Políticas

20/5/2022

El saqueo de los capitalistas exportadores e importadores

A pesar del superávit comercial, al BCRA le es cada vez más difícil acumular reservas.

Foto: La Nación

El mes de abril reportó un superávit comercial de USD 1.444 millones, totalizando un saldo favorable de USD 2.830 millones en el primer cuatrimestre según el Indec. Sin embargo, esa afluencia de divisas no se tradujo en robustecimiento alguno de las reservas del Banco Central, cuyas compras netas entre enero y abril fueron diez veces inferiores a las realizadas en el mismo período del año pasado. Predominó la fuga de capitales bajo sus diferentes formas, lo cual está en la base de la quiebra estatal.

En primer lugar, cabe destacar que el superávit comercial de abril se debe fundamentalmente a los altos precios internacionales de las materias primas que vende Argentina. Porque en cuanto a las cantidades, las importadas aumentaron de un año a otro un 21,7%, mientras las exportadas lo hicieron en un 4,8%.

Que las cantidades exportadas de las manufacturas de origen agropecuario hayan descendido un 14,2% interanual es el resultado de la creciente capacidad ociosa que existe en las plantas agroindustriales, dando lugar a un proceso de mayor primarización de las exportaciones. Como vemos, el incremento de la renta agraria acicateado por los efectos de la guerra no tiene como correlato una mayor producción de valor en el país.

En el caso de los subproductos de la soja, por ejemplo, en el primer trimestre los envíos de aceite tuvieron una caída del 36% respecto al mismo período del 2021 y los de harina retrocedieron 11% en un año, según los datos de Ministerio de Agricultura. “Según CIARA-CEC (cámara que nuclea a las principales agroexportadoras que operan en la Argentina), en el primer trimestre del año se molieron poco más de 8 millones de toneladas, lo que marcó una baja de 1,3 millones de toneladas con respecto a igual trimestre del 2021 (9,477 millones de toneladas), equivalente a una caída del 14,7%” (Ámbito, 20/5). Lo anterior se combina con que los productores vendieron entre abril y mayo 14 millones de toneladas menos de soja respecto al año pasado en pos de acopiar granos, especulando con la brecha cambiaria existente.

El mismo capital agrario que se beneficia del atraso nacional y presiona por una devaluación, es el que además traslada la suba del precio de las commodities al mercado interno, afectando el bolsillo popular. Sin ir más lejos, dentro de los 15 alimentos que más subieron de precio en el último año se encuentra el pan (84,67%) y la harina de trigo (85,73%). Sumado a la práctica extendida de los pulpos que dominan el complejo agroexportador de subfacturar exportaciones para liquidar en el país menos divisas de las que recibieron por sus ventas al exterior.

A su turno, el salto en las importaciones responde, por un lado, al encarecimiento de los insumos a nivel mundial -en especial los costos de logística y energía-, y, por otro, al aprovechamiento de la brecha cambiaria por parte de las patronales importadoras. Estas, al tener acceso al dólar oficial, se valen de ello para sobrestockearse a un tipo de cambio más barato, no en función de aumentar la producción sino de utilizar los equipos durables importados como reserva de valor, a fin de cubrirse ante una devaluación.

Este esquema de saqueo se completa cuando reparamos que del superávit comercial obtenido al país no le queda nada. En el primer cuatrimestre, el Banco Central tuvo un saldo neto comprador de apenas USD 352 millones, cuando a esa altura del 2021 había podido acumular USD 3.748 millones. Las cancelaciones de deuda privada, sumado al pago de intereses por los bonos restructurados en 2020 y la venta de dólares a fin de contener los tipos de cambio paralelos son otros de los motivos que explican la crisis de reservas, sumado a los mecanismos de fuga antes mencionados a manos de exportadores e importadores.

Finalmente, tenemos a una clase capitalista en su conjunto empeñada en desplumar al Banco Central para acrecentar su tasa de ganancia, descargando esa bancarrota sobre las espaldas de los trabajadores.