Políticas

4/12/1997|567

El gobierno y la policía en el banquillo

El triple crimen de Cipolletti ha abierto una crisis en el gobierno de Verani. El frente único de funcionarios a todo nivel que sostenía la tesis de la “banda marginal”, se está resquebrajando. Es que ya no quedan dudas que Verani, su policía y la justicia están encubriendo a los asesinos, y todo un sector quiere despegarse del escándalo y la crisis que habrá de desatarse.


Según La Mañana del Sur del 28/11, el propio ministro calificó la situación como una “crisis institucional”, y al procesamiento de los “marginales” como una decisión “que dio oxígeno al gobierno”. El propio juez reconoce que “no tiene nada concreto contra los procesados”.


Un diputado nacional del PJ rionegrino, Pichetto, convocó a “meter mucha presión social, continuar con una fuerte movilización de la comunidad para que el caso no quede impune” (Río Negro, 27/11). Y fue más lejos, al plantear que “por las omisiones ocurridas en el ámbito policial apenas conocida la novedad de las desapariciones, tienen que ser apartadas las jerarquías policiales que operaron en el caso… tiene que haber responsabilidades. Esto se tiene que hacer desde el propio gobierno porque en definitiva el gobernador es el jefe de la policía” (ídem).


El intendente de Cipolletti (también del PJ) declaró a radios de la zona que “hasta ahora tuvimos paciencia con la justicia, ahora vamos a ser muy duros”. Y le pidió a Verani “hacer algo en forma muy urgente para que esto se termine… no le cierra a nadie que sean unos marginales solos los responsables de este crimen” (Río Negro, 28/11).


Todos quieren que “esto se termine” (unos, aquí mismo, y otros, entregando algunos culpables), es decir, que se acabe el proceso de movilización popular.”Que se termine esto”, porque ellos necesitan ‘empezar’ una nueva fase de agresión a los intereses populares.


Por otra parte, conocida la decisión del juez de inculpar a esta nueva versión de los ‘pepitos’, tomada más en función de la ‘crisis institucional’ que de dictar justicia, los padres de las chicas han salido a los medios a disentir con esa posición , planteando que sus propias investigaciones apuntan a la”banda mixta” (gente de dinero, del narcotráfico y policías), y solicitaron a Verani “que separe de la investigación a un alto jefe policial (ya) que a esta altura o es un incapaz o está encubriendo” (Río Negro, 28/11).


El pasado domingo, la marcha en Cipolletti fue multitudinaria. Pero además se movilizaron al unísono en otras localidades: Bariloche, Viedma, etc. Ahora, también amenazan con movilizarse en Villa Regina, donde volvieron a la actualidad crímenes no esclarecidos.


Todo esto ha comenzado a desmoronar a Verani y a su aparato represivo. La movilización en curso está golpeando a la odiada ‘yuta’, represora de toda manifestación popular. Y Verani, sin sus Bora, queda sin defensas.


Una reflexión: para los que le dieron la espalda a esta movilización desde el principio (los primeros días hubo que librar una dura lucha política con los elementos derechistas y propoliciales), debería quedar la enseñanza que el carácter de un proceso masivo, si bien no está predeterminado, depende de la lucha que en su seno libre la fracción revolucionaria y del estado de ánimo más general, tanto a nivel provincial como nacional. Y en este caso, en particular, nadie podía dudar de que el ánimo de las masas rionegrinas y del país es de rebeldía.


El propio Verani tuvo más olfato que todo un sector de la izquierda que reaccionó tarde, pues aquél comprendió rápidamente que se abría un curso de crisis.


El PO estuvo desde el primer minuto en el seno del movimiento. Por eso jugó un papel muy importante.