Políticas

26/2/2004|839

El gobierno de Kirchner y los piqueteros

En una entrevista para La Nación, la semana pasada, el columnista de Página/12, José Pablo Feinman, se jactó de que podía descubrir, detrás de la opinión de cualquier taxista, la estación o programa de radio que la había inspirado. Es lamentable, entonces, que Feinman no hubiera dado un paso más, para develarnos el origen de las opiniones que publican regularmente las encuestadoras de opinión pública. Hubiera descubierto, en este caso, que detrás de ellas no hay un programa o una estación determinada de radio, sino que están todas las radios y todos los programas, así como la televisión en su conjunto, que han seguido con escrupulosidad de siervos las órdenes emanadas del gobierno para atacar al movimiento piquetero. Además, claro, las propias encuestadoras han hecho un arte de la manipulación de la opinión pública.


 


No hablemos del programa


Hay un dato muy simple que lo demuestra. Ni las encuestadoras ni los programas de radio preguntaron, unas, o comentaron, los otros, acerca del programa que esgrime el movimiento piquetero. En lugar de esto, le dieron vuelta varias a veces al tema de los cortes de ruta o calles. Con este método, no sólo los derechistas sino también los progresistas’ y los ‘racionales’ coincidieron en reducir la lucha contra la miseria social a un problema de tránsito. De paso, estos energúmenos del intelecto lograron evadir, otra vez más, el gigantesco problema que le crea al tránsito la explotación capitalista de las metrópolis modernas.


¿Cómo hubiera respondido la ‘opinión pública’ si, en lugar de consultarla sobre el tránsito, se le hubiera informado del planteo del movimiento piquetero de reducir la jornada laboral, sin afectar el salario, para acabar con la desocupación? ¿Cómo lo hubiera hecho ante la denuncia de los piqueteros, de que la nueva ley laboral autoriza anular derechos ya conseguidos por los trabajadores, lo cual contraría el concepto del derecho del trabajo, el cual tiene que ver con la protección del asalariado? ¿Cómo hubiera reaccionado un entrevistado ante la oposición del movimiento piquetero a la asignación, en el presupuesto, de un monto de 17.000 millones de dólares (50.000 millones de pesos) para compensar a los banqueros que desvalijaron el país? En definitiva, no hay que plantear siquiera la pregunta para saber el disgusto que hubiera manifestado cualquier encuestado al enterarse que el Estado no apoya con ninguna clase de subsidios o de capital de trabajo a las cooperativas o gestiones obreras de Brukman, Clínica Junín, Zanón, Supermercado Tigre Gatic, Sasetru… Es muy instructivo el hecho de que Kirchner se manifieste dispuesto a apoyar miniemprendimientos nuevos, pero no las fábricas expropiadas a los capitalistas; a hacerlo por medio de Fondos Fiduciarios que hipotecan esos miniemprendimientos; y a manejarlos por medio de punteros, es decir que la plata se va a esfumar antes de lo que canta un gallo.


Cualquier campaña que esté dirigida a movilizar a la clase media, o una parte de ella, contra las masas de desocupados tiene, en principio, un carácter fascista. Si el gobierno que agita contra los explotados inaugura, al mismo tiempo, museos de la memoria o recibe en la mesa presidencial a los padres de las chicas asesinadas en Santiago del Estero, ello sólo demuestra que es incapaz de llevar ninguna de sus tendencias políticas hasta el final –sea la fascista… o la de derechos humanos. Lo que es incuestionable es que el gobierno ha movilizado a fondo a toda la pequeña burguesía que sirve en los medios capitalistas de difusión, para destruir al movimiento piquetero. Se trata de la misma pequeña burguesía que apoyó a Alfonsín, Chacho y De la Rua– y que durante un período coqueteó con Cavallo e incluso con Menem.


Los piqueteros no le cortan la ruta a la clase media sino al imperialismo.


 


La represión…del ‘Nene’ Sánchez


Las mismas encuestas que transmiten una oposición de la llamada ‘opinión pública’ al movimiento piquetero, dicen también que esa ‘opinión’ se opone a la represión contra los luchadores. En este punto, la llamada ‘opinión pública’ parece seguir al pie de la letra el guión oficial; a los piqueteros no habría que ‘perseguirlos’ sino ‘aislarlos’. La opinión del ‘público’ parece, así, dictada desde el aparato de propaganda del gobierno. Pero la diferencia entre una y el otro es grande, porque mientras que para la mayoría de las personas, no reprimir quiere decir exactamente eso, para el gobierno es una expresión de impotencia y representa un factor de crisis política, porque para reprimir tiene que valerse de los servicios, de la Federal, de la Bonaerense, de la Gendarmería o del Servicio Penitenciario, es decir, de los encubridores del ‘Nene’ Sánchez, de los coimeros del Senado, de los que mandan a los presos a robar, de los piratas del asfalto, de los jefes enriquecidos con medios ilegales. La incapacidad del gobierno para reprimir (algo que intenta hacer todo el tiempo a través de la criminalización de la protesta) deriva de su incapacidad para depurar el aparato de seguridad –lo cual, en última instancia, es una incapacidad de gobernar. A Duhalde esto le costó, precisamente, el gobierno. El gobierno ‘que-no-quiere-reprimir’ no ha esclarecido ninguno de los crímenes cometidos por ‘su’ Estado contra los piqueteros, ni tampoco por los cometidos en los últimos meses en Jujuy, o por la bomba en Plaza de Mayo. Pero, por sobre todas las cosas (si esto aún fuera posible), el gobierno se ve impotente para reprimir en momentos en que ‘su’ gobierno de Santiago del Estero está por caer como consecuencia de una enorme acción piquetera.


Los piqueteros se han convertido, en definitiva, en una ‘idea fija’ u obsesión, es decir, que representan el conjunto de las contradicciones que un gobierno capitalista es incapaz de resolver –no solamente ‘la tasa de desempleo’. La derecha ‘usa’ la lucha piquetera para mostrar que el gobierno es ‘débil’; el gobierno la ‘usa’ para advertir a los acreedores internacionales que se enfrenta a una ‘situación social’ difícil. Hacen leña con el tema, tanto los ‘desestabilizadores’ como los ‘alcahuetes’. El periodista Morales Solá, un desestabilizador que es al mismo tiempo un alcahuete, no vaciló en recurrir a una falacia de cuarta en el afán de demostrar que, aunque los enfrentamientos en la avenida 9 de Julio lo habían protagonizado punteros de Kirchner e Ibarra, se trató, en realidad, de una bronca de un par de automovilistas contra los piqueteros, porque los automovilistas no sabían que los que cortaban la avenida eran punteros. ¡Pero los punteros se manifestaron como tales por medio de su conducta delictiva, algo que nunca ha caracterizado al movimiento piquetero! El ‘inflado’ periodista acabó condenando, en la ‘reputada’ columna del domingo de La Nación, a los luchadores por las tropelías del gobierno que los agrede.


 


Contracara del gobierno impotente


En realidad, el movimiento piquetero no representa una amenaza material o directa, ni mucho menos inmediata, para el gobierno de Kirchner; lo contrario, es un invento que propala el oficialismo. Si no fuera por el movimiento piquetero el gobierno no tendría ninguna carta para extorsionar a los acreedores internacionales. El gobierno de Kirchner, en realidad, está efectivamente amenazado por su propia condición de clase (capitalista), o sea, por los compromisos que, desde Duhalde, ha tejido con el imperialismo, de reconstruir el proceso social y económico que se ha quebrado, sobre las viejas bases. Consecuente con ello, ha hipotecado las finanzas del Estado para rescatar a los grandes bancos e industriales y ha provocado un gigantesco retroceso social para subsidiar con un peso devaluado a los pulpos exportadores. Los salarios han caído un 40% en poder adquisitivo interno y un 60% en dólares, y el presupuesto 2004 prevé un congelamiento salarial que, sólo él, explica el superávit fiscal. Kirchner y Lavagna se aprestan ahora a refinanciar, "de buena fe", la parte de la deuda que se encuentra impaga (de más de cien mil millones de dólares, incluidos los intereses). Comentando las "negociaciones secretas" sobre este asunto, Alcadio Oña, de Clarín, señala que, según un banquero internacional, el Tesoro norteamericano ha intervenido en la formación del comité de bancos para renegociar la deuda argentina y que "los de Merrill Lynch y los del Tesoro deben saber algo que nosotros ignoramos" (13/2). Esta es la realidad del ‘antiimperialismo’ oficial.


El gran fenómeno que representa el movimiento piqueter o es que se ha convertido en el fiscal más consecuente de este proceso po lítico capitalista, lo que le ha permitido denunciarlo con toda claridad y señalar sus limitaciones insalvables. Es esto lo que enloquece a los medios oficiales, en especial porque la función histórica del peronismo es, precisamente, evitar que la clase obrera se delimite del nacionalismo burgués y se convierta en la dirección de la nación oprimida. Cuando ya el hecho de haber organizado a los desorganizados constituye, de por sí, un resultado gigantesco del movimiento piquetero, se incorpora este otro hecho estratégico de que ha pasado a ser un referente político, sin que lo afecte el estar cruzado por corrientes políticas diversas, algunas incluso asistenciales y apolíticas. Es así que los diarios han comenzado a reconocerle una creciente influencia en el proceso de expulsión de la burocracia de los sindicatos. A Ceramistas de Neuquén o al Sindicato del Pescado de Mar del Plata; a las seccionales de Suteba o de los docentes del interior, o los ferroviarios; a los procesos en la construcción y agrarios en el noroeste; a todo esto se suma ahora la lucha para expulsar a Daer de la Alimentación. Es muy instructivo el hecho, que nadie hizo notar, que la maldita ley laboral ha jugado un papel acelerador en el derrumbe de Daer, toda vez que el último convenio firmado por el sindicato provocó una enorme indignación en las bases, incluyendo los descuentos en beneficio de la burocracia sindical. En definitiva, en la medida en que amplía su marco de acción, el movimiento piquetero va creciendo en su posibilidad de convertirse en la referencia típica del proletariado en esta etapa de la historia. Se trata de una cuestión no sólo nacional sino internacional. ¿No lo demuestra así el destino de un Lula, de un Lucio Gutiérrez, de un Evo Morales, de un Lagos y del que ya ha asumido antes de llegar a la Presidencia, el uruguayo Tabaré Vázquez?


Esto es lo que los escribas del capital quieren ningunear como una cuestión de tránsito.


 


Todo está por delante


Cuando el gobierno se apresta a una mayor capitulación ante el Tesoro norteamericano; cuando aumenta el gas, la luz y la medicina privada; cuando la inflación se dispara al terreno especulativo (propiedades, alquileres, terrenos, acciones, bonos), comprometiendo el plan oficial; cuando el boicot del crédito y de la inversión continúan; cuando sigue creciendo el trabajo en negro y por lo tanto la precariedad social no se atenúa; cuando ocurre todo esto, resulta claro que el ataque a los piqueteros es una maniobra de distracción política (el grito en un lado, el huevo en el otro). De esta caracterización se desprende, igualmente, la tarea que el movimiento piquetero tiene por delante: impulsar la unidad obrera más amplia y un gran reagrupamiento social sobre la base de la lucha contra la miseria social y sobre la base de una completa delimitación del gobierno capitalista de la "burguesía nacional"