El sindicalismo docente combativo: una piedra en el zapato del imperialismo


El semanario The Economist es la publicación estelar de la City de Londres desde hace más de 170 años. En su última edición, la revista dedica un dossier completo al análisis del boom de la educación privada en los países pobres (particularmente en Asia y en Africa). El editorial reconoce que este auge es producto de la decadencia de la educación pública debido “al excesivo poder” concentrado en los sindicatos docentes. Según The Economist, los sindicatos son responsables de la baja calidad de la educación pública en la medida en que promueven “la ineficiencia” y “la negligencia” de los docentes. The Economist propone reducir el poder de los sindicatos y promover abiertamente la educación privada desde el Estado.


 


Frente al desguace de la educación pública en todos sus niveles, el arancelamiento progresivo, la transformación de escuelas y universidades en enseñaderos, la reducción del salario docente hasta niveles indignantes que conducen al pluriempleo y a la sobrecarga laboral, los voceros del imperialismo no encuentran mejor culpable de la crisis educativa que el movimiento docente organizado. Justamente fueron en estos “países atrasados” donde la educación pública sufrió los planes y reformas impulsadas por el FMI y el Banco Mundial.


 


El gobierno nacional calca y aplica las políticas económicas y sociales de los grandes centros de poder de la burguesía mundial, atacando sistemáticamente al movimiento docente con similares argumentos.


 


La disposición del imperialismo a seguir avanzando sobre la educación pública pone de relieve la importancia de la organización sindical docente en defensa de las reivindicaciones históricas de la educación: aumento del presupuesto, salario mínimo igual a la canasta familiar, carrera docente y estabilidad, convenio colectivo de trabajo para los docentes universitarios y paritarias libres sin techo.