Políticas

25/4/2022

El presidente en Vaca Muerta hizo anuncios sin novedades

Un acto sin grieta en función del pago de la deuda al FMI.

Una comitiva presidencial con kirchneristas y opositores.

El viaje del presidente Alberto Fernández y su “amplia” comitiva hasta la zona de Vaca Muerta en Neuquén para anunciar que se va a construir un gasoducto denominado “Nestor Kirchner” no incluía ninguna novedad. En su discurso dijo que “necesitamos llevar el gas a cada rincón de la Argentina”, pero que se trata de “generar divisas”, lo cual quiere decir sustituir importaciones a altos precios el millón de BTU o incluso exportar gas. Esas divisas no tendrán otro destino que asegurar los pagos al FMI.

Para el gobernador neuquino Omar Gutiérrez fue la oportunidad para manguear apoyo nacional a la empresa Oldelval para aumentar la capacidad de transporte de su oleoducto hacia Puerto Rosales. Esto cuando ante el vencimiento de la concesión dentro de unos seis años la empresa ha retaceado las tareas de mantenimiento e inversiones (lo cual hace poco produjo un derrame por cañerías deterioradas por décadas de uso), y necesita que le extiendan esa concesión y apoyo oficial para realizar las obras.

Una comitiva sin grieta

La presencia de Axel Kicillof entre la comitiva presidencial fue el plato fuerte de la actividad. Sentado a la derecha del presidente, la presencia del gobernador bonaerense junto al secretario de Energía Darío Martínez y el jefe de Gabinete Juan Manzur, integró el elenco junto con el gobernador jujeño Gerardo Morales, el de La Pampa Sergio Ziliotto y la Arabella Carrera de Río Negro.

Para completar la escena dieron el presente también los funcionarios claves del sector energético, como los kirchneristas subsecretario de Energía Eléctrica Federico Basualdo, y el interventor de Enargas Federico Bernal, también fueron de la partida. El ministro de Economía Martín Guzmán, en Estados Unidos por reuniones con el FMI, participó del acto en forma virtual desde Washington.

La idea que subyace en la obra del gasoducto es que la generación o el ahorro de divisas abriría la opción de pagar al FMI con un ajuste moderado sobre las masas y llegar con chances electorales a 2023. En un país donde el eje de la política estatal es cumplir los acuerdos con el Fondo y donde la fuga de capitales transforma en déficit los superávit de las balanzas de pago, es una opción de dudoso cumplimiento.

Como con Chevron

El presidente recordó en forma elogiosa el pacto con Chevron ejecutado en 2014 bajo el gobierno de CFK, como un puntapié inicial de un círculo virtuoso de inversiones. Colocó al nuevo gasoducto en esa perspectiva.

Sin embargo, los resultados están a la vista: a escala nacional lo que ha crecido la producción no convencional ha ido cayendo en la producción convencional. La propia Chevron invirtió en Loma Campana lo que dejó de invertir en El Trapial.

En un informe publicado en LMN en 2015, que se titulaba “El Trapial: el ocaso de un gigante petrolero”, se explicaba que “en 2013 la compañía tenía 116 empleados propios y 850 que correspondían a las contratistas, cifras difíciles de sostener cuando la producción cayó a un 77%… la petrolera inició el año pasado un plan de ajuste de personal. Unos 70 empleados de empresas contratistas acordaron el retiro voluntario en 2014” (13/5/2015).

En el marco del acuerdo con el FMI y sus aspectos contradictorios y del disloque del mercado mundial por la crisis capitalista y la guerra en Ucrania, los meses que separan el hoy del momento en que el gasoducto “Nestor Kirchner” esté operativo, deberá correr mucha agua bajo el puente.