El miércoles 6 de octubre, por Radio América, Roberto Lavagna dijo que hay dos cosas que el gobierno no está dispuesto a hacer con relación a la deuda:

1) entrar en conflicto con el FMI y sacarle “el carácter de acreedor privilegiado”;

2) dejar de pagar los Boden, porque “son títulos que ellos (los bancos) tienen en su propia cartera. Y si no se pagaran, el capital de los bancos se vería perjudicado fuertemente”. Con este argumento Lavagna refutó las versiones periodísticas que colocaban a los bancos como partidarios de incluir los Boden en la renegociación de la deuda.

De las palabras de Lavagna surge claramente el alineamiento del gobierno “nacional y popular” o “antiimperialista” de Kirchner con el FMI y los bancos. Pero, por sobre todo, ratifica la caracterización del PO de que el planteo oficial entraña una gigantesca operación de rescate de la banca, que pagan los contribuyentes y asalariados. Los bancos, además, se llevarán una suculenta tajada en comisiones (400 millones de dólares) por renegociar el resto de la deuda que sigue en cesación de pagos; lo que les asegura, encima, que ellos seguirán cobrando.