Políticas

19/6/2008|1042

El espionaje estatal, al servicio de la delincuencia

"Hay bandas de secuestradores que usan tecnología de última generación" (La Nación, 12/6). Se trata de complejos aparatos de seguimiento electrónico que, mediante un sistema de "triangulación" por antenas de celular, permite a los delincuentes conocer el recorrido que habitualmente hace la persona que se proponen secuestrar.

La Nación añade que la Justicia Federal "investiga si un grupo de ex agentes de la Side instaló un dispositivo en un edificio de Garín para hacer ‘inteligencia electrónica’, presumiblemente con fines políticos, y si aprovechó para después vender información a una banda de delincuentes que, hace diez meses, secuestró a un importante ejecutivo de una empresa multinacional".

Sin embargo, es una completa mentira que se trate de "ex" agentes.

Ese "edificio de Garín" pertenece a la empresa Telecom y en él funcionaba, hasta que se produjo el escándalo, una estación de escuchas ilegales de la Side. Desde allí se habían intervenido, sin orden judicial, casi cuatro mil teléfonos de dirigentes políticos y sindicales, de organizaciones sociales y periodistas. La información acopiada en ese lugar se trasmitía a otra "cueva" que la Side tiene en Avenida de los Incas al 3800, barrio de Belgrano.

Nada de "ex".

Ese edificio en Garín fue allanado el 14 de marzo del año pasado por un comando del Departamento de Investigaciones de la Bonaerense, producto de una "interna": los seguimientos y hasta una patoteada contra el subsecretario de Ingresos Públicos de la provincia, Santiago Montoya, habrían tenido su base operacional en ese lugar. En aquel procedimiento, los allanadores "se toparon con una sorpresa: la maquinaria necesaria para interceptar llamados no sólo de Montoya, sino también de otras 3800 líneas telefónicas entre celulares y fijos" (Noticias Nº 1067; 13/10/07).

Tecnología, delito y represión

Según un informe elaborado en un seminario sobre seguridad informática organizado por la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) en noviembre del año pasado, "la Side utiliza un nuevo y poderoso aparato interceptor de la firma Nokia Siemens Network (NSN). Cuesta 100 mil dólares y puede ‘pinchar’ más de mil teléfonos" (Noticias Nº 1615; 8/12/07). Como puede verse, la información que ahora se quiere distorsionar es bastante antigua. Por convenios internacionales, esos equipos sólo se venden a Estados, nunca a particulares.

En Garín, cuando se allanó la "cueva" que la Side tenía en instalaciones de Telecom, se encontró un sistema de escuchas llamado Data Voice Call Recording And Acquisition Unit (DVCRAU), con capacidad para intervenir casi cuatro mil teléfonos. La empresa deslindó responsabilidades rápidamente y, en una nota firmada por su apoderada Marta Pérez Sasso, dirigida al juez de la causa, dijo: "Las conexiones… por fibra óptica sólo las posee la Secretaría de Inteligencia, el único órgano del Estado encargado de ejecutar intercepciones de cualquier tipo. La compañía no cuenta con equipos interceptores, sólo facilita el medio para que dicho organismo lo lleve a cabo" (ídem anterior).

Además de ese aparataje, en Garín encontraron, en los techos del edificio, una antena de microondas de dos metros de diámetro, apuntada hacia la Capital Federal. Esa antena retransmitía la información a la central de la Side en Avenida de los Incas. Es más, uno de los aparatos tenía pegada una etiqueta que decía: "Líneas judiciales – Avenida de los Incas". El método es simple: un juez ordena tres o cuatro intercepciones telefónicas y "los muchachos" aprovechan para intervenir cuatro mil aparatos. Esos equipos no sólo permiten detectar las llamadas; además, hacen posible ubicar y seguir a quien lleva encima un teléfono celular "pinchado", y hasta establecer la historia de sus movimientos en los últimos dos meses. Como bien dice Luis Oviedo en un Prensa Obrera anterior, la Presidenta no sabe de qué habla cuando supone que con las nuevas tecnologías no tendríamos desaparecidos.

En definitiva, los organismos de inteligencia del Estado se dedican a espiar ilegalmente y, de paso, venden información a bandas de secuestradores y asaltantes.

Alejandro Guerrero