Políticas

11/3/2004|841

El platazo y lo que viene

Tal vez haya sido la mayor movilización del movimiento obrero y popular en La Plata, una capital provincial que conoció las formidables movilizaciones docentes de la huelga general del 2001, las macizas incursiones de los obreros de los Astilleros, y las grandes movilizaciones de la Uocra. Más de 20.000 piqueteros llegamos desde todos los rincones del gran Buenos Aires (también se producían movilizaciones en Mar del Plata, Pehuajó, San Nicolás, Bahía Blanca y otras localidades del interior provincial).


Solá no pudo guardar los 26.000 despidos (bajas de los “planes”) debajo de la alfombra: tres integrantes del gabinete provincial, Cafiero, Di Rocco y Moucheron, se vieron obligados a recibir a los representantes de trece organizaciones piqueteras. Durante una semana entera, sin embargo, habían ignorado los urgentes pedidos de audiencia.


La movilización dio sus frutos: se firmó un acta que establece 48 horas de trabajo con todas las organizaciones para acreditar la documentación, tras la cual se pagaría el 13 de marzo a todos los compañeros que estén dentro de las reglamentaciones. Se estableció, además, el envío (en una semana) de toda la asistencia alimentaria adeudada a los comedores, que en el caso del Polo Obrero son unos 285 en la provincia de Buenos Aires (se deben dos meses de la miserable asistencia que recibimos).


Sin embargo, habrá que ver. Los argumentos que esgrimió Cafiero denotan una decisión política de quebrar al movimiento piquetero, así como su planteo de “reempadronamiento” y “transparencia” son una truchada marca cañón.


Cafiero estuvo acompañado por otros dos funcionarios de Solá y del duhaldismo que parecían comisarios para controlarlo, lo cual exhibe las “internas” que atraviesan al gobierno de Solá, que tuvieron expresión en la raquítica presencia de manifestantes y de intendentes en el acto pro-Kirchner del 1° de marzo en el Congreso.


El movimiento piquetero está obligado a luchar contra estos miles de despidos; no tiene opción y tiene sus limitaciones, pero su fuerza pasa también por la crisis política del adversario y por las huelgas de estatales que recorren los ministerios platenses y el clima de bronca en la docencia de todo el país por la cuestión salarial.


Las organizaciones piqueteras consideran que ésta no es una cuestión provincial; forma parte de una política de Kirchner y toda la burguesía: reducir el gasto social, incrementar el pago de las deudas a los banqueros y golpear al movimiento piquetero. Por eso continuamos el plan de lucha (hasta la reincorporación) y anunciamos que de no cumplirse lo pactado, el martes 9 habría cortes de ruta.


Nos preparamos en estrecha conexión con todo el movimiento popular. Planteamos ampliar las reivindicaciones del movimiento piquetero, con los planes de viviendas cooperativas, los proyectos Manos a la Obra, la inclusión de compañeros de nuestras bolsas de trabajo en la obra pública.


En medio de esta gran batalla contra los despidos bonaerenses, vamos adelante con las jornadas del 8 y 24 de marzo, mientras preparamos una gran ANT para el 27 y 28 de marzo

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