El Mercosur destrozado
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Todas las semanas aparece una nueva crisis en el Mercosur. Todavía no se apagaron los fuegos por las heladeras, cocinas, televisores, textiles y calzados, y ya estalló la “guerra de los autos". De esta manera, mientras se habla de la expansión del Mercosur y de su extensión a Venezuela, Perú o México, la realidad es que el bloque se va disolviendo en el marco de sus propias contradicciones.
El régimen automotor es el “corazón" del Mercosur. Se puede decir que éste fue fundado, hace más de 10 años, por las multinacionales automotrices, para beneficiarse de un arancel aduanero común que las preservaba de la competencia asiática y les aseguraba un precio un 40% superior a los internacionales. Se aseguraron también la importación desde sus casas matrices de los modelos no fabricados en el Mercosur, al 2% de arancel, para luego venderlos con el sobreprecio del 40%. Según varios estudios, las automotrices montaron sus fábricas no con capital propio sino con las ganancias extraordinarias -más de 5.000 millones de dólares- que pagaron los consumidores argentinos y brasileños. Además, incentivaron a los gobiernos de ambos países, y de sus estados y provincias, a ofrecer subsidios para instalarse en uno u otro lugar.
El régimen se complementaba con un sistema administrado de intercambio de los modelos de autos, debiendo compensarse las exportaciones con las importaciones. De este modo, los modelos chicos se armaban en Brasil y los modelos más especializados en la Argentina.
Se fijó que el régimen automotriz estuviera vigente durante 10 años y que recién en el 2000 se pasaría a un “comercio libre”. La crisis, primero en Brasil y luego en Argentina, obligaron a prorrogar el sistema administrado hasta el 2006, permitiendo que la Argentina exportara 1,60 dólar por cada dólar de importación de autos y auto partes de Brasil.
Ahora, Kirchner y Lavagna plantean otra prórroga, para “proteger" a las terminales y autopartistas (que ya cuentan con el dólar alto, salarios bajos y reducción de impuestos) contra los autos fabricados en Brasil.
La mayoría de las filiales automotrices apoyó la decisión de Kirchner porque se asegura nuevas prebendas de los gobiernos de Brasil y la Argentina, y sobre todo la "reserva" de ambos mercados. Por ejemplo, “la filial local de Ford apoyó la decisión del gobierno de postergar la liberalización comercial" (Página/12, 11/9), ya que vende sus autos casi íntegramente en la Argentina y Brasil. En cambio, General Motors, que exporta el 95% de su producción fuera del Mercosur, criticó la medida.
Detrás del planteo de Kirchner y Lavagna está la mano de Techint, para quien las terminales y autopartistas radicadas en la Argentina son demandantes de primer orden de chapas y acero.
Como venimos planteando desde Prensa Obrera, Techint es partidario de establecer el llamado Foro de la Competitividad, que financie por medio del presupuesto público el mercado cautivo y los sobreprecios de ese pulpo. Es lo que van a hacer Kirchner y Lavagna. Pero van a hacer algo más: preparar el acuerdo para el Alca, pues Techint quiere vender en Estados Unidos.