Políticas

18/11/2004|877

El mayor ajuste de la historia

Los anuncios “sociales” del gobierno serán fi­nalmente una farsa y las idas y vueltas pro­ducidas sobre el tema advierten de la fragilidad política que envuelve al régimen. A estas horas el Ministerio de Economía habría desechado inclu­so la posibilidad de duplicar las asignaciones fa­miliares —que en la actualidad rondan entre 20 y 40 pesos-. “Las mayores posibilidades —informa La Nación (11/11)- giran en tomo de un aumen­to del 25 al 50% que podría aplicarse sólo para al­gunos sectores para disminuir la pérdida fiscal.


El gobierno está obligado a preservar el su­perávit en las cuentas del Estado para pagar la deuda. Entre intereses y servicios, la Argenti­na tiene vencimientos por 14.000 millones de dólares en el 2005, casi el 10% del PBI -una si­tuación que se repite con montos similares en 2006 y 2007-. De estos 14.000 millones de dó­lares, 5.500 corresponden a pagos de capital al FMl y al resto de organismos financieros inter­nacionales. Hasta que se concrete una eventual refinanciación, “Argentina seguiría pagándole organismo: 890 millones en el primer trimes­tre (del año que viene)”.


Superávit incautado


Para cumplir con los compromisos de la deuda, gobierno ha elaborado un presupuesto que oculta un superávit fiscal superior al 3% del PBI, y se ha arrogado los mayores superpoderes de la historia a fin de desviar partidas. El excedente fiscal, sin embargo, no se explica por la mejora en la recaudación, ya que, en térmi­nos reales, se encuentra por debajo de los nive­les de la década del ’90, en tanto que “los gastos de este año son un 20% inferiores a los de 2001”, un año de “niveles bajos, luego de un prolonga­do período de recesión y ajuste” (Informe del Centro de Estudios Bonaerenses, noviembre).


El gobierno “nacional y popular” intenta lo­grar de este modo un superávit fiscal del orden del 6 por ciento del PBI, sin precedentes, de millones. Esta sangría ocurre en el mar­co de niveles extraordinarios de pobreza: una en­cuesta acaba de revelar que el 8% de los estratos “bajos y medio bajos” redujo su dieta alimenticia por problemas económicos (La Nación, 5/11).


Los signos del cambio


Esta estrategia ha unificado por ahora a la cla­se capitalista y tiene el respaldo del imperialis­mo. Pero ni los trabajadores ni los explotados pueden seguir cargando con esta situación.


Es lo que expresan la movilización y el paro de los petroleros (por el 45% (de aumento), o de los telefónicos una semana atrás; las luchas do­centes y estatales de Buenos Aires, Neuquén o Salta; el paro general en el Chaco; la rebelión es­tudiantil del Comahue y el derrumbe de las co­rrientes tributarias del gobierno en la Universi­dad. También la decisión del movimiento pique­tero en lucha de marchar el 16 contra el levantamiento de los planes, por el trabajo, el salario y la libertad de los presos; el mismo arco de fuer­zas que sumó 20.000 manifestantes el pasado 16 de octubre para protestar por el encarcelamien­to de los más de treinta luchadoras y luchadores.


El Partido Obrero llama a desenvolver las luchas obreras hasta la victoria, mediante co­mités de huelga responsables ante asambleas y coordinadoras por los 250 al básico, la estabilidad de los contratados, un mínimo de 800 pe­sos A organizar asambleas populares en coor­dinación con los piqueteros y trabajadores en lucha, por la reducción de la jornada laboral y el fin del trabajo en negro.


A unir las luchas a un planteamiento de con­junto, a una salida política obrera y socialista.