Políticas

6/3/2003|791

El fracaso de Duhalde y Barrionuevo

Fuera las patotas y fuera el gobierno de Catamarca

El golpe gangsteril perpetrado por Barrionuevo en Catamarca no representa más que una de las tendencias que anidan en la actual situación política y en el gobierno nacional. En más de una ocasión, en el pasado reciente, desde el propio Barrionuevo y desde otros punteros desclasados del peronismo surgieron iniciativas para enfrentar a los piqueteros y a las asambleas con agresiones a cargo de patotas organizadas. A finales del 2001 hubo un choque de este tipo en la zona del Congreso (Capital) y luego ocurrieron las agresiones sistemáticas en Merlo (Otacehe), San Isidro (Posse), Lanús (Quindimil) y muchos otros lugares más. Las provocaciones en las barriadas piqueteras son constantes. Durante todo este tiempo Duhalde desoyó los llamados a “sacar la tropa”, conciente de que tal cosa habría desestabilizado todo el proceso político. Que no estaba equivocado lo comprobó él mismo cuando intentó “limpiar las rutas de piqueteros”, el 26 de junio pasado, en Puente Pueyrredón. La reacción popular al asesinato de Kosteki y Santillán lo obligó a adelantar el vencimiento de su mandato presidencial. Sin embargo, los intentos de cachear a las columnas piqueteras, el pasado 26 de noviembre, y el reciente operativo en la 9 de Julio, demuestran que la tendencia barrionuevista está muy viva en el gobierno, como se tomó el trabajo de recordarlo la ministra de Trabajo y mujer de Barrionuevo cuando salió a defender la legitimidad de las acciones de su marido. Sería un arma de acción en caso de un colapso político o de una frustración del proceso electoral. Pero esta metodología sigue siendo una segunda opción para el gobierno, en la medida en que la burguesía no está dispuesta a añadir a la crisis gigantesca de su dominación política el costo político y económico de un gobierno gangsteril.


El asalto a las urnas en Catamarca ha puesto en entredicho las elecciones del 27 de abril, puesto que Kirchner no podría cargar con el peso de un gobierno barrionuevista en esa provincia; el repudio popular en todo el país a la quema de las urnas se puso de manifiesto enseguida. No estamos en la etapa de Isabelita y López Rega. Se impondrá por ahora ,entonces, el curso “democrático” y el “plan B” deberá quedar para otra oportunidad.


El fraude mediático y político mayor en toda esta aventura ha sido, incuestionablemente, la campaña de que se habría intentado “proscribir al peronismo”. Esta tesis convierte a Barrionuevo en perseguido sin reparar que el hombre está sólidamente instalado en el poder, como senador, como burócrata sindical, como regenteador de obras sociales y empresas de salud, como capo del Pami y como socio de la empresa de lobbistas con el Coti Nosiglia y Armando Cavalieri. Barrionuevo maneja una de las mayores “cajas” políticas de Argentina.


El tránsito de Barrionuevo por Catamarca representa un fenómeno mucho más agudo que el descripto por los medios de comunicación. Representa en forma pura y nítida la realidad del peronismo de hoy. Es que Barrionuevo ha comprado al PJ de Catamarca y ahora se había lanzado a comprar la provincia. El peronismo es una cáscara vacía que puede ser adquirida con bastante plata por cualquier aventurero; no es casual que dos desconocidos y mediocres gobernadores figuren entre sus candidatos, para lo cual se valieron de las cajas de sus provincias (Kirchner se jacta de tener 500 millones de dólares fuera del país sin ningún control parlamentario). Barrionuevo se compró una red de punteros, de locales y medios de difusión y convirtió al justicialismo catamarqueño en su propiedad privada. De la mano de los “planes sociales” de su esposa y de todo el aparato que pudo juntar en Buenos Aires, se dedicó a explotar una buena parte de la vieja clientela de los Saadi. Barrionuevo no representa a los electores del peronismo sino el asalto al peronismo por parte del aparato de punteros y desclasados de la burocracia.


La complicidad de Duhalde con el asalto de Barrionuevo, incluso cuando la Corte no había aceptado su candidatura, pone al desnudo el alcance mafioso del actual gobierno. El aparato bonaerense no puede envidiar a nadie. La trenza duhaldista logró una verdadera hazaña desvalijando el Fondo del Conurbano Bonaerense (600 millones de dólares al año) y el Banco de la Provincia, por supuesto que entre otros.


No habían pasado 24 horas de la quema de urnas cuando apareció, nada menos que bajo la forma de un decreto de necesidad de urgencia, la decisión de dar a los pulpos mineros la libre disponibilidad de las divisas y el congelamiento de su situación fiscal y arancelaria (BAE, 4/3). ¡¡¡Catamarca es precisamente una de las principales provincias mineras!!! Esto se llama comprarse un gobierno.


El destino del golpe de mano de Barrionuevo-Duhalde (no hubo siquiera el intento de disimular la complicidad del gobierno nacional) depende de la reacción popular. Es cierto que el gobierno radical-frepasista-lopez murphista del Frente Cívico estaba herido de muerte desde hacía mucho tiempo y que era una presa fácil para un timbero político con audacia. El gobernador Castillo actuó todo el tiempo como un cobarde, y más todavía el día del comicio. La putrefacción del oficialismo y el fracaso del golpe de Barrionuevo abren espacio para una gran iniciativa popular. La revolución necesita a veces el aguijoneo de la contrarrevolución.


La campaña del Partido Obrero demostró la creciente penetración que tenemos en la provincia; son testimonio de ello los tres actos numerosos que se realizaron y las decenas de intelectuales y profesionales que llamaron a votar al PO en una solicitada financiada por ellos mismos. El domingo de elecciones, los fiscales del PO concurrieron a los lugares de votación y no se retiraron como consecuencia de los choques sino cuando el comicio fue oficialmente suspendido. La tarea más importante y decisiva del Partido Obrero viene ahora. Fuera los Castillo y los Barrionuevo, por una Asamblea Constituyente soberana, por un gobierno de trabajadores.