Políticas

23/9/2004|869

El Mercosur destrozado

Todas las semanas aparece una nueva crisis en el Mercosur. Todavía no se apagaron los fuegos por las heladeras, cocinas, televi­sores, textiles y calzados, y ya es­talló la “guerra de los autos". De esta manera, mientras se habla de la expansión del Mercosur y de su extensión a Venezuela, Perú o México, la realidad es que el bloque se va disolviendo en el marco de sus propias contradic­ciones.


El régimen automotor es el “corazón" del Mercosur. Se puede decir que éste fue fundado, hace más de 10 años, por las multina­cionales automotrices, para be­neficiarse de un arancel aduane­ro común que las preservaba de la competencia asiática y les ase­guraba un precio un 40% supe­rior a los internacionales. Se ase­guraron también la importación desde sus casas matrices de los modelos no fabricados en el Mer­cosur, al 2% de arancel, para lue­go venderlos con el sobreprecio del 40%. Según varios estudios, las automotrices montaron sus fábricas no con capital propio si­no con las ganancias extraordi­narias -más de 5.000 millones de dólares- que pagaron los consu­midores argentinos y brasileños. Además, incentivaron a los go­biernos de ambos países, y de sus estados y provincias, a ofrecer subsidios para instalarse en uno u otro lugar.


El régimen se complementaba con un sistema administrado de intercambio de los modelos de au­tos, debiendo compensarse las ex­portaciones con las importacio­nes. De este modo, los modelos chicos se armaban en Brasil y los modelos más especializados en la Argentina.


Se fijó que el régimen automo­triz estuviera vigente durante 10 años y que recién en el 2000 se pa­saría a un “comercio libre”. La cri­sis, primero en Brasil y luego en Argentina, obligaron a prorrogar el sistema administrado hasta el 2006, permitiendo que la Argenti­na exportara 1,60 dólar por cada dólar de importación de autos y auto partes de Brasil.


Ahora, Kirchner y Lavagna plantean otra prórroga, para “pro­teger" a las terminales y autopartistas (que ya cuentan con el dó­lar alto, salarios bajos y reducción de impuestos) contra los autos fa­bricados en Brasil.


La mayoría de las filiales automotrices apoyó la decisión de Kirchner porque se asegura nuevas prebendas de los gobiernos de Brasil y la Argentina, y sobre todo la "reserva" de ambos mercados. Por ejemplo, “la filial local de Ford apoyó la decisión del gobierno de postergar la liberalización comercial" (Página/12, 11/9), ya que vende sus autos casi íntegramente en la Argentina y Brasil. En cambio, General Motors, que exporta el 95% de su producción fuera del Mercosur, criticó la medida.


Detrás del planteo de Kirchner y Lavagna está la mano de Techint, para quien las terminales y autopartistas radicadas en la Argentina son demandantes  de primer orden de chapas y ace­ro.


Como venimos planteando desde Prensa Obrera, Techint es partidario de establecer el llamado Foro de la Competitividad, que financie por medio del presupues­to público el mercado cautivo y los sobreprecios de ese pulpo. Es lo que van a hacer Kirchner y Lavagna. Pero van a hacer algo más: preparar el acuerdo para el Alca, pues Techint quiere vender en Es­tados Unidos.