Políticas

5/12/2002|783

El progresismo porteño ya tiene las manos manchadas de sangre

Los hechos que condujeron al crimen de Ramón Rodríguez, militante del Mtl, no son nuevos en la Villa 21-24. Un vecino había transferido su casa a Ramón, luego de que la Mutual “Flor de Ceibo” le adjudicara a dicho vecino una casa en el barrio nuevo de la Villa. Pero para la burocracia villera que dirige la Mutual –y que encabeza la Federación de Villas de la Capital– todas las “reventas” de casas deben pasar por sus manos. En cambio, Ramón y su vecino habían cometido el “pecado” de establecer un arreglo particular. Hace casi un año, otro vecino pagó con su vida el haberse trasladado de vivienda sin “arreglar” previamente con la Mutual.


La “Flor de Ceibo” –dirigida por Guillermo Villar– es un instrumento de negociados y confiscación contra los propios vecinos. Las contadas familias que han accedido al barrio nuevo (construido por la propia Mutual) han debido pagar cifras absurdas por sus casas. Pero la mayoría de las familias no han podido siquiera acceder a una vivienda, habiendo pagado cuotas a la Mutual durante años. En 1999, la Mutual “devolvió” al Estado Nacional varias manzanas de la Villa, agravando la escasez de tierras para sus familias. La “mafia” de Villar explota esta penuria cobrando “cometas” en todas las transferencias de casas que se realizan.


Pero el hilo mafioso de la “Flor de Ceibo” no termina en la calle Iriarte: Villar es un puntero político de Anibal Ibarra, y en su nombre también manipula la mayor parte de la ayuda alimentaria que llega a la Villa. Los aprietes de Villar tienen un propósito social preciso: preparar la expulsión del 70% de las familias de la 21-24, que no encontrarán vivienda dentro de los planes extorsivos de la Mutual. Eso significa abrirle paso al gran operativo inmobiliario que Ibarra prepara sobre el sur de la ciudad.


Hace ya dos años que un importante movimiento para terminar con los fraudes de Villar recorre a la Villa 21. Los compañeros reclamaron la realización de un censo –que reconozca como habitantes de la villa a sus actuales 7.000 familias– y la elección de delegados por manzana. Pero fueron sistemáticamente enfrentados, no sólo por Ibarra, sino también por Eduardo Jozami, presidente de la Comisión Municipal de la Vivienda hasta fines de 2001, y actual postulante a jefe de Gobierno por el Ari. De este modo, Ibarra y Jozami salvaron a Villar del repudio general de los vecinos.


Por eso, no es sólo un puntero de barrio el que mató al compañero piquetero: los defensores “centroizquierdistas” de los intereses inmobiliarios ya tienen las manos manchadas de sangre.