Políticas

1/11/2020

Se aprobó el presupuesto del FMI y la represión

Patética capitulación del PCR y Patria Grande. Solo el FIT planteó una alternativa al ajuste y la entrega.

Finalmente, la Cámara de Diputados aprobó el miércoles último el proyecto de Presupuesto 2021, enviado por el gobierno. Un cartel pegado por encima de la banca de la diputada Romina Del Plá (PO-FIT) resumía la esencia de dicho proyecto y la posición de los diputados del FIT: “No al  presupuesto del FMI”.

Efectivamente, se trata de un presupuesto negociado y dictado por el FMI que tiene el propósito directo de realizar un fuerte ajuste contra la economía del pueblo trabajador para garantizar, como objetivo central, el pago riguroso de la deuda pública con el capital financiero nacional e imperialista.

Hemos dedicado varios artículos a explicitar el contenido entreguista y antipopular de este proyecto.

Fue aprobado por 139 votos a favor, 90 abstenciones y 15 votos en contra. Al bloque oficialista se le sumaron bloques provinciales. Juntos por el Cambio votó dividido: la mayoría se abstuvo, pero una media docena votó afirmativo con el oficialismo. Son los “comprados” por la llamada “planilla de la felicidad” donde se les promete alguna obra pública en su provincia, que luego generalmente no se ejecuta –por falta de fondos- pero que les permite poner un cartel publicitario con la promesa de su pronta realización. Otros de Juntos por el Cambio, especialmente la Coalición Cívica de Carrió, votaron en contra. También votaron en contra Romina Del Plá y Nicolás del Caño del FIT. Pero, salvo los dos diputados del FIT, todos estaban de acuerdo con el lineamiento general del acuerdo con el FMI. Las abstenciones (y los votos en contra) del frente derechista justificaban su actitud en que las cifras que presentaba el oficialismo eran fantasiosamente irreales.

El sentido real de la actitud de Juntos por el Cambio en el recinto la explicitó su vocero, el diputado Laspina: “Nosotros tenemos objeciones respecto a los parámetros económicos. No creemos que Argentina tenga un plan económico. Pero tampoco queremos ser una oposición que obstaculiza. Como sabemos que están finitos en los números y que necesitan a algunos aliados, la idea es abstenernos para que el Presupuesto esté, porque somos responsables, aunque esa misma responsabilidad nos lleva a no avalarlo”. El mismo Laspina reconoció –a su manera, visto desde un ángulo patronal- que “este es un presupuesto de ajuste porque el ATP (Asistencia al Trabajo y la Producción) el 1° de enero no se paga más”. Solo se refirió al subsidio que reciben las patronales, pero no habló que se da de baja al IFE, el subsidio-paliativo que reciben 9 millones de desocupados y subocupados.

Laspina no se opone al ajuste, sino que cargó contra el ‘gradualismo’ propuesto por el ministro Martín Guzmán y lo comparó con medicina homeopática para tratar a un paciente que, a su entender, requiere terapia de shock. Un shock de ajuste: más fondomonetarista que nadie.

Esta vergonzosa sesión donde se aprobó este presupuesto se vio conmovida por las fuertes denuncias que realizaron los diputados del FIT ante la represión en paralelo que se estaba desarrollando con el violento desalojo de los vecinos de Guernica.

 

Vergonzosa fue la intervención de los diputados Juan Carlos Alderete y Verónica Caliva del PCR y de Itaí Hagman de Patria Grande, ambos integrantes del oficialista Frente de Todos, que se reclaman de izquierda, comunistas, chavistas y/o revolucionarios.

Alderete resaltó la “importancia de este proyecto de ley de presupuesto en relación al gasto social”. Sin demostrarlo, violentando la realidad. Dijo que crecen los gastos sociales, como la salud pública, cuando el FIT acababa de denunciar que en medio de la pandemia el presupuesto de salud había descendido en términos reales un 10%. Señaló como progresiva la disminución del pago de la deuda: “Si bien tiene casi un 50 por ciento menos de variación real con respecto al presupuesto anterior, este endeudamiento externo sigue siendo una lápida”. Esto sin explicar que no se trataba de una medida anti imperialista, sino de una renegociación negrera y colonial. Toda su intervención fue para defender al gobierno echando la responsabilidad de la deuda solo sobre el macrismo. Como si Cristina Kirchner –a la que denunciaban hace unos años atrás como “pagadora serial’- no fuera responsable. Hizo malabarismos para plantear que había que investigar la deuda. Que se necesitaba “impulsar una política de ingreso agresiva” (¿A favor o en contra de los jubilados y los docentes y estatales? Porque es reconocido por todos que está en marcha un esquema estructural de reducción de los haberes jubilatorios). Pero sí planteó que “Una apuesta económica importante para el Ejecutivo sería, principalmente, la destinada a sostener garantías favorables para la inversión productiva privada”. ¡Más subsidios para los capitalistas! Reconoció la necesidad de eliminar los subsidios a las empresas energéticas, petroleras y mineras y que no había quitar el IFE a los desocupados. También planteó la necesidad de “cambiar la matriz de la estructura impositiva regresiva para que no se siga cargando sobre el consumo y el salario de los trabajadores y jubilados el grueso de la recaudación”.

Pero…. entonces ¿por qué votó a favor de este proyecto de presupuesto?

Lo justificó porque “un sector de oligarcas imperialistas, a través de Macri y sus socios, están jugando para desestabilizar al gobierno con una alevosa presión devaluatoria. Frente a este embate y pese a las diferencias que puedo tener en este proyecto, voy a votar a favor la ley de presupuesto”.

La hipotética amenaza de la derecha lo lleva a apoyar medidas antiobreras y proimperialistas. Como si no fuera el propio gobierno el que ejecuta el plan de ajuste fondomonetarista…

Eso sí, prometió: “seguiremos luchando para que no sea nuestro pueblo el que pague la crisis que dejó el macrismo y que está profundizando esta pandemia”. Que está profundizando este gobierno, debería haber dicho. ¿A qué lucha se refiere? En la movilización en repudio al desalojo violento de miles de trabajadores pobres en Guernica no se hicieron presentes.

Su compañera de bancada, la diputada Caliva, también del PCR, no se quedó atrás. Consideró que para su provincia “para Salta este presupuesto es una gran oportunidad porque es el inicio de un proceso de reparación y de reconstrucción de nuestra provincia y de nuestro país”. Y que había que apoyarlo porque “tenemos que enfrentar diariamente sus intentos desestabilizadores contra un gobierno legítimo, que es amado por su pueblo”. Caliva considero que el presupuesto era “la hoja de ruta de quienes damos pelea para lograr nuestra soberanía alimentaria y el acceso a la tierra, al techo y al trabajo (…) la hoja de ruta de las mujeres y las diversidades, para terminar con la violencia y la misoginia (…) la hoja de ruta de las comunidades indígenas que luchan y defienden sus territorios, que luchan por agua, por pan, por dignidad e inclusión”. Una “hoja de ruta –dijo- que cuenta con la fe de nuestro pueblo, y además va a contar con la luz de Francisco, que guía a millones en nuestro país, en nuestra patria grande y en el mundo para acceder al pan, a la paz, al agua segura, a la tierra, al techo y al trabajo”. A pesar que la compañera se reclama comunista revolucionaria, no sabemos si es creyente, pero… el Papa y la Iglesia Católica son un puntal de la reacción contra los reclamos de los mismos reclamos que mencionó la diputada, en particular los de mujeres y diversidades. Actúan, como dice el dicho: “a Dios rogando y con el mazo dando”.

Itaí Hagman, el diputado de Patria Grande en el Frente de Todos, tampoco se quedó atrás. Pontificó “que no estamos tratando un proyecto de presupuesto más, sino que estamos analizando uno que constituye el punto de partida para la recuperación de la economía argentina”. Llamó –siguiendo a Cristina Kirchner- al “diálogo” con la oposición macrista: “Lo que la Argentina necesita es que discutamos y nos pongamos de acuerdo en cómo resolvemos algunos de los problemas estructurales de la economía argentina, como señaló hace poco la vicepresidenta de la Nación”. Y toreó a los diputados: “en todo caso, quienes se oponen deberían ofrecer un plan alternativo”.

La izquierda a la que no se le ocurre otra alternativa que concertar el ajuste en un acuerdo de fondo con el gran capital ha dejado de tener derecho de presentarse con ese nombre.

El Frente de Izquierda sí tiene un plan alternativo, un plan obrero y socialista. No pagar esta deuda pública usuraria. Romper el pacto con el FMI. Impuesto progresivo a las grandes fortunas. Nacionalización de la banca, el comercio exterior, las empresas energéticas, mineras y petroleras. Control obrero de la economía. Aumento de salarios y jubilaciones a nivel de la canasta familiar. Nacionalización integral de la salud.