Políticas

19/5/2020

El municipio de Bariloche se desentiende de la realidad y comienza a levantar la cuarentena

Aunque parezca contradictorio, desde que comenzó el rebrote de coronavirus en Bariloche, tanto el gobierno municipal como el provincial no han hecho más que relajar la cuarentena. La flexibilización fue una respuesta a las presiones de los empresarios locales, que quieren forzar una temporada turística que se presume más que improbable para este invierno.


A principios de mayo, y cuando los casos activos de Covid-19 comenzaban a bajar, el intendente Gennuso anunciaba la flexibilización de las medidas de aislamiento. Actividades comerciales no esenciales fueron habilitadas por segunda vez en cuarentena en esta ciudad, luego de que se dispusiera este permiso por el municipio y desde el gobierno provincial lo desacreditaran en menos de 48hs endureciendo las medidas de aislamiento. En esta segunda oportunidad contó con el apoyo del gobierno rionegrino.


El intendente justificó la medida diciendo: “hay grupos o sectores que quieren trabajar, pero si se van del marco nacional, no se puede hacer, aunque quisiéramos. Así que no nos tenemos que escapar de la autoridad nacional porque claramente está siguiendo el problema en forma global". En ese momento los casos activos eran 25, llegando al piso de 8 casos a los pocos días. Al momento de publicación de esta nota, y como consecuencia de las medias adoptadas, los casos activos habían vuelto a subir hasta 45.


Con el aumento de los casos activos el intendente volvió al discurso punitivista, contribuyendo al ensañamiento que hubo hacia los sectores más vulnerables de la población, donde se evidenciaron varios focos de contagio. Los escraches y mensajes anónimos que circularon a través de las redes sociales no hicieron más que presentar a aquellos con menor capacidad de sostener esta cuarentena como responsables de las consecuencias de las medidas de gobierno. Como señalamos la semana pasada, las condiciones materiales de la población del Alto de Bariloche atentan contra el efectivo cumplimiento de las medidas de aislamiento.



Cuando los mensajes anónimos se multiplicaron en la población local, el director del Hospital Zonal de Bariloche manifestó que el foco de contagio no estaba en un solo barrio de la ciudad, sino que el virus ha tenido contagios de acuerdo con la movilidad de las personas. Lejos de reclamar mayor presupuesto sanitario, mejoras en las condiciones de vida de la población o la revisión de la flexibilización adoptada contribuyó a esa estigmatización de los más pobres manifestando que el aumento de casos “nos tiene que hacer reflexionar de la importancia de lo que son las medidas de prevención, del cumplimiento de no compartir utensilios, el mate, no tomar cerveza del pico y no romper las reglas que están establecidas”.


Este discurso va de la mano con lo que manifestó el presidente Alberto Fernández semanas atrás: "Cuando salimos nos exponemos, no se olviden que el virus no nos busca, nosotros vamos a buscarlo". Bajo estos dichos, pareciera que contraer Coronavirus es un acto voluntario de los contagiados, que teniendo la posibilidad de contar con un hogar digno y alimento para cumplimentar la cuarentena se exponen innecesariamente. En un país donde la pobreza se estima por arriba del 40% hacer este tipo de declaraciones es de una irresponsabilidad inusitada.


Enmarcado en esta flexibilización, y según denunció el portal de noticias En Estos Días, el día 11 de mayo el intendente Gennuso autorizó ceremonias religiosas en medio de la cuarentena. Los jueves y domingos se llevarán a cabo los encuentros religiosos, contradiciendo toda recomendación de los especialistas de no habilitar reuniones masivas en ninguna circunstancia, ya que está demostrado que el contacto directo en espacios cerrados aumenta las posibilidades de contagio.


Esto demuestra el fuerte factor de presión que aún constituyen las iglesias para los distintos gobiernos de nuestro país en pleno siglo XXI. Queda de manifiesto entonces la necesidad avanzar de una vez y para siempre con la separación de la iglesia y el Estado. Porque en este caso en particular existe una complicidad del gobierno municipal en sostener prácticas religiosas por acuerdos entre ellos que van en contra de las recomendaciones sanitarias. Entendemos que el de Bariloche no es un caso aislado, y las iglesias condicionan a los distintos gobiernos en el desarrollo de las políticas de aislamiento.


El sálvense quien pueda de la gobernadora


Por su parte la postura de la gobernadora Arabela Carreras era continuar con la cuarentena hacia fines de abril, pese a que la presión de los empresarios empezaba a cobrar relevancia en los medios. Su postura ahora cambió rotundamente. El 16 de mayo declaró que: “Ahora es momento de poner en práctica eso que aprendimos en el aislamiento. Si no me comporto, me contagio. ¿Cómo nos cuidamos del Sida? No le pedimos al Estado que nos cuide porque se conocen las formas de contagio y donde están los riesgos. Puede ser que te cuides y te contagies. Acá, lo mismo. Te puede pasar, pero si te cuidas te va a pasar menos”. Esto generó un fuerte rechazo en la población, que percibió el intento de desligar al Estado de cualquier responsabilidad en materia de salud.


Como decíamos en Prensa Obrera a principio de mayo “Los apresurados levantamientos de la mayoría de los países europeos han llevado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a advertir sobre el peligro de un rebrote.” Al día de hoy más del 60% de los casos activos de la provincia de Río Negro corresponden a Bariloche. El costo de la crisis recae con toda su fuerza en la clase obrera local.


Ante este escenario se hace cada vez más evidente la necesidad de centralizar todo el sistema de salud y el aumento de su presupuesto, el no pago de la deuda externa y la formación de comités de seguridad e higiene en todos los hospitales públicos y privados integrados por trabajadores electos en asamblea, la prohibición de toda actividad no esencial y de los despidos.