Políticas

11/6/2009|1087

El PTS y la inseguridad

El PTS acaba de hacer público su “verdadero” programa frente a la “cuestión de la policía”: “Disolución de las fuerzas policiales y su reemplazo por una milicia ciudadana, obrera y popular. Es decir el reemplazo de la actual policía por el armamento de las organizaciones obreras, del pueblo oprimido, y el control de los militantes y organismos de los derechos humanos” (LVO 328). Hasta ahora, la línea de los susodichos era otra: “Ni muros ni gatillo fácil, trabajo para todos”; “frente a la inseguridad: trabajo, no represión”. Puesto a pensar por si mismo, el PTS ha repetido zonzamente al centroizquierda durante mucho tiempo, achacando a “los pobres” (eso sí, “empujados por el capitalismo”) el aumento de la “inseguridad”. Desnudado por nosotros este planteo, que atribuye el delito a las masas golpeadas por el capital y por la bancarrota capitalista, los aludidos decidieron dar un giro de 180º. El seguidismo a nuestras posiciones es una constante del grupo en cuestión, desde que proclamaron a Saddam Hussein como líder de la revolución proletaria; el apoyo al reclamo de la Federación Agraria (Mesa de Enlace), por las “retenciones segmentadas”, hasta el desconocimiento de la bancarrota capitalista mundial (para convertirse ahora al más puro catastrofismo). No han tenido empacho en apropiarse de nuestra consigna, “que la crisis la paguen los capitalistas”, con la sola finalidad de darle manija al confusionismo.

División robos y estafas

Desde hace mucho tiempo y en la campaña electoral hemos planteado que “para poner fin a la inseguridad ciudadana” es necesario desarticular “el delito organizado (que) se aloja en las estructuras del Estado”, empezando por “la destitución de las cúpulas policiales de la Federal y la Bonaerense” para a partir de allí establecer “una fuerza de seguridad ciudadana construida sobre nuevas bases (…) bajo el control de las organizaciones sociales y de derechos humanos”. Ahora los pitufos plantean lo mismo con otras palabras: milicia ciudadana obrera y popular, control por parte de los organismos de derechos humanos. No tienen vergüenza.

Pero la piratería política desmejora y adultera el planteo original. Porque los copiones introducen dos cosas: el armamento de las organizaciones obreras y el control (de estas organizaciones armadas) por los organismos de derechos humanos. Tenemos entonces al proletariado en armas controlado por Hebe de Bonafini o Estela Carlotto. Los plagiarios no tienen idea de su torpeza. Para peor, como el armamento en cuestión sería monopolio de las ‘organizaciones obreras’, tenemos que los comandantes designados no serían otros que Moyano y el nuevo aliado de los copiones, Hugo Yasky.

El “armamento…” que se contrabandea aquí no tiene nada que ver con el asunto de la inseguridad y el delito, porque él se refiere a la lucha armada de la clase obrera contra el Estado, en determinada fase de la lucha de clases. Es ridículo asociarlo al problema de la inseguridad ciudadana, un fenómeno reciente vinculado con la criminalización económica de la sociedad capitalista y la criminalización política del Estado. El armamento de las masas no es una consigna referida a la lucha contra los traficantes de efedrina o de precursores químicos, o para combatir a los ‘croupier’ como Cristóbal López, o al tráfico de personas con la complicidad de los punteros. La milicia ciudadana (esta consigna viene desde los primeros programas de la socialdemocracia en la segunda mitad del siglo XIX), es una demanda democrática que apuntaba a la sustitución del ejército permanente (y por extensión a la policía); o sea, a la democratización del Estado.

“La seguridad es de derecha”

Esta consigna reformista ha sido superada por completo por la historia; no existe la posibilidad de democratizar el Estado burgués, el cual es cada vez más un Estado centralizado, burocrático, conspirativo, que funciona con normas de excepción. Ese Estado sólo puede ser destruido; es decir, reemplazado por la dictadura del proletariado, consigna que los pitufos rechazan. En definitiva, la fuerza de seguridad ciudadana, reclutada por organizaciones populares y de derechos humanos (o sea nuestro planteo de años) tiene un carácter fundamentalmente propagandístico o educativo, para mostrar el carácter criminal del Estado burgués y para mostrar la bancarrota de la izquierda, que caracteriza al delito organizado como un resultado de la miseria popular. Sería la forma de abordar las contradicciones de la vida cotidiana, en una fase de transición, por un régimen proletario. El armamento de las masas para combatir el delito es un planteo fascistizante: la justicia por mano propia que defiende la derecha de la burguesía.

Se crea o no, el PTS admite que el pseudo frente ‘anticapitalista’ que amuchó a los sectarios, no dice una palabra de milicias ni de armamentos, y esto por una razón muy simple: hasta la semana pasada, los susodichos repetían como loros el disco rayado del centroizquierdismo, que caracteriza a la seguridad como “un tema de la derecha”. ¡Éramos acusados de hacer un frente de hecho con la derecha! Ahora, los idiotas que repetían esto pretenden darnos clases acerca de la lucha por la seguridad ciudadana.

Todo tiene remedio en la vida, menos la impostura.

 

Jacyn