Políticas

23/2/1993|383

El “plan” Cavallo en bancarrota

Las “crecientes dificultades” que la propia prensa menemiana observa en la marcha del plan económico del gobierno se dan exactamente en el momento en que la “convertibilidad” debía alcanzar su apogeo mediante el expediente de la “dolarización”,la cual, supuestamente, transformaría al peso en equivalente integral de la divisa americana. No hay en esto, sin embargo, ninguna contradicción: una vieja ley de la economía que el “brillante” Cavallo y sus discípulos se ocuparon de ocultar es que cuando existen dos monedas, la más fuerte tiende a desaparecer y queda en circulación la de menor calidad. La primera, en cambio, es utilizada para atesoramiento, como reserva de valor. Los ladrones capitalistas se quedan con los dólares, el pueblo explotado con los pesos devaluados, que por supuesto no puede “atesorar”. Que el “bimonetarismo” es un signo de “fortaleza” de la moneda nacional es un engaño premeditado. Por eso los bancos han sido autorizados a mantener sus encajes en moneda extranjera y el capital financiero en su conjunto a disponer con absoluta libertad de las divisas retenidas en el Banco Central como garantía de sus negociados.


Liquidación del peso


Los depredadores de la economía nacional se fugan al dólar como lo prueba la reciente revelación de que han vuelto a aumentar los “autopréstamos”, procedimiento mediante el cual las divisas giradas ilegalmente  fuera del país “vuelven” como empréstitos de los bancos extranjeros y como “pasivo” de las empresas nacionales y extranjeras radicadas en el país (Clarín, 27/1/93). No se trata sólo de una forma de evadir impuestos y ocultar ganancias, porque la empresa transforma “mágicamente” sus activos en deuda. Es una manera de protegerse contra la devaluación de la moneda nacional y de reclamar “subsidios” cuando ésta se produzca, alegando la imposibilidad de pagar las obligaciones contraídas. Otra evidencia del mismo fenómeno es que desde que se anunció la “dolarización” , las tasas de interés en pesos han subido sideralmente como exigencia de los especuladores para proteger sus “inversiones” en pesos en el mercado local: por eso en diciembre y enero ha sido “excepcional la renta de los depósitos a plazo fijo” (Ambito Financiero, 21/1/93).


La “dolarización” ha sido un fenomenal negocio para la banca a la cual supuestamente Cavallo le ganó la pulseada en noviembre pasado cuando se planteó la “minicorrida” a favor del dólar. Liberada de la obligación de tener sus encajes en pesos, en el mercado de préstamos interbancarios la tasa de interés bajó hasta el nivel del 6% en los últimos días, mientras a sus clientes las instituciones financieras cobran tasas que oscilan entre el 24% y el 53%, realizando una diferencia descomunal. Desde el anuncio del “bimonetarismo”,  lejos de haberse fortalecido el peso, se ha lanzado una descomunal especulación financiera cuya contrapartida obvia es el completo quebrantamiento de la “economía real”.


Desocupación y quiebra económica


Es precisamente esto lo que ha quedado claro en los últimos días al conocerse la información de que, no ahora sino en la “mejor época” del Plan Cavallo, hubo un crecimiento fenomenal del desempleo que aumentó un 17% entre octubre de 1991 y el mismo mes de 1992. El desempleo global (incluyendo la sub-ocupación) afecta ahora a uno de cada 6 trabajadores en los principales centros urbanos del país. En el conurbano bonaerense la situación es simplemente explosiva, porque en el período antes señalado la cantidad de personas que no encuentra empleo se incrementó en el 31% (El Economista, 22/1/93). Pero, además, éstas son cifras desactualizadas, porque terminada la encuesta sobre desempleo ha habido una caída en picada de los requerimientos de mano de obra: el índice de demanda laboral en la Capital registró en diciembre una declinación del 15% respecto al mismo mes del año anterior (y del 13% en relación a noviembre último). En pleno “milagro cavalliano” la demanda laboral es inferior a la registrada en 1980 (!). La “revolución productiva” ha conducido a la Argentina a un récord de la peor lacra social capitalista.


Con tanto empuje como el de los índices de desempleo han crecido las cifras del desequilibrio comercial argentino con el exterior. Cada vez que el tema se menciona, el monto se incrementa y en la actualidad se estima que no sería menor a los 3.000 millones de dólares en 1992. Pero esta diferencia entre las importaciones (crecieron el año pasado en un 70%) y las exportaciones (no aumentaron) es sólo una parte menor del endeudamiento en dólares que se requiere para cubrir el déficit de la balanza de pagos. Hay que sumar no sólo los intereses de la deuda externa sino también el espectacular aumento en las salidas de divisas que tendrán los rubros referidos a “royalties”, seguros y fletes luego del desmantelamiento de la flota naviera nacional, de la entrega del transporte al capital externo y de la licencia para contratar seguros en el exterior. En su conjunto, el déficit a cubrir en la balanza de pagos estaría en el orden de los 10.000 millones de dólares.


Todo el plan económico tiene como alternativa el vaciamiento de las reservas del Central o la apertura ya desesperada de nuevos negocios que garanticen el flujo de capitales especulativos, y ambas posibilidades, o la combinación de las dos, conducen a la explosión de la  “convertibilidad”.  En un caso como quebrantamiento financiero y cambiario, en el otro como derrumbe del aparato productivo, y con toda seguridad también, como una combinación de las dos cosas.