $82.


El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, presentó la medida como parte de la “solidaridad” que el nuevo gobierno reclama a los distintos sectores para reactivar la economía del país. Así, es presentado como un gravamen a los más pudientes en pos del beneficio general. Pero en los hechos su implementación tiene un efecto que afecta al conjunto de los trabajadores, por más que ni siquiera tengan planes de subirse a un avión.


Resulta que este impuesto redunda en una suerte de desdoblamiento cambiario, porque la divisa estadounidense se contabiliza a precios diferenciados. Por eso, el dólar turista a $82 –amén de incrementar la recaudación- abre una senda devaluatoria, que sólo en el transcurso de una mañana ya empujó el dólar blue desde los $66 que llegó a cotizar la semana pasada hasta cerca de los $75, y tenderá a seguir subiendo.


Es un recurso al que había apelado Cristina Kirchner en su último mandato, cuando regía también un cepo al dólar similar al que existe hoy –y aún más laxo. Pero a diferencia de aquella ocasión, en la que el impuesto podía ser deducido de otros gravámenes como Ganancias, su inclusión con fuerza de ley permite que se excluya esa posibilidad.


El objetivo es reducir así la salida de billetes verdes de las reservas del BCRA, en un rubro que en 2019 finalizaría con una sangría de u$s5.000 millones. Este fin “solidario” abre un sendero devaluatorio, basado en la premisa de cuidar los dólares para mostrar capacidad de pago a los usureros con quienes el gobierno se encuentra renegociando la deuda externa.


A esta presión devaluatoria se suman los alcances de este impuesto en algunas áreas de la economía doméstica y hasta de consumo masivo. Resulta que las tarifas de las plataformas de streaming como Netflix, Spotify o Amazon también entrarían en el paquete, al igual que las reservas efectuadas a través de Airbnb.


El cuidado de los dólares para el pago de la deuda incluye a su turno nuevas devaluaciones del peso, que llevarán a nuevas confiscaciones de los ingresos de los trabajadores, además de echar leña al fuego de la inflación y de las disputas por los nuevos precios de las tarifas. El lastre de rescatar al capital financiero pesa sobre toda la economía nacional.