Políticas

28/11/2002|782

El hambre es internacional

El espectacular crecimiento de la miseria en Argentina es el caso extremo de una tendencia que se repite en toda América Latina. La miseria y la miseria extrema crecieron en Brasil y Uruguay, que llegaron a acuerdos de “salvataje” con el FMI, y en Argentina, que hasta el momento no acordó con el Fondo; creció en Paraguay, Bolivia, Ecuador y Perú, bajo gobiernos derechistas, y en Venezuela, bajo el “bolivariano” Chávez; creció en México, con el “liberal” Fox y el acuerdo comercial con los Estados Unidos, y hasta en Chile, al que se presenta como una “excepción” del hundimiento del continente.


En el 2002, según datos de la Cepal, “doce países registrarían incrementos de la pobreza y catorce de la indigencia respecto del año 2000 (…) El porcentaje de personas que viven en situación de pobreza probablemente alcance un punto porcentual más que en el 2001, ubicándose en torno al 44%, mientras que la indigencia totalizaría poco menos del 20% (…) En lo que respecta al volumen de la pobreza, el número de pobres en la región estaría aumentando en 15 millones durante el período 2000/2002, cifra que señala un sensible deterioro del panorama social en la región” (Cepal, “Panorama social de América Latina 2001/2002”).


Con estos datos en la mano y la perspectiva del derrumbe económico de la región (Brasil, Argentina y Uruguay en cesación de pagos; estancamiento en la región andina y México; retroceso de América Central y el Caribe), la Cepal ya pronostica –¡con trece años de anticipación!– que América Latina no tiene la menor posibilidad de cumplir el modestísimo objetivo establecido en la última conferencia de las Naciones Unidas sobre la pobreza: reducir en el año 2015 los niveles de pobreza a la mitad de los existentes en 1990. En otras palabras, América Latina está condenada por toda la próxima generación a tener casi la mitad de su población en la miseria y al 25% en la indigencia.


La masiva pauperización de América Latina es parte de un proceso mundial, la descomposición del capitalismo como sistema mundial. Nadie se salva de la pauperización, ni siquiera Gran Bretaña (ver aparte) o Estados Unidos, donde “el retorno del hambre es dramático” ( Le Monde, 7/11).