Políticas

31/1/2008|1025

El “poder de fuego” de la Bonaerense

La “seguridad” de Scioli y Stornelli


 


El asesinato en Del Viso de la vendedora ambulante Sonia Colman muestra en qué consistirá el renovado "poder de fuego" de la maldita policía, que Daniel Scioli y su ministro de Seguridad, Carlos Stornelli, quieren aumentar mediante una contrarreforma en regla.


El de Sonia no fue el único caso de ese tipo en los días finales de 2007. El sábado 22 de diciembre, en un fallo sorprendente, el Tribunal Oral N° 4 de Quilmes declaró nulo el juicio que se seguía contra el sargento Horacio Pérez, de la Brigada de Drogas Peligrosas de Lomas de Zamora, quien hace ocho años asesinó por la espalda a un motoquero, Emiliano Méndez, de 24 años, e hirió de gravedad a otro.


Más poder a la delincuencia


"Los jerarcas de la Policía Bonaerense tienen buenos motivos para celebrar el año nuevo" (Clarín, 30/12).


En efecto, los tienen.


En principio, Scioli y Stornelli han restituido la figura de jefe de policía. En ese puesto colocaron al comisario Daniel Salcedo, un técnico sin experiencia en comisarías que ya recibió el primer sablazo de la "interna" gubernamental y policial cuando un grupo de piquetruchos oficialistas ocupó el edificio del Ministerio de Desarrollo Social.


Sin embargo, aunque Salcedo sea personalmente cartón pintado, con esa figura la Bonaerense recupera capacidad de centralización, algo básico para mejorar y aceitar las "cajas negras" engordadas por todo tipo de delitos. Ahora "serán los policías los dueños, otra vez, de la gestión de seguridad" (Clarín, ídem anterior).


¿Quién promovió a Salcedo al cargo que ahora ocupa? El señor Daniel Hadad, viejo miembro de un "grupo de tareas" periodístico, defensor mediático de represores, promotor permanente de la "mano dura" y del "meter bala" del viejo nazi Carlos Ruckauf. Dime quién te recomienda. . .


Además de más y mejor armamento para multiplicar casos como el de Sonia Colman, Stornelli ha prometido a la policía terminar con "la purga permanente" de los tiempos de León Arslanian. Eso significa luz verde a la corrupción, al arreglo con bandas de delincuentes, al cohecho, a los enjuagues con el narcotráfico, la prostitución, el juego clandestino, los desarmaderos de autos robados y las "zonas liberadas" para que opere el delito. Nada de eso había cesado durante la gestión Arslanián, pero ahora no necesitarán ni tener cuidado al cometer sus fechorías.


Además, Scioli "por ahora se ha mostrado muy proclive a escuchar a los intendentes del conurbano" (ídem anterior), cosa de primera importancia porque, como señala esa misma edición de Clarín, "la seguridad en la amplísima provincia de Buenos Aires está directamente vinculada con los intendentes, ya sea por su apoyo a la policía local. . . o por su complicidad con la recaudación ilegal por medio del cobro de servicios de vigilancia y permisos para la prostitución, sin contar casos de corrupción aún más graves".


Por otra parte, según esos mismos informes periodísticos, el equipo de Stornelli analiza la posibilidad de devolver a la policía la atribución de interrogar a los detenidos sin presencia de un fiscal. Además de constituir de suyo una presión psicológica inadmisible, esos interrogatorios, en situación de completo desamparo para quien ha caído en garras policiales, darán vía libre a la tortura y, sobre todo, a las mejicaneadas, a la apropiación de botines y a un mejor control y organización del delito por parte de la institución.


Como si las elecciones bonaerenses las hubiera ganado Juan Carlos Blumberg, los habitantes de la provincia quedarán en manos de la peor de las bandas.