El escenario político después de las elecciones provinciales


El resultado de las elecciones provinciales del fin de semana pasada se caracterizó por los reveses del oficialismo en distritos clave y la crisis abierta en el campo de Cambiemos (el frente integrado por el PRO, la UCR, la Coalición Cívica y Carrió), entre el macrismo y Lousteau. La confianza que exhibió el kirchnerismo en la posibilidad de un triunfo en esta primera vuelta de las presidenciales sufrió un traspié. La victoria de Schiaretti en Córdoba, sin embargo, ha sido señalada por varios observadores como un reforzamiento de la camarilla de gobernadores que apoyaría a Scioli en un eventual gobierno suyo, para neutralizar al ‘bicéfalo’ Zannini.




Al mismo tiempo, el macrismo no logró ninguno de sus cometidos. La derrota en Santa Fe fue especialmente dura; en Córdoba, el rejunte con la UCR y el chistoso Luis Juez no le alcanzó para disputar con el delasotismo. En la Ciudad de Buenos Aires no pudo ganar en primera vuelta y es probable que sufra un ulterior desgaste. El balotaje entre Larreta y Lousteau muestra la falta de dirección política de la oposición.




En el caso de Massa, la elección cordobesa no alcanza para que revierta el ocaso en el que ha entrado desde hace ya varios meses.


 




Final de ciclo




La victoria de Schiaretti ha hecho entrever a varios comentaristas la posibilidad de una unificación pejotista posterior a las elecciones, que incluya al delasotismo residual y a los Rodríguez Saá. Son varios los medios que ya destacan que existen dos campañas electorales paralelas en el oficialismo: la que realiza la Presidenta junto a La Cámpora, y la de la ‘liga de gobernadores’, que tiene al salteño Urtubey y a Insfrán como sus máximos impulsores. Esta 'liga de gobernadores' será la base política de un gobierno de Scioli. El camporismo quedará reducido a un fenómeno residual.




Los intereses sociales que están detrás de este proceso son clarísimos. Schiaretti y De la Sota han reclamado insistentemente, como Scioli, crear las condiciones para proceder a un nuevo ciclo de endeudamiento internacional; o sea el levantamiento del cepo cambiario, un arreglo con los fondos buitres, un tarifazo en regla y una fuerte devaluación monetaria. Nada de esto, sin embargo, anuncia una irrupción de inversiones extranjeras, como lo demuestra la ‘huelga’ de inversiones en el mercado mundial.


Las caídas de los precios de las materias primas de todo orden y el derrumbe financiero en China, no alientan esa expectativa. La devaluación y el tarifazo podría ser la correa de transmisión de una bancarrota nacional y popular.




La izquierda




En todas las elecciones realizadas hasta el momento se pone en evidencia que el proceso político está monopolizado por los partidos patronales, que reúnen al 90% del electorado. Pero eso no alcanza para crear un cuadro de polarización política: uno, porque cada bloque político está cruzado por sus propias contradicciones; dos, porque no ha bloqueado el crecimiento parlamentario del Frente de Izquierda, el cual va reuniendo ese 10% que queda por fuera de la votación que reciben las fuerzas capitalistas. Los resultados obtenidos en Córdoba, en la Ciudad de Buenos Aires, en la categoría de legisladores, así como Mendoza, Salta, Santa Fe y Neuquén dan cuentas de una consolidación de la tendencia ascendente del Frente de Izquierda.




El desarrollo del Frente de Izquierda traduce el afán de desenvolver un frente único de trabajadores contra los Scioli, Macri y Massa, para que la crisis la paguen los capitalistas. Necesitamos promover la deliberación y organización de los trabajadores y su vanguardia, para que participen de manera organizada en la campaña electoral, promoviendo congresos y encuentros obreros que voten programas e iniciativas de lucha y movilización.




Esta es la política que inspira a la lista Unidad encabezada por Altamira-Giordano.


 


Foto: Ignacio Smith