Políticas

18/4/2002|750

El polvorín de la provincia de Buenos Aires

Unificar las luchas y preparar la huelga general

El gobierno bonaerense no tiene fecha ni cronograma de pago de los salarios de los empleados públicos y docentes de la provincia. Los trabajadores de los ministerios han sufrido recortes de los salarios de bolsillo que van del 30 al 50%; a los docentes se les quiere sacar el “plus por desfavorabilidad”. El ministro de Economía provincial adelantó que, a pesar de la brutal inflación, “no se puede ni pensar en aumentos de salarios”.


Un presupuesto para el FMI


La reducción del presupuesto de este año (1.200 millones de pesos menos que en el 2001) tiene como ejes el recorte de 500 millones en educación, el recorte de la salud y la supresión de organismos públicos. Solá pretende, además, que le aprueben una emisión de patacones por 500 millones (con opción a otros 500), que se sumarían a los mil millones que están en circulación y a los mil millones que tiene en el Banco Provincia. Esta emisión descontrolada choca con las exigencias del FMI, que considera “insuficiente” el ya brutal ajuste de Solá, pretende la eliminación de los bonos provinciales y exige el pago de impuestos en pesos.


Incluso el propio Solá, después de haber cacareado contra las “exigencias desmedidas” del FMI, se reunió con Duhalde para considerar alternativas a la eliminación del patacón, bajo un directo “monitoreo” del Fondo. Por todo eso, el presupuesto está en una impasse y pese a los sucesivos anuncios aún no fue enviado a la Legislatura.


Solá está sentado sobre un polvorín. Teme una respuesta unificada de estatales y docentes por el pago de los sueldos; tiene fresca la huelga con ocupación de edificios, asambleas y marchas que empezaron los “autoconvocados” y desbordaron a la burocracia sindical.


Los municipios: el eslabón más débil


Solá anunció una disminución de 100 millones de pesos en los aportes a los municipios y la eliminación de un “piso” garantizado de transferencias. Como la recaudación provincial cae en picada, los municipios recibirán chirolas; al mismo tiempo, la recaudación municipal cae a un ritmo todavía más rápido que la de la provincia.


Ahora, con el retiro de la “privatizada” que atendía el servicio de distribución de agua en media provincia, las exigencias de la “descentralización” van a ir más allá de la transferencia de escuelas y hospitales; los municipios deberán hacerse cargo también del suministro de agua potable.


En este cuadro, los municipios se convertirán, como ya está sucediendo, en el punto de concentración de todos los reclamos populares, contra la destrucción de la salud y la educación, por el pago de los salarios de los empleados municipales, contra los aumentos de tasas e impuestos. El derrumbe de los municipios plantea el agravamiento de las crisis políticas locales -como la renuncia de Aprile en Mar del Plata o la del presidente del Concejo Deliberante de Zárate-; por otro lado, es un impulso a la movilización de las Asambleas Populares.


Un búmeran


El plan “Jefes de Familia” para 500.000 desocupados de la provincia amenaza con convertirse en un búmeran. Ni Duhalde ni Solá cuentan con los fondos para asegurar la provisión de estos planes de apenas 150 pesos y le patean la pelota a los municipios, donde se concentran colas multitudinarias de desocupados. Esto ya está dando lugar a maniobras y excusas -“se acabaron las planillas”, “se cayó el sistema”-, porque el número de desocupados quintuplica la “oferta” de gobierno. Al mismo tiempo, con la excusa del “plan nacional”, preparan la eliminación de todos los planes provinciales existentes.


Preparar la huelga general


En este cuadro explosivo, se desarrollan grandes luchas de masas. La Marcha Nacional de trabajadores ocupados y desocupados, el bloqueo de Repsol por el Bloque Piquetero Nacional, la sistemática movilización de los desocupados a los municipios, la lucha de los trabajadores y médicos de los hospitales, los reclamos de los empleados municipales, las movilizaciones de las Asambleas Populares, el estado deliberativo de empleados provinciales y docentes, las movilizaciones de padres y maestros en defensa de los comedores escolares, marcan una tendencia definida. La recuperación antiburocrática del Soip, el principal gremio industrial de Mar del Plata, muestra las tendencias a la lucha del proletariado industrial y el papel que están jugando el activismo clasista y la izquierda revolucionaria en todo el proceso político de las masas.


El irremediable hundimiento de la provincia, los nuevos ataques que prepara el gobierno y la tendencia de los explotados a encontrar una salida por medio de la lucha plantean como tarea de la hora la necesidad de unificar las luchas y organizar la huelga general para echar a Duhalde, Solá y todos los ajustadores.


Unificar las luchas y preparar la huelga general es una tarea del activismo y de sus organizaciones, como el Polo Obrero y el Bloque Piquetero. La experiencia de la lucha estatal de La Plata es ilustrativa: fue encabezada por los “autoconvocados” y boicoteada por las burocracias de ATE y UPCN. Limitarse a actuar como “factor de presión” para que ATE y el CTA declaren la huelga provincial no sólo es renunciar a la lucha por la dirección; es renunciar a la propia lucha.


La tarea de la hora es unificar todas las luchas -las de los piqueteros, trabajadores industriales, estatales, municipales, docentes, Asambleas Populares- en una lucha común: la huelga general para echar a todos los ajustadores e imponer Asambleas Constituyentes soberanas en la nación, las provincias y los municipios para terminar con los confiscadores y la entrega al FMI.