Políticas

24/10/1996|516

El olmo nunca da peras

Los burócratas cegetistas se reúnen con el ´ala política’ del gobierno para ´consen­suar’ la ´desregulación’ laboral y la ‘pri­vatización’ de la salud.


Los burócratas de Ctera reclaman ‘consensuar’ la aplicación de la ‘reforma educativa’.


El Frepaso quiere también ‘consensuar’, pero en su caso la elaboración de una ‘política social’ y un replanteo de la deuda externa ante el FMI.


Béliz y Álvarez quieren ‘abrazar’ el edificio de Tribunales para reclamar justicia al poder judicial videlo-alfonsino-clerical-menemista.


Pero mientras estos dirigentes y políticos bien alimentados se dedican a este oficio, Menem y el Banco Mundial siguen. Siguen engrosando la deu­da externa; siguen ‘flexibilizando’ siguen ‘tercerizando’, siguen entregando el petróleo de Malvi­nas a cambio del rearme inglés de la Marina argen­tina; gobernando por decreto; encubriendo a los delincuentes cuando se trata de grandes capitalis­tas, como los supermercados.


Esta política estéril está destinada a des­viar el movimiento huelguístico de agosto y de setiembre y encaminarlo detrás de un pac­to nacional. Pero la crisis es ya muy grave como para que pueda ser superada por un pacto con el menemismo. Sólo sirve para agravar esa crisis y para acabar con la poca autoridad y el poco prestigio que les queda a sus promotores.


¿No se ha reflexionado ni un poquito de que un régimen contrabandista no puede liquidar el con­trabando? El contrabando es la forma suprema del ‘comercio libre’; ‘abarata’ el ‘costo argentino’; ayuda con esto a ´la exportación’; ‘atrae’ a los capitales que lo financian; aprovecha la ´liquidez’ del mercado internacional.


La burguesía argentina fue contrabandista toda su vida; los contrabandistas echaron al virrey espa­ñol y nos ‘abrieron’ al mundo. El contrabando baja los salarios, aumenta la desocupación, ayuda a la ‘flexibilización’. ‘Demuestra´ la inutilidad de los impuestos al comercio exterior y la ‘efectivi­dad’ exclusiva de los impuestos al consumo que deben pagar los trabajadores. ¿No es todo esto la política del menemismo?


Incluso para liquidar al contrabando es necesario terminar con el menemismo.


El olmo no da peras, el menemismo no tiene arreglo y el centroizquierdismo no tiene salidas para las masas ni para él mismo.


Llamamos al movimiento obrero a multiplicar las iniciativas de organización y de acción; a reclamar un nuevo paro general para que se reti­ren del Congreso todas las leyes antiobreras; a exigir que se convoquen a las paritarias para que se aumenten los salarios, se esta­blezca un seguro al desocupado y se elimine la ‘flexibilización’ de salarios y de condicio­nes de trabajo; a convocar plenarios y a plantear y realizar congresos de bases; a exigir un congreso de bases docentes para terminar con la destrucción educativa y para reclamar aulas, escuelas y un salario docente mínimo de 700 pesos.


El ‘sindicalismo de nuevo tipo’ que algunos pregonan sin sustancia ni contenido, sólo puede producirlo un movimiento obrero combativo y una organización movilizada de las masas.


La política de desviar la lucha ya está mostrando los signos del fracaso. La crisis política se acelera. La guerra de mañas es inevita­ble, porque es así como el capitalismo está organi­zado — en el secreto y la conspiración. Ante el agotamiento definitivo de este régimen, más que nunca fuera Menem, por un congreso de obre­ros, jóvenes y desocupados que establezca la salida política y económica del país.


Este congreso de delegados, y no el Congreso oficial, puede representar la soberanía nacional.