Políticas

15/8/2002|767

El Mst y el Argentinazo

En un folleto que editó el Mst a principios de año, titulado “El Argentinazo. La Revolución de las Cacerolas”, firmado por Alejandro Bodart, se hace un repaso de lo ocurrido el 19 y 20 de diciembre y se extraen algunas conclusiones. En esta reflexión se concentra lo sustancial del bagaje teórico y político de esta corriente que se reivindica “socialista” y “revolucionaria”. Nos dice mucho acerca de lo arbitrario de esos dos calificativos.


 


“Operativo espontaneidad”


Para el Mst “todo comenzó con un estallido espontáneo, sin ningún tipo de organización”. Es decir, como ocurre en los cuentos para niños; a un gigantesco acontecimiento como el del Argentinazo se le quiere quitar su historia, su preparación, su construcción. No hay un solo renglón del citado folleto que haga mención a la lucha que precedió al 19 y 20. Al Mst lo “amaneció” la rebelión popular; entonces promueve la tesis de la “espontaneidad”. Pero, como bien dice Altamira en su último libro, “detrás del halo anarquista o libertario de este enfoque, se esconde el más crudo stalinismo (porque) iguala a la acción conciente con la presencia determinante de un aparato (e) identifica a la acción creativa de las (masas) como un fenómeno que carece de un cuadro de ideas y no está precedido por una reflexión política” (El Argentinazo, pág. 15). Con la frase “el 19 y 20 se produjo una insurrección revolucionaria espontánea, sin dirección”, el Mst toma a los trabajadores, a los piqueteros, a los asambleístas y a la  juventud… por idiotas. Si alguien borra deliberadamente nuestro pasado es porque nos quiere explotar políticamente en el futuro. ¡Guarda!


 


Que se queden todos (I)


Al mismo tiempo, el autor nos dice que se trató de un “Argentinazo triunfante” porque “barrió al gobierno”, “(tumbó) el modelo económico que hundió al país” e “hirió de muerte” al “régimen político construido en base a la alternancia de los viejos partidos burgueses”. Pero no nos dejemos engañar. Lo que “hundió al país” no fue ningún “modelo” sino un régimen social que se ha quebrado bajo el imperio de sus propias reglas de juego. Los que lo “tumbaron” fueron los mismos capitalistas y banqueros que durante décadas lo edificaron. Y los que “hirieron de muerte” (y hasta mataron) al radicalismo y al peronismo, y los que abrieron una crisis política y de poder sin precedentes, no fueron precisamente “los de abajo” sino “los de arriba” llevados por el látigo de la crisis capitalista. Todo esto demuestra que se nos quiere vender una farsa: las tareas del 19 y 20 ya habrían sido concretadas (¡”triunfantes”!), el “que se vayan todos” no sería más que una frase de moda, y de ahora en más habría que “cambiar el modelo”  y darle unos retoques a la “democracia” para que el capitalismo funcione. Así no va…


 


Que se queden todos (II)


Fieles a la concepción morenista, para los “trotskistas” de IU “(se puede) definir la revolución en curso como socialista inconsciente o de febrero, en el sentido de que toma (Sic!) tareas socialistas sin una dirección revolucionaria al frente”. Entones el de Rodríguez Saá, primero, y el de Duhalde, después, serían “gobiernos kerenskistas, por las similitudes con el gobierno que surgió en Rusia (con) la Revolución de Febrero del ‘17”. Para el Mst, “la revolución ha sido tan grande que no sólo ha golpeado al régimen democrático-burgués, sino que ha logrado imponer cambios en el mismo”. O sea que los gobiernos de Saá y de Duhalde tendrían un carácter progresivo. Es más, habría que informarles y hacerles ver que son “inconscientemente socialistas”. Prestemos atención a lo siguiente: “Si Saá se vio obligado a prometer tanto, es porque se lo impuso la movilización popular. No había que tenerle ninguna confianza y seguir en las calles para que cumpla con sus promesas (¡Sic!). Si nos desmovilizábamos, Saá volvería a aplicar un plan al servicio de los ricos y el FMI”. Como si en esa misma semana no hubiera pagado una cuota de la deuda con el Fondo. ¡Cómo si alguna vez hubiera aplicado un plan al servicio de los pobres! El Mst tenía toda la confianza en Rodríguez Saá y por eso dijo que el mentiroso planteo de éste, de “no pago de la deuda externa”, era “un triunfo de las masas”. Lo inconsciente no es la revolución sino decirse “socialistas” y subirse al carro de la burguesía.


 


Electoralismo


Para rematar, el folleto termina con una tesis típica de un académico: “Se ha producido también una revolución en la cabeza (!) y… parte de este proceso es la creciente simpatía que está ganando la izquierda”. De este argumento se extrae una conclusión previsible: “Se ha transformado en una necesidad el impulso y la concreción de la unidad de toda la izquierda. Incluso con organizaciones de izquierda reformistas (!!). Porque todavía nadie tiene la suficiente fuerza como para postularse (¿?) solo para ocupar el tremendo vacío existente”. Se trata de usufructuar una buena oportunidad para “ocupar” un par de escaños parlamentarios, y para eso necesitan del espectro que va del banquero Heller a Zamora, pasando por Alicia Castro y el Ari. No  es curioso, entonces, que en un folleto dedicado al Argentinazo, el Mst nos hable mucho de “presentar una opción fuerte en el terreno electoral” y nunca de ningún tipo de Constituyente, ni con poder ni sin poder. La IU tiene el fin estratégico de engañar y embaucar a los trabajadores.


Por eso, compañero, cuando usted escucha que el Mst “lucha por una sociedad distinta”, debe interpretar que, en realidad, chapotea en el charco del mismo régimen que defienden los partidos y grupuchos que se embanderan detrás del Foro Social Mundial. Las medidas y propuestas capitalistas de salida a la barbarie capitalista, así se tiñan de “socialistas” y “revolucionarias”, deben ser juzgadas y superadas por la historia y por la lucha de los trabajadores…