Políticas

30/4/2003|798

El “mal menor” es rechazar a Menem y a Kirchner

Para Elisa Carrió, Kirchner sería el “mal menor”.


¿Es efectivamente así?


La opinión de Carrió se puede entender porque es interesada: la señora se ha metido ya en un frente con Kirchner y otros para apoyar a Ibarra en la ciudad de Buenos Aires.


Ibarra es el desalojador de los habitantes sin vivienda, el adversario de las conquistas sociales de los trabajadores de Metrovías y el hombre que desvía todos los días millones de dólares a grandes negociados por medio de la Corporación Puerto Madero, la Corporación del Sur, las autopistas del AUSA y el Banco Ciudad.


¿Pero es Kirchner el “mal menor”?


Kirchner es un hombre de las petroleras y de Repsol, por eso exigió que se les reduzca las retenciones a las exportaciones.


También es el que, como lo hicieron Menem en La Rioja y Rodríguez Saá en Catamarca, privatizó el Banco de Santa Cruz, luego de haberlo llevado a la quiebra debido a sus préstamos incobrables.


Estos bancos provinciales privatizados son los que están comprando ahora a los bancos que se retiran y lo hacen con plata del Estado.


Kirchner es también el que entregó los principales yacimientos a los pulpos mineros, como el que se intentó realizar recientemente en Esquel.


Dicho esto, Kirchner aún puede parecer un “mal menor” comparado con Menem.


La verdad es, sin embargo, que Kirchner luce incluso como el peor de los males porque pretende inaugurar una etapa de nueva entrega y más miseria, mientras que el riojano no engendra ninguna ilusión.


El “mal menor”, para el 18 de mayo, es otro. Es votar en blanco. Y por una razón muy simple. Porque podríamos hacer caer un propósito que la mayoría rechazó incluso el pasado 27 de abril.


Es que el domingo pasado, Kirchner y Menem, juntos, sólo sacaron el 45% de los votos positivos, y aún menos, sólo el 36%, de todo el padrón electoral. ¿Por qué deberíamos darle todo el poder a un candidato del viejo régimen que no logró, solo, más que un 16-18% del padrón en la primera vuelta?


¿Por qué una mayoría del 60% que no los votó en primer vuelta tiene que optar por ellos en la segunda?


Los resultados de las elecciones han reflejado, ellos también, a su modo, la incapacidad definitiva de los viejos partidos, incluso en un terreno que les resultaba favorable, debido al manejo del dinero, de los aparatos y de los medios de comunicación.


Es cierto que una mayoría, incluso bastante mayor, no votó a la izquierda. Pero en lo que hace al Partido Obrero en especial, no pretendemos imponer una solución especial o particular, sino que se convoque a una Asamblea constituyente soberana, con poder, precisamente porque el viejo régimen está agotado, como hasta las propias elecciones, dentro de sus propios límites, lo han demostrado.


El “mal menor” es rechazar a los dos: al gobernador que gobernó diez años con Menem y a Menem.


El “mal menor” es inviabilizar el fraude político.


La salida es una Asamblea Constituyente con poder convocada por las organizaciones que luchan.