Políticas

15/6/2021

El rol y el punto de apoyo del FIT U en la provincia de Buenos Aires

Vamos por un Congreso de miles de luchadores.

El cinturón del Gran Buenos Aires tiene el 40% de los 4,5 millones de personas con problemas de trabajo de todo el país. El 40% de los desocupados urbanos (762.000) y el 37% de los subocupados (975.000). Por otro lado, el Observatorio Social de la UCA ha informado que tres de cada cuatro chicos menores de 14 años no comen todos los días.

El empobrecimiento geométrico es el dato dominante que se devoró en un año y medio el “progresismo” de Kicillof. Un dato que trasciende en mucho a los desocupados, porque la caída de los salarios y jubilaciones en su poder adquisitivo es otro de los datos dominantes, en especial sobre el medio millón de estatales provinciales. Ni hablar del universo de los trabajadores informales que son legión.

Este es el motivo de las grandes luchas del movimiento piquetero que tuvo un pico en marzo con el desembarco de 50.000 compañeras y compañeros en la Plaza de Mayo, al igual que el desplazamiento de sectores que apoyaban al gobierno de manera “crítica” y que después de la represión en Guernica empezaron a fracturarse y a coordinar con el Frente de Lucha Piquetero que encabeza el Polo Obrero. Justamente la represión de Berni a los sin techo ha sido otra constante, además de las represiones a las luchas obreras como las de los frigoríficos Penta y más recientemente ArreBeef.

Kicillof, el gobernador estrella del kirchnerismo, llega en este cuadro social explosivo a las próximas elecciones intermedias. Con 43.000 de las 85.000 víctimas fatales de la pandemia, lo cual es mucho más que el porcentaje bonaerense de la población del país (38%). Que la llegada más o menos importante de vacunas vaya a ser la carta para revertir el deterioro político del gobierno no parece ser una carta eficaz. Por varios motivos. Falta mucho para que un porcentaje alto de la población tenga las dos dosis. Por otro lado, la performance electoral de Piñera en Chile, el país más vacunado de la región, indica lo contrario. América Latina toda está cruzada por la crisis social y levantamientos populares, a lo cual el desastre de salud y la falta de vacunas sólo agregan un agravante.

Disputa por derecha

El acuerdo entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio para postergar las elecciones tuvo un eje fundamental: que unos y otros no podían prescindir de las Paso para (tratar de) evitar la fragmentación lisa y llana en distintas listas.

La sartén por el mango la tiene siempre el que gobierna y más aún después del descomunal derrumbe de Vidal, envuelta en la bancarrota del gobierno macrista a escala nacional. Sin embargo no se sabe quién es el candidato que encabezará la lista oficial, aunque los dos más posicionados serían Daniel Scioli y Sergio Berni. Uno, la salida macrista desde el peronismo que perdió la elección presidencial, cuando el electorado votó directamente por el original (Macri) y no por su copia (Scioli); el hombre elegido por Fernández para sostener el vínculo y los negocios de los monopolios con el Brasil de Bolsonaro. Scioli, sin embargo, condicionaría su candidatura a un arreglo previo con los bonistas. El otro, el represor de Guernica que ha usado su cargo de ministro de Seguridad para competir con Bullrich, como el “mano dura” del peronismo, rescatista de la doctrina Chocobar y notorio negador de la responsabilidad de la Bonaerense en la desaparición forzada seguida de muerte de Facundo Castro.

Por otro lado, Florencio Randazzo teje una escisión del voto peronista, pero también por derecha: su programa es la reforma laboral y el cuestionamiento a los sindicatos y sus convenios, y “conversa” con elementos disconformes del PRO, con Lavagna y con los socialistas que oscilan entre el macrismo y la “avenida del medio”. Por último está Victoria Tolosa Paz, la representante más directa del albertismo, como se aprecia, todos de un perfil en sintonía con la derecha peronista. Se trata por otra parte del aparato pejotista de los barones llave en mano, porque incluye al
procesado Menéndez, a Gray, a Granados, a Insrraulde y siguen firmas de punteros viejos y nuevos continuadores del duhaldismo en la provincia.

Con todo, la cuestión más importante es con qué política Kicillof prepara la intervención del peronismo en las elecciones. Acaba de hacer la última oferta ante los bonistas por la friolera de la deuda de u$s7.700 millones, sin quita de capital y con una quita en los intereses que estaría bajando hacia el 20%. Nada, lo que significa seguir hipotecando la provincia en los próximos años. Semejante entregada del “negociador duro” está fogoneada por todo el arco empresarial bonaerense, pero también por Guzmán, como “gesto” desde el riñón oficial para la soga que se pide al FMI en estas cruciales semanas, antes de entrar en default con el Club de París –al cual el actual gobernador le aumentó la deuda en un 50% cuando era ministro. Al servicio del rescate de toda la descomunal deuda provincial de 12 mil palos verdes, el gobernador camporista aplica a pie juntillas el presupuesto que estimó la inflación en 30%, réplica del ajuste de Guzmán, para recaudar con los precios y pagar a los trabajadores por la mitad del aumento de los precios.

Por otro lado, el joven gobernador se ha definido por transformar al Astillero Río Santiago en “sociedad anónima” al estilo YPF, o en su mejor variante como “sociedad de Estado”, lo que es más o menos lo mismo: el camino de la privatización, racionalización y eventual desguace del astillero, una preciada prenda del ajuste bonaerense. Al mismo tiempo, sorprendió corriendo por derecha a Larreta al habilitar la educación totalmente presencial para lo cual alteró el método de cálculo que ubica a la mayor parte de la provincia en “alarma máxima”, porque está claramente arriba de los 500 casos cada cien mil personas en las últimas dos semanas. Un índice ya altísimo. Esto después de haber dejado en la banquina a decenas de miles de alumnos sin conectividad ni dispositivos para la educación virtual y cuando el 32% de la docencia no tiene la vacuna aplicada. En este marco hay ubicar el bolazo del “gran plan de obras bonaerenses” que destinaría $46 mil millones a las “minigobernaciones” para disputar municipios adversos.

El eje rector es que para combatir electoralmente a la derecha, Kicillof hace suyos sus lobbies y banderas.

La derecha no está mejor. El cruce de Santilli al otro lado de la Gral. Paz es parte de la disputa de Larreta con los candidatos del expresidente, en el distrito de la gran derrota y donde están anotados Carrió, Monzó y Jorge Macri. Por otro lado piden pista Milei y Espert, amenazando ir por afuera de JxC, en lo que sería una cuarta lista de los partidos de la burguesía que disputaron en 2019.

La fuerza del peronismo está en la crisis del macrismo. Y la iniciativa de la derecha se basa en la crisis del Frente de Todos y su descrédito ante las masas. Este cuadro es el escenario que potencia el rol a cumplir por el Frente de Izquierda. Se trata de una crisis capitalista que se descarga sobre las masas y los responsables de ella tienen nombre y apellido, son los partidos que gobiernan la provincia –y el país- desde hace décadas.

El punto de apoyo del Frente de Izquierda

De reabrir las paritarias de la provincia, ni asomo. La carta fuerte del gobernador ante el poder económico son los Baradel y Cía, el Trío San Cayetano entre los desocupados y aún la izquierda properonista como el PCR, como dique de contención de la tensión social. Pero ni esto, ni la miseria social, ni la total falta de tierra y vivienda, ni la barbarie y corrupción de la bonaerense son gratis. Al contrario, un activo movimiento popular ha ido dando batallas durante el año y medio de gobierno.

Al momento de esta publicación se prepara una caravana del Astillero Río Santiago, donde un movimiento de base y de la izquierda sindical arrastró a otros sectores a manifestar contra la privatización del astillero. En La Matanza se desenvuelve un histórico movimiento autoconvocado de la salud que ha parado y movilizado a los tres hospitales y los centros asistenciales municipales del distrito, siguiendo los pasos de la heroica huelga neuquina. La clínica San Andrés cumple cuatro meses de ocupación y piquetes por su continuidad –cerrada en pandemia, atendiendo a 18.000 afiliados del Pami- en lo que es un camino frente al cierre de una decena de clínicas en dos años, solo en el Conurbano. Los trabajadores de EMA se aprestan a hacer su segundo acampe, por su reincorporación y pase a planta de Edesur, víctimas del continuismo privatista y tercerizador de los Kicillof y Cía.

El clasismo se destaca en estas luchas, todas participantes de la gran jornada del 11 de junio en Plaza de Mayo y varias provincias. Una realidad que se ha vivido en la dilatada batalla obrera de la metalúrgica Gri Calviño, de ArreBeef o de Penta, todas entregadas por la burocracia sindical. Ahora mismo en Just, donde la patronal desconoce los compromisos asumidos. Como también por estas horas en los paros de distintas secciones de Siderca que resisten el atropello sanitario y flexibilizador de Techint. Y no olvidemos, en el gran Buenos Aires están las grandes plantas del Neumático, donde el Sutna enfrentó el recurso de crisis de Fate hace un par de años, paró Bridgestone por el no aislamiento de compañeros, paró Pirelli por una muerte obrera laboral ante la responsabilidad patronal, elaboró e hizo aplicar verdaderos protocolos obreros y en su revisión paritaria arrancó un aumento superior a la inflación anual del 54%. Los Sutebas Combativos han sido protagonistas en distintos momentos de la lucha por la educación y la salud, garantizando la no presencialidad al comienzo de la pandemia, por las reivindicaciones de la virtualidad o luchando más tarde por las vacunas y las condiciones para pretender una vuelta segura a las aulas. ¿Quién puede dudar del aporte de una Romina del Pla, referente de la lucha por el aborto legal, de la docencia bonaerense y de cuanta lucha de los trabajadores pulula por la provincia? Un dato a tener en cuenta es el papel jugado por la red de los 450 mil maestros peruanos en la victoria de Castillo, votado por las masas obreras y campesinas.

Son apenas algunos de los más resonantes conflictos en la clase obrera. Pero el más fuerte de todos es el conflicto con los desocupados frente al cual el Polo Obrero se ha desarrollado masivamente con un protagonismo y una política de organización e independencia de clase que lo colocó a la cabeza de un reagrupamiento combativo independiente del gobierno. Algo que se ha visto en todos los terrenos, también en el del techo y la vivienda cuando miles de familias lucharon en Guernica. Hoy la pujante Agrupación de Trabajadoras de Casas Particulares, con gran inserción en las barriadas del conurbano, agrupa también a miles de trabajadoras del sector.

Esta intervención en la lucha de clases, como ayer en la conquista del aborto legal, o en las movilizaciones por Facundo Castro, por Tehuel y por todas las causas populares es el gran punto de apoyo del Frente de Izquierda. En absoluto se trata de la mera presentación de una lista para competir en noviembre. Esa lista tiene que ser la bandera del protagonismo real en la lucha de clases de los luchadores que integramos el FIT U, donde nos agrupamos por un programa defendido en todos los terrenos, también en el parlamentario, un programa anticapitalista definido por una salida de los trabajadores y por su propio gobierno.

Desde ese lugar proponemos un Congreso del FIT U, al que aportamos la militancia del PO en todos los frentes, en la mujer, en la juventud, en los sindicatos y especialmente en las barriadas más sumergidas en las que el Polo Obrero es una potencia política y militante que viene de enfrentar políticamente a los partidos del sistema en Misiones haciendo fuerte el giro de sectores obreros profundos en todo el norte de esa provincia. No se trata apenas del “desencanto” en los partidos tradicionales, que existe, por supuesto, se trata de organizarlo y canalizarlo mediante una fuerte iniciativa de la izquierda obrera y socialista. Pretender que ese rol lo juegue una Paso de la izquierda es, al revés, cercarlo hacia la disputa interna, un desperdicio de enormes energías políticas. Que las tenemos, pero valen del todo si las enfilamos a la rebelión política de los explotados. Y tenemos un programa para ello como lo hemos demostrado ante la pandemia, ante la entrega los bonistas y al FMI, ante las paritarias, ante el robo de la movilidad a los jubilados, ante el continuismo en los negociados de la patria financiera o la fuga de capitales, ante el saqueo petrolero y de los recursos naturales, como ante la depredación del medio ambiente o la corrupción de la Justicia y la represión. En definitiva el programa transicional de una coalición que se define por el poder de los trabajadores.