Sólo durante el año de la presidencia de Cristina Kirchner, su patrimonio y el de su marido se incrementó en 28 millones de pesos. En ese lapso, la fortuna del matrimonio presidencial pasó de 17.824.941 pesos a 46.036.711, según la declaración jurada de la Presidenta (La Nación, 14/7).

“El significativo salto se basó en la venta de 16 inmuebles en Santa Cruz, por 14.525.800 pesos; en la casi triplicación de sus depósitos bancarios, que entre enero y diciembre (de 2008) pasaron de 13.515.021 a 32.174.258 pesos; y en la creación de dos nuevas empresas, Hotesur SA y CoMaSA, con las que los Kirchner expandieron sus negocios en El Calafate” (ídem).

La estafa y la corrupción de la camarilla gobernante saltan a la vista: durante los dos últimos años de su presidencia, Néstor Kirchner vendió en 6.300.000 pesos terrenos que había comprado poco antes en 132.079 pesos gracias a la gestión del intendente, su amigo y compinche Néstor Méndez.

Como queda dicho, esos montos de escándalo se desprenden de la declaración jurada de Cristina K. Por supuesto, ahí no figuran los dineros mal habidos que obtuvieron durante la dictadura, cuando estos “hijos de las Madres” se dedicaron a especular usurariamente con propiedades gracias a la circular 1050 del Banco Central, dictada por Domingo Cavallo, quien, por entonces, dirigía el ente emisor por cuenta de los milicos.

Tampoco figuran allí los negocios y negociados con los “pequeños yabranes” del kirchnerismo, como su amigo cruceño Rudy Ulloa, que pasó de chofer a multimillonario en sociedad con los K; o Cristóbal López, dueño del Casino de Buenos Aires, empresario petrolero y otras yerbas.

Para esta banda, como se ve, no hay crisis. Por lo menos, hasta que truene el escarmiento…

 

A.G.