Políticas

21/5/2009|1084

El gran triunfo de la huelga de Pilkington

Pilkington es una fábrica de capitales japoneses (500 trabajadores) instalada en Munro. Hace parabrisas y posee el monopolio en todas las terminales automotrices. Los sueldos básicos rondan los 1.300 pesos, cuando un solo parabrisas se vende en 2.500 pesos.

Los obreros reclamaron aumento: 700 pesos no remunerativos hasta llegar a las paritarias. Sin respuesta, el 13 de marzo pararon la planta. Se dictó la conciliación obligatoria, y luego otra, y otra… Los obreros iban de reunión en reunión y no se trataba el salario.

Entonces tomaron la decisión de parar cinco días, barrer a la burocracia barrionuevista del vidrio (Soiva) de las negociaciones, y salir a cortar la calle.

La patronal respondió con 33 despidos. Los trabajadores redoblaron el reclamo: reincorporación de todos, 30% de aumento y elevar la antigüedad del 0,5 al 1%. Otra vez conciliación y desgaste. Sigue la huelga.

El rol de la burocracia

El miércoles 29, la patronal mandó 120 matones del sindicato (barras de Chacarita, mercenarios comandados por el secretario adjunto de la seccional Caseros), muñidos de chalecos, viseras, palos, movilizados en autos particulares y dos Trafic del sindicato (patentes DCH 009 y BUW 471). Los trabajadores rechazaron el ataque, se atrincheraron en la fábrica y cerraron el portón.

El jueves 30 vuelven 80 matones, esta vez con armas de fuego: hieren a cinco trabajadores con cascotazos y botellazos.

Los ataques patoteros tuvieron un efecto búmeran: la voluntad de lucha se fortalece; trabajadores, vecinos, estudiantes de la zona, se organizan en solidaridad, reuniéndose en la puerta (fondo de huelga, etc.).

1º de Mayo

El 1º de Mayo enviaron una delegación al acto de Plaza de Mayo; la mayoría se quedó a cuidar la fábrica virtualmente ocupada.

Subieron al palco, las alcancías del fondo de huelga recaudaron 1.600 pesos. Los jóvenes obreros de Pilkington jamás habían participado de un acto (se los veía emocionados tratando de descifrar, para entonarla, la letra de La Internacional). Al regreso, se organiza un acto en la puerta, emotivo y contundente. Sabían que no estaban solos en esta.

¿33 “revoltosos”?

Termina la conciliación, la patronal cierra el comedor, no deja entrar alimentos, no paga salarios adeudados. Mientras, presiona: ofrece cuatro cuotas de 200 pesos no remunerativos y premios de asistencia. Pero ni hablar de los despedidos. Los obreros priorizan la reincorporación de todos.

Los delegados, con los veedores elegidos, eran citados al ministerio a reuniones de 14 horas, tratando de quebrarlos psicológicamente.

La patronal no comprendía que no eran diez revoltosos, ni 33. Eran todos.

Corte de ruta

Viernes 8, una nota del diario Crítica informa que Toyota y Mercedes habían suspendido la producción por falta de parabrisas. Pilkington tendría que pagar fortunas de multa. Sin stock, la huelga empieza a hacer sentir sus efectos.

A eso se suma la agitación montada por la lucha: organizan un corte en Panamericana con 300 obreros, trabajadores de Pepsico, de la gráfica FP en lucha, de estudiantes, del PO y otros partidos de izquierda. Choferes de la línea 41 cruzaron un colectivo en medio de Panamericana, dando la última pincelada a esta postal obrera y de lucha.

El acampe

El conflicto pasó a ser asunto de Estado. Citada nuevamente al ministerio, la patronal ofrece 260 pesos de aumento y reducir el número de despedidos de 33 a 3. Al día siguiente los trabajadores deciden ir en masa al ministerio, dejando la fábrica con una pequeña delegación, prácticamente vacía. La patronal aprovecha: reocupa la fábrica con decenas de agentes de seguridad y hace un lock-out (cierre) ofensivo, para derrotar la huelga.

Los trabajadores entonces acamparon en la puerta, cumpliendo los turnos en la calle.

La patronal redobla sus amenazas: envía cartas documento y visitas de ‘lideres’ (encargados) a los domicilios para ablandar a los obreros y sus familias, tratan de formar un grupo rompehuelga. Los trabajadores empiezan a organizar a los familiares, llaman a todos para explicar la situación y contrarrestar la presión patronal, arman un gran piquete: no se presentó nadie a trabajar.

Olla popular, guitarra, bombo: la calle Ader de Munro se había convertido en una escuela de solidaridad y lucha obrera.

Dos meses: el triunfo

A dos meses de lucha, los obreros estaban organizando una marcha a la quinta presidencial de Olivos. Vicente López amaneció militarizada. En la Panamericana, la Gendarmería parapetada en la quinta; otro tendal policial cerca de la fábrica, nueve micros de infantería.

Otra vez el ministerio. En la planta aparece un pequeño grupo de contratados de agencia, que fueron citados para trabajar: no entraron, cumplieron su horario en el piquete.

Se posterga la marcha hasta recibir noticias, que llegaron a las 20 horas. Se triunfó:

Reincorporación de todos los despedidos.

Aumento de 260 pesos no remunerativos, adelanto de 1.000 pesos en mayo y un 10% al básico a partir de agosto. Paritarias a partir del 15 de agosto para salarios y condiciones laborales.

Premio anual por productividad, calidad y asistencia, equivalente a un salario.

Para compensar las horas caídas, la patronal dará horas extras pagadas al 100% (y no al 75 como es habitual).

La patronal incrementa el subsidio para que los trabajadores tengan transporte gratuito de acceso a la fábrica.

Se declara el 11 de junio no laborable por ser el día del vidriero.

La patronal se compromete a retirar todas las denuncias hechas.

Pilkington marca un camino: un joven proletariado decidió defender sus condiciones laborales contra la crisis capitalista que la patronal aducía (caída de la industria automotriz). Se organizó en forma independiente y se enfrentó a la burocracia sindical. El que lucha, gana. Ahora se trata de consolidar el triunfo: prepararse para eliminar en las paritarias los avances patronales antiobreros (el régimen de trabajo continuo que no permite el uso del feriado dominical, etc.). Y extender la organización antiburocrática al resto del gremio del vidrio, a Vasa de Lavallol (que pertenece a la misma empresa), etc. También se están creando las condiciones para constituir una interfabril de lucha en Munro y Vicente López para que la crisis la paguen los capitalistas y no los trabajadores.

Federico Decoppet