Políticas

24/9/2009|1101

El elogio de la sensatez

Fernando Pino Solanas saludó a la Presidenta por su decisión de excluir a las telefónicas: “una señal de sensatez política”, dijo (Página/12, 16/9). ¿Este elogio a la maniobra del gobierno por ganar el voto del centroizquierda no debe ser interpretado como el éxito de una denuncia del propio Solanas de “una política víctima del apriete y el chantaje a los que el kirchnerismo es adicto”?

Pino apoya la ley a pesar de que el último dictamen “no lo hayamos podido analizar”; de que el proyecto define al espacio radioeléctrico “sólo como de interés público, cuando es de dominio público”; de que el gobierno “no denuncia los 52 tratados de reciprocidad de inversiones extranjeras” –la otra trampa de la ley para salvar a las empresas multinacionales–; de que “debe defenderse la autonomía de la autoridad de aplicación”, que no existe; de que este gobierno continúa “la disposición a hacer negocios privados con bienes públicos”, que la ley habilita.

Con tantas objeciones, Pino Solanas podría justificar su voto no positivo. Pero, llamado por la “sensatez política”, no duda en hacer lo contrario y hasta en atribuirse el mérito de la exclusión de los monopolios telefónicos… en los papeles del proyecto, claro.

Para eso recupera la batería de argumentación kirchnerista: “Hicimos nuestros los 21 puntos de la Coalición por una Radiodifusión Democrática”. Resulta necesario recordar que los célebres puntos nunca fueron más que una desiderata que proclamaba que “toda persona tiene derecho a investigar, buscar, recibir y difundir informaciones, opiniones e ideas, sin censura previa, a través de la radio y la televisión”. O “si unos pocos controlan la información no es posible la democracia”. Vaguedades o inconsistencias por el estilo, cuya eficacia es meramente retórica y se agota en su enunciación de buenos deseos, en el mejor de los casos.

Pero el acompañamiento del sensato Pino va hasta el fondo: como no tenemos “una propuesta de reconstrucción de la telefonía nacional”, la recuperaremos “comprando Telecom” para construir un “modelo de empresa telefónica pública en función de objetivos nacionales”. Los Kirchner y los grupos económicos “nacionales y populares” no aspiran a otra cosa.