Políticas

6/5/2004|849

El gas está, los pulpos lo están acaparando

El pueblo argentino se encuentra amenazado de una falta de provisión de gas en el invierno como consecuencia de una conspiración de los pulpos de los hidrocarburos que pretenden dolarizar las tarifas al nivel del 2001 e incluso reestablecer la indexación.


El gobierno ha comenzado a ceder en toda la línea. Por un lado, autoriza aumentos bajo el disfraz de los “castigos” al mayor consumo; por otro, sigue aumentando el precio de la garrafa; también se encuentra en marcha un incremento del precio del GNC y de la nafta; por último, el gobierno está usando la recaudación fiscal para pagar más caro el gas que viene de Bolivia o para compensar las deudas con las petroleras por las diferencias de precios internos e internacionales.


El argumento para estos atropellos es que no hay gas y que tampoco alcanzarían los gasoductos existentes para transportar lo que demandaría el consumo. Mentiras. Nada menos que el presidente de Gasoducto Norandino Argentina acaba de escribir en La Nación (2/5) que el gas no escasea de ninguna manera sino que los pulpos se niegan a producirlo.


El capitalista, Ricardo Falabella, salió con esta denuncia por la simple razón de que a su grupo le tocaron los bolsillos más que a cualquier otro: asegura que le cortaron los permisos de exportar a Chile, “mayoritariamente” a Norandino.


Falabella es clarísimo: “…NO ES UN PROBLEMA DE TRANSPORTE NI DE RESERVAS, el hecho de que no haya gas suficiente es… un problema de producción… en la extracción del gas en boca de pozo”.


Más claro, si cabe, Falabella se interroga: “¿Por qué el productor de gas, que tiene un mercado ávido de su producto, QUE LO PUEDE LLEVAR A LOS CENTROS DE CONSUMO SIN INCONVENIENTES, no quiere venderlo?”. Respuesta del capitalista del gas: “…el precio es el problema”. Pretende que a 1 dólar o 1,20 dólares el BTU, el gobierno obtendrá todo el gas que quiere, en lugar de los 0,40 que se cobran en la actualidad.


El desabastecimiento es inevitable porque los pulpos, como lo reclama el mismo Falabella, no aceptan un aumento gradual de la tarifa.


Los petroleros admiten que no se puede transferir de una sola vez un incremento del 150 al 200% al consumidor, pero tienen una ‘solución’ para el problema: que el Estado pague la diferencia mediante la obtención de un crédito. La diferencia entre el aumento gradual y el final, dice el hombre en cuestión, “es una masa de dinero calculable y financiable…”.


En resumen, la plata para pagar el 200% que reclaman los pulpos se consigue.


La declaración de guerra de los pulpos gasíferos no puede ser más clara.


Una, el gas está. Los gasoductos tienen capacidad suficiente.


Es el gobierno el que inventa la especie de la escasez para encubrir su complicidad con el boicot de los petroleros.


Dos, el aumento de la tarifa debe ser del 150 al 200%.


Debe ser inmediato, no gradual. Si el consumidor no puede pagarlo, que el gobierno ponga la diferencia.


Tres, si el gobierno insiste en la gradualidad, seguirá el acaparamiento de gas.


La posición es de máxima.


A la luz de esta información, cabe suponer que el corte del suministro a Chile es una presión del gobierno argentino a los pulpos para que acepten la propuesta de aumentos progresivos hasta el 2006. Si aceptan se reanudaría ese suministro. Claro que la vía libre a la exportación será usada por los pulpos para acentuar el desabastecimiento.


Estamos claramente ante una crisis política.


El gobierno también cree que presiona con el anuncio de la creación de una empresa estatal de gas. Si el proyecto tiene algún parecido con la que creó la estatal de aeronavegación, los pulpos pueden quedarse tranquilos.


De todos modos, ese anuncio no supera el acaparamiento del gas ni la suba de tarifas (gradual o súbita).


Insistimos, la crisis del gas es una gran crisis política.


Lejos de sentirse amenazados por un nuevo Argentinazo, los pulpos petroleros (y los acreedores, los bancos, el FMI, la Iglesia, Bush) extorsionan con ese peligro a Kirchner. Mientras el patagónico reclama que los capitalistas asuman una cuota de responsabilidad, éstos le exigen al gobierno que la asuma toda él mismo.


La crisis política es completa porque pone en evidencia que el país entero es rehén de dos o tres pulpos y que el gobierno de turno es impotente.


Asistimos a una fuerte quiebra de la capacidad de arbitraje del Estado. Que esto ocurra en medio de lo que se publicita como “una fuerte recuperación económica”, la hace más aguda.


Kirchner puede recuperar el arbitraje estatal perdido, sea interviniendo los pozos y sacando el gas, sea cediendo al planteo de los pulpos. En este último caso, la dependencia política en que caería su gobierno frente a todos los rivales patronales que le disputan el poder lo dejaría con los días contados.


El Partido Obrero llama a utilizar las evidencias del acaparamiento del gas y de la conspiración, que los pulpos ya no se interesan en esconder, para lanzar una campaña para intervenir los pozos y las empresas, y para nacionalizar los yacimientos, las refinerías y ductos de combustible.