Políticas

16/2/1995|438

El final previsible de un partido entregado

El Mst ha perdido totalmente el rumbo político. Desde hace meses lleva a sus militantes detrás de las más variadas candidaturas, ha­ciendo gala de una completa falta de delimitación política y de un desvergonzado seguidismo a plantea­mientos frentistas pro-burgueses y hostiles a la independencia política de la clase obrera.


Hace ya más de seis meses, lanzó una campaña por “Santillán pre­sidente”, que en la concepción de los dirigentes del Mst equivalía a un “frente de trabajadores”. No hubo respecto de Santillán, ni del partido de éste, el Ptp, ninguna de­limitación política. En poco tiempo esta estrategia se derrumbó justa­mente por la ausencia de esa deli­mitación programática, ya que ni Santillán, ni el PTP, son partida­rios de un frente de izquierda (no olvidar que ambos integraron el frente que llevó a Menem a la pre­sidencia). En Jujuy, Santillán im­pulsa una multisectorial, llamada el Frente Cívico, que está integrada por la UCR, la Fuerza Republicana de Bussi y desprendimientos de la “procesista” Cristina Guzmán.


Fracasada la campaña “Santi­llán presidente”, el Mst volvió a su antiguo apoyo al Frente Grande —esta vez con Solanas—, precisa­mente la política de Santillán y el Ptp, sin importarle, claro, que Solanas votó el envío de la gendarme­ría a Santiago del Estero.


Te quiero mucho, poquito, nada


El callejón sin salida en que se encuentra el Mst, como consecuen­cia de todos estos virajes y mano­tazos, se acaba de manifestar en su último planteo, en el que acusa al PO de no sumarse a “la pelea” por “integrar” a Solanas a su imagi­nario frente de izquierda. El des­propósito del Mst no puede ser mayor, cuando pretende que un enemigo de un frente de izquierda encabece un frente de izquierda. Solanas ya solicitó al ex gobernador; de Río Negro por la UCR y al obispo de Nevares para que lo “acompa­ñaran” en su fórmula.


La primera conclusión que se desprende de todo esto es que el método del Mst, de hacer girar la política en torno a candidatos, sin delimitación política, lo ha llevado a cambiar de figuras varias veces, pero eligiendo siempre a represen­tantes de programas y de políticas de capitulación ante la burguesía, incluso la menemista.


La prueba del desvarío en que ha entrado el Mst es que ahora ha comenzado a largar “tímidamente” la candidatura de Luis Zamora, nada menos que como “prenda de unidad de la izquierda”, pero sin dejar de impulsar un frente que estaría encabezado por Solanas.


Toda esto pone de manifiesto el grado de desbarranque político al que ha llegado un partido que se ha entregado a la política de los ene­migos de la clase obrera y del so­cialismo; de un partido que no lucha por la independencia política de los trabajadores sino que busca colarse indecorosamente en un frente pa­tronal. Esto es lo ‘menos’ que se puede decir de un frente encabeza­do por quien votó la intervención a Santiago del Estero.


El llamado del Mst al PO a su­marse a la “pelea” por un frente de esta naturaleza va en camino a transformarse en la cuarta pro­puesta política fracasada en el tér­mino de seis meses. Pero nada le impide acordar un frente con Sola­nas, Molinas, Brunatti y los diri­gentes del Ptp y el PC. ¡No necesita al PO para esta sucia tarea!


El Mst viene actuando de ladero del Frente Grande desde los co­mienzos de éste (con el “Cavallo” Álvarez incluido). Que todo esto es el remate de una política y no una improvisación, es la reivindicación que hace el Mst, aun ahora, de “la política unitaria del viejo MAS (que la dirección del Mst dirigía) (paréntesis nuestro) del 83 al 89 lo que permitió que surgiera una importante herramienta de los trabajadores para enfrentar a los viejos partidos, posibilitan­do una Plaza de Mayo llena de banderas rojas”. La “tragedia” del Frepu e I.U., los zamoristas la juntan ahora en la “farsa” de So­lanas.’ El Mst olvida que aquella política de “democracia con jus­ticia social” y de apoyo a la ma­sacre de La Tablada hizo estallar a toda la “izquierda unida”. In­tentar reeditarla ahora bajo la tu­tela derechista, anuncia el fin de un partido entregado.