Políticas

28/5/2015|1365

El sable corvo de la reconciliación


Un tramo definitorio del discurso de CFK del 25 de Mayo ocurrió cuando se refirió al traslado del sable corvo del general San Martín desde el Regimiento de Granaderos al Museo Histórico Nacional, ubicado en Parque Lezama.


 


La Presidenta ponderó el supuesto “entusiasmo” popular que despertó el paso de la espada, lo que se le vino a la mente como expresión de la “reconciliación del pueblo con el Ejército sanmartiniano”.


 


El sable corvo había sido robado del Museo Histórico por la resistencia peronista en dos oportunidades, en 1963 y 1965. En 1967, Onganía ordenó su traslado al Regimiento de Granaderos. Ahora, CFK lo devuelve como símbolo de reconciliación. El operativo político que encierra esto no podría ser más reaccionario.


 


A la cabeza del Ejército se encuentra César Milani, un represor genocida que controla además el aparato nacional de inteligencia desde la salida de la ex Side de Stiuso y su banda. A Milani se le han asignado cuantiosos recursos para reequipar al Ejército y, sobre todo, para cohesionar a las camarillas que lo integran. La rehabilitación política y funcional de las Fuerzas Armadas es un reclamo estratégico de la burguesía y el imperialismo al Estado argentino. A diferencia del resto de los países del continente, en los que los militares juegan un papel protagónico en la represión y el control social interno, en Argentina tienen un papel marginal desde la dictadura, el fracaso de Malvinas y -por qué no- el crimen del conscripto Omar Carrasco, en Neuquén. La “reconciliación” fue ensayada por todos los gobiernos constitucionales, desde Alfonsín a esta parte, pero sus pretensiones siempre chocaron contra denuncias y movilizaciones contundentes. El kirchnerismo cooptó a Madres y Abuelas para avanzar en este operativo. El kirchnerismo, que se proclamó “hijo de las Madres de Plaza de Mayo”, terminó entronizando en el Ejército a un genocida.


 


Los tres jinetes del ajuste -Scioli, Macri, Massa- siguen el mismo camino. Ninguno de ellos se pronunció por la salida de Milani de su cargo, mucho menos porque sea juzgado. Para la burguesía, las Fuerzas Armadas son el reaseguro de un eventual estado de sitio para enfrentar una crisis social. Hoy, Milani cumple un papel irreemplazable frente a la descomposición del viejo aparato.


 


La herencia K -Milani, leyes antiterroristas, Proyecto X, perpetua a los petroleros de Las Heras- deja a sus sucesores mucha tela para cortar.


 


La década ganada se puso las botas y la ropa de fajina.