Políticas

1/2/1994|411

El gobierno sigue trabando la vacunación masiva

En 1993 tuvieron que fallecer 287 personas, en su mayoría niños, para que las autoridades sanitarias del gobierno menemista aceptaran la eficacia de las vacunas cubanas. Además, son centenares los afectados que han quedado con fuertes lesiones (sordera permanente, disfunciones cerebrales, etc.). La demora del gobierno menemista no se debe sólo a negligencia (la que existe sobremanera cuando se trata de los intereses del pueblo trabajador), sino a los lobbys de los grandes laboratorios farmacéuticos, que no quieren que surja en el mercado argentino y latinoamericano un competidor representado por la industria biotecnológica cubana. Mientras existe “apertura” para importar cualquier cosa, la vacuna cubana fue prohibida. Como lo reconoce el director del laboratorio Elea, detrás de la importación de la vacuna cubana contra la meningitis, “se proyecta importar también vacunas antigripales, antitetánicas, antidiftéricas y antirrábicas (ya que) las comprobaciones que hemos realizado en Cuba nos demostraron que ellos aplican una tecnología de primera”. Lo más importante también, es que “puestas en el mercado, resultarán terriblemente más baratas” (La Nación, 18/1/94). “La meningitis, en su variante más grave, tiene un alto grado de mortalidad y de secuelas neurológicas irreversibles. Además de los más de 600 chicos que ya han muerto en los últimos brotes epidémicos —una cifra tremenda— hay más de 400 chicos que han quedado totalmente sordos para el resto de sus vidas” (Ambito Financiero, 19/1).


Aun así, el gobierno se niega a implementar la vacunación masiva, a pesar de que “el director del hospital de enfermedades infecciosas Francisco Muñiz, doctor Marcelo J. Díaz Lestrem, dijo que de acuerdo con los datos registrados en los brotes ocurridos en los años 1991, 1992 y 1993 en nuestro hospital, es de esperar un rebrote del mal en abril próximo, por lo que la vacunación deberá comenzar ya mismo” (La Nación, 18/1).


El Partido Obrero denunció durante la campaña electoral el complot del gobierno y los laboratorios contra la vacuna cubana, a pesar de que su eficacia ya era reconocida por científicos y médicos. Ahora el PO plantea un plan de vacunación masiva gratuito, bajo el control de las organizaciones de médicos y trabajadores de la salud.